La banda mendocina Animauno estrenó esta semana su tercer disco, para palear una angustia colectiva que crece y decir presente en la lucha de un presente sociopolítico negro.

Por Richard Quevedo
Fotos: Gentileza

Cuando nace una nueva obra artística, sobre todo en tiempos oscuros y decadentes, subyace dentro del que la recibe una luz que se asemeja a la claridad de la lucha, a los espejos que quedan por reflejarse, a los muros perdidos que se transforman en esta cotidianidad en bastones largos y prominentes. Del otro lado están los hambrientos, lxs que se llueven, lxs que se inundan, lxs que se lloran en una sola masa de angustia y desolación.

Animauno abre este disco, compuesto por diez títulos, con “Sin márgenes”, una canción poderosa y elocuente. “Ser cándido, sin márgenes, enérgico, sin límites…” reza el riff violento y armonioso para enmarcar la estructura de una pieza que va in crescendo y late sobre la línea cronológica. Los minutos encuentran en la segunda canción la primera voz cristalina de Exe Stocco (Pasado Verde) creando una simbiosis profunda y destellante con la voz de Animauno, Tobías Deltín, quien vocea fuertemente hasta lograr el desenlace en el solo de guitarra memorable que cierra una de las canciones preferidas del que escribe.

¡Hola que tal! ¿Cómo te va? Mal…

Para darle prestigio a “Claro que sí” se asoman de a poco los rugidos del Canario Vilariño (Chancho va) hasta hacerla estallar en sangre y bronca a la lírica que pinta el cuadro del ocaso de hoy. Interpelando la actualidad, como agujeros de agua que rompen de a poco la pared de la sociedad, la canción le deja la posta a la reversión de “Mascarón de proa”, un rock hiphopeado y crudo que afirma que “al Norte y a la DERECHA está la destrucción”. Es quizás la canción más contestataria y política de la lista que viene mutando del disco antecesor de la banda y encuentra vida en éste, para reforzar el ir con las armas de la música.

Después de los potentes escalones de canciones que hacen notar la rabia y la tristeza, llega dulcemente, como un suspiro melódico, “Mi lado del muro”, una especie de balada engalanada con teclados firmes y tenues de Mariano Moreno (Ojo de agua) más la  compañía de Manu y Sasha Nazar (Cien peces piensan, Gauchitoclub). Describen la sórdida y oscura urbanidad, “Tu corazón en la ciudad…” gritan al unísono las voces para apesadumbrar las calles imaginarias y materiales, esas que develan la caída de los excluidos del sistema, que perciben un lugar: el lado de un muro cada vez más alto.

La línea que divide el SER del ESTAR

Alguna vez los libros proféticos alumbraron con el paso del tiempo la llegada del salvajismo de las pantallas, de la televisión que ensordece y ciega. Ese tiempo está aquí: cerebros enajenados por las redes virtuales. Esos cuerpos que corrían con una libertad enorme ya no lo son. “Eran libres” complejiza las ideas de la existencia y la lucha con lo percibido mecánicamente, acaso la destrucción inhumana del planeta que nos circunda muy cerca.

“Al frente”, la que nombra al tercer disco de la banda, abre el claro de la purificación de lo combativo, para darle batalla a lo viejo, a lo oscuro, a una historia ruin que en la maraña coyuntural se nos presenta como fantasmas, como muecas disímiles y sin piedad.

Hay fuego, demasiado fuego, la portada grandilocuente de Nicolás Viñolo nos invita a repensar las causas, ¿estamos del lado de allá?, ¿de acá? Las llamas rojas y el puño apretado le hacen frente al siniestro escudo de balas y sonrisas negras, a los cascos del terror que guiñan ineludiblemente a las últimas canciones que completan el disco: “Revolución”, “Conciencia” y “Contaminería” (homenaje a Cebo Cara y la Skandalosa) junto a Leo Martinez, última incorporación de la banda.

Al margen del sonido meticuloso y prolijo de Al frente, la interpretación vasta que deja la obra es la mirada sobre las desigualdades que nos abundan, de los cimientos de derechos que se pierden día a día, del hambre en la calle, de la gente comiendo de la basura, de la basura que es la televisión, de la televisión que es amo de nuestros cerebros. Un disco que no teme, que erosiona la mediocridad del músicx “apolíticx”.

Animauno se mete en el barro, sale a la calle, se quema en el fuego, pregunta, grita la bronca de lxs desprotegidxs. Muere en la batalla de cara al humo de la ciudad, para renacer en diez canciones rabiosas que patean mentes, que dan aunque sea una luz diminuta a un panorama de horror explicito. Al frente, hoy y siempre, aunque no veamos nada entre la niebla social.

 

Animauno son:

Fede “Manija” Sardá: guitarras

Víctor “Moko” Castillo: batería

Toby Deltín: bajo, voz y synthes

Leo Martinez: DJ, programación

 

 

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