La crisis social y económica en el contexto de la pandemia profundizó la pobreza y la indigencia en nuestra provincia. Sin embargo, el mismo gobierno que forzó la vuelta a la presencialidad, sin mejorar las deficientes condiciones de infraestructura escolar, todavía no garantiza una base de seguridad alimentaria a niños, niñas y adolescentes que asisten con hambre a las aulas. Mientras la DGE de Thomas recorta fondos alimentarios y asegura que entregará la copa de leche recién a partir de abril, las maltratadas maestras se ocupan -una vez más- de recolectar alimentos que permiten mitigar las faltas de cenas, desayunos o almuerzos que las y los más vulnerables no reciben en sus casas.

Por Negro Nasif

Claudia Najul y Tadeo García Foto: Twitter T. García

Desde el año pasado el oficialismo local, encabezado por Alfredo Cornejo, comenzó una campaña partidaria para exigir al presidente Alberto Fernández la vuelta a la presencialidad educativa y, en paralelo, una convocatoria ilegal de voluntarios mendocinos que reemplazarían a las y los profesionales de la educación que no asistieran a los establecimientos.

Si bien el Gobierno Nacional autorizó la reapertura de las aulas bajo protocolos específicos, y la Dirección General de Escuelas de Mendoza confirmó el Calendario 2021, la alianza pro-radical realizó el último 9 de febrero una inédita manifestación en Plaza Independencia de la Ciudad de Mendoza. Bajo el lema “Volvamos a la escuela”, el intendente de la Capital, Ulpiano Suarez, los diputados nacionales Omar de Marchi y Claudia Najul, y el presidente de la UCR e intendente de Godoy Cruz, Tadeo García, reclamaron absurdamente la “vuelta a clases”, justamente en una provincia donde el retorno a la presencialidad ya había sido anunciado por Rodolfo Suarez, un gobernador del mismo signo político que las y los manifestantes.

Ulpiano Suarez (izquierda) y Diego Gareca (centro) Foto: Twitter D. Gareca

La sobreactuada preocupación oficialista, que chocó con un paro docente de 48 horas al inicio del ciclo, no fue congruente con la insuficiente inversión y gestión en infraestructura escolar para adecuar los edificios a la “nueva normalidad”, ni se vio reflejado en un programa de alimentación escolar a la altura del grave impacto económico y social que la pandemia ocasionó -y ocasiona- en las familias de las y los estudiantes.

¿Estado? Ausente señorita

José Thomas, director general de Escuelas. Foto: Cristian Martínez

Basta contrastar algunas cifras para graficar que la falta de correspondencia entre el crecimiento de la indigencia y la pobreza, y la inversión pública contemplada en el presupuesto provincial, impide garantizar la seguridad alimentaria de los niños, niñas y adolescentes mendocinos. A lo que se suma una pésima gestión administrativa de la DGE que, una vez más, promete copa de leche y comida recién para el mes de abril, sin explicar razonablemente por qué no se asegura la alimentación desde el primer día de clases.

Según estadísticas del propio Gobierno de Mendoza, la Canasta Básica Total aumentó 48,2% en el último año, en tanto que la inflación subió 39,7% en el mismo período. Sin embargo, la partida presupuestaria para alimentos en las escuelas prevista para 2021 es apenas un 25% mayor que la del año pasado.

Foto de archivo: Cristian Martínez

En una entrevista publicada por diario Los Andes el último sábado, el director de Alimentación Escolar de la DGE, Franco Pulido, confirmó el insuficiente porcentaje de aumento en el presupuesto de su área, al señalar que dispondrá de $1.380 millones para todo el año. Si bien ese monto supone la previsión de $280 millones más que en 2020, el incremento de 25% versus inflación acumulada de 40% significa en los hechos un recorte presupuestario en la copa de leche, almuerzos y meriendas de los niños, niñas y adolescentes que, en esta etapa de aumento de la pobreza e indigencia, lo necesitan más que nunca.

Por otro lado, las partidas ajustadas no se ejecutan en los mismos tiempos en los que el hambre apremia. “A partir de abril se entregarán durante cuatro días a la semana lácteos con un panificado, que puede ser turrón, tortitas, facturas o sánguche de queso”, prometió Pulido sin explicar qué comerán los estudiantes en el mientras tanto.

Con hambre no se puede pensar

Jaime Correas. Foto de archivo: Coco Yañez

Aún pervive en la memoria colectiva las palabras del exdirector general de Escuelas, el violento Jaime Correas, acusando a las maestras mendocinas de comerse la merienda de los estudiantes. En las antípodas, lo que también permanece es el esfuerzo de las y los trabajadores de la educación que, con sueldos indignos, precarias condiciones de trabajo y sobrecarga laboral, siguen poniendo el cuerpo, la sensibilidad, sus capacidades profesionales y menguados recursos para estar donde el gobierno no se hace cargo

Por estos días es frecuente encontrar publicaciones en las redes sociales en las que se apela a la solidaridad social para reunir alimentos. En Facebook, Instagram y cadenas de WhatsApp circulan llamados a colaborar con escuelas públicas que necesitan imperiosamente leche y panificados para elaborar desayunos que mejoren la vida y el aprendizaje de sus alumnos/as.

Foto: Coco Yañez

“Se nos está haciendo muy complicado a quienes trabajamos en barrios vulnerables, donde los chicos están acostumbrados a comer en la escuela. Muchas veces asisten sin haber cenado el día anterior o sin desayunar, entonces se hace muy difícil no tener nada para darles”, reconoce con preocupación Nora D’Angelo en diálogo con EL OTRO, al tiempo que aclara que esta problemática no es una excepción de su institución sino que atraviesa a casi todas las escuelas de Mendoza.

La directora de la Escuela Dr. Ignacio Pirovano, parte de una comunidad de Educación Especial ubicada en el barrio Pappa de Godoy Cruz, publicó esta semana en su perfil personal de Facebook un pedido abierto para reunir alimentos. “Este año no hemos recibido de la DGE raciones de comedor, ni leche, ni merienda. Solicitamos, a quienes puedan y quieran colaborar, leche, cacao, azúcar, galletitas, etc.”, posteó la docente y explicó el duro contexto de la convocatoria: “La realidad es que los niños tienen hambre, piden merienda, y lo que compramos de nuestros bolsillos los docentes ya se está terminando”.

Foto de archivo: Coco Yañez

Afortunadamente la solicitud de Nora recibió “muchas donaciones para darles, al menos, un buen desayuno a los chicos y así poder arrancar el día como corresponde”. En contraste, autoridades de la DGE se comunicaron con la directora de la Pirovano para informarle que “posiblemente a fin de mes comiencen las meriendas y que, por ahora, seguirán implementando la entrega de las bolsas de mercaderías que se dieron durante el año pasado por la pandemia”.

“Yo les respondí que eso ya no sirve, que eso se daba en tiempos de cuarentena. Ahora los chicos sí van a la escuela y esas bolsas, con paquetes de fideos, polenta, té, etc., son bastante precarias, no son funcionales y no reemplazan lo que necesitamos en las escuelas”, manifestó la directora Nora D’Angelo, con una sensibilidad, compromiso y conocimiento de la realidad que no suelen abundar en las oficinas de Casa de Gobierno.

 

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