Desde hace seis meses un equipo de escritores y escritoras que apuestan a la autogestión decidieron darle vida a la poesía joven. EL OTRO entrevistó a Vera Jereb, protagonista de Slam Poético Mendoza, una iniciativa que convoca a más de doscientas personas en cada encuentro.

Por Marcia Castro
Fotos: Gentileza Slam Poético Mendoza

Los slams son una especie de eventos de competición en los que se recita poesía. Quienes suben al escenario disponen de tres minutos para leer sus textos a la audiencia, que luego determina a los ganadores. Esta propuesta nació en la década del 80 en Estados Unidos y actualmente tiene existencia a nivel internacional. En Mendoza arrancó hace seis meses, y está siendo todo un éxito.

EL OTRO dialogó con Vera Jereb, quien forma parte del equipo estable del Slam Poético Mendoza. Vera tiene 20 años y está estudiando la carrera de Comunicación Social en la UNCuyo. Desde los 6 años registra sus primeras incursiones en la poesía, antecedente precoz de su impulso a los escenarios: “Cuando tenía 17 empecé a ir a los eventos de poesía a recitar. El primer lugar donde recité fue Vararte, en un encuentro que se llamó Ciclo de arte joven: oídos aturdidos por palabras jóvenes. Fue un ciclo muy hermoso que se hacía hace un par de años hasta que cerraron el lugar”.

 

Vera contó además por qué subirse a un escenario a recitar es una experiencia única y conmovedora: “A partir de comenzar a recitar me di cuenta de que estaba bueno poder sacar la poesía del papel y de los cuadernos y poder empezar a mostrarla, ponerle el cuerpo y prestarle la voz. Es una actividad única, porque eso que vos escribís llega a la gente y logra emocionarla, así se genera un clima”.

La joven poeta mendocina se explayó acerca de cómo fue la iniciativa de crear un evento mensual donde todas las personas que tuvieran la necesidad de recitar sus poesías pudieran hacerlo cómodamente: “Me di cuenta que había un montonazo de gente que estaba en la misma que yo. La idea de formar el slam surge a partir de esta sensación que se empieza a colectivizar. De repente la poesía era parte de las varieté, empezó a crecer, sobre todo la poesía joven, gente que ronda entre 15 y 17 años. Como éramos un grupo muy activo que nos veíamos siempre en los eventos, el Leo Federici tuvo la iniciativa de formarlo”.

 

Actualmente, el equipo estable del Slam Poético Mendoza (que se encarga de muchas tareas: manejar las redes, dar a conocer la convocatoria para quienes quieran leer, sacar fotografías a los y las escritoras, entre otras cosas) está conformado por diez personas. Las redes sociales son indispensables: “Tenemos cuenta de Facebook y de Instagram, desde ahí abrimos la convocatoria para quienes van a leer, desde ahí ponemos la fecha de los eventos, subimos las fotos. La interacción con la gente es constante”.

La escritora contó entusiasmada cómo fue el recorrido de la experiencia colectiva: “Hasta ahora ha sido una locura, lo fue desde el primer slam que hicimos. Cuando lo decidimos y armamos las redes, creamos el evento en Facebook una semana antes, agitamos un montón y se llenó. El primer slam lo hicimos en Juglar y fue una locura extrema. No podíamos creer que hubiera tanta gente, y de un montón de ámbitos, no solo poetas”. “Sentimos que está cumpliendo con el objetivo principal que teníamos que era poder generar un espacio donde la gente se sienta cómoda y se anime a leer por primera vez”, destacó Vera.

 

Si bien los eventos tipo slam están basados en que les poetas suban al escenario y luego un jurado conformado por el público decida quién hizo su mejor interpretación, Jereb explicó que el formato de competencia les “pareció una excusa para darle una dinámica distinta a la que suelen tener los eventos de poesía”.

Además expresó cómo se compone el jurado que elige al “mejor”: “En cuanto al jurado, en el primer evento invitamos a personas, después lo hicimos como se hacen en los slams: se toman tres voluntarios del público que se comprometen a estar hasta el final para escuchar a todos los poetas. Después debaten para ver cuáles fueron los tres mejores, los que más gustaron”. Quienes ganan reciben un reconocimiento simbólico.

 

Cada segundo jueves de cada mes, a las 21 horas, se realiza la convocatoria.  “Para cada slam se abre una vacante de veinte poetas. El primero fue de treinta, pero se hizo un poco denso, por eso bajamos el número. Los dividimos en dos bloques de diez poetas cada uno, unidos por una parte musical en la que ponemos en valor la presencia de mujeres músicas, ya sean lesbianas, trans o no binaries. Tratamos que esa diversidad se refleje en el escenario”, aclaró Vera y subrayó: “A veces la poesía es mucha data toda junta y se vuelve pesado. Como es impredecible lo que toca, de repente hay textos muy fuertes. La música está para distender esa presión que se genera”.

Más allá de lo puntualmente literario, el slam es una oportunidad para invitar a quienes llevan adelante emprendimientos autogestivos: “Siempre convocamos a feriantes –agregó Jereb-, entonces están los escritores que vienen a mostrar sus fanzines, pero también contamos con personas que brindan comida vegana, artesanías, ilustraciones, gente que lleva sus calcos, stickers, plantas, lo más variado que te puedas imaginar. Si nosotros podemos poner un espacio donde va a circular un montón de gente está bueno que podamos colaborar para hacer el aguante a muchas personas autogestivas”.

 

 


Voces de quienes leyeron por primera vez

Santiago Mañanet tiene 20 años. Actualmente está en tercer año de la carrera de Diseño gráfico en la UNCuyo. Desde chico tuvo sus primeros contactos con el mundo del arte: su mamá manejaba un taller al que asistía y en el que podía desenvolverse dibujando. Fue recién en cuarto y quinto año de la secundaria cuando se abocó más al dibujo. “Fue mi primera iniciación artística más en serio, sentí que lo estaba haciendo con más dedicación”, recordó Santiago.

“Hasta ese momento yo había sido una persona muy estructurada, y el arte me permitió dejar salir esa parte de mí que se deja llevar”, explicó el escritor.  Ese mismo año, empujado por un conjunto de situaciones personales, subió una publicación a Instagram en la que se descargó a través de la escritura, “algo que me conecta conmigo mismo, más que la fotografía y el dibujo”.

Mañanet no solo dibuja y escribe, además usa la fotografía como medio para expresarse: “Siempre me gustó sacar fotos, cuando me compré un celular bueno empecé a sacar y a editarlas ahí mismo. Recién en segundo año de la facultad me pude comprar mi cámara profesional”. Con la fotografía y la escritura logró una combinación que se retroalimenta: “Ahí confluye la parte de la expresión artística con la escritura que las acompaña. Cuando saco la foto me despierta la inspiración y a partir de las toma escribo”.

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