Esquiva referirse a sí mismo y prefiere hablar del programa, pero resulta inevitable entender que Cuidado con el perro es un fiel retrato de Rodolfo Suden y viceversa. Desde la Universidad Nacional de Cuyo le chiflaron un “váyase a su casa, conductor”. Al perro lo dejaron en la ruta, pero se fue con el hueso entre los dientes.

Fotos: Coco Yañez

Lo interrumpimos mientras tomaba un té con galletas en su casa. Desde que se jubiló, Fito Suden tiene más tiempo pero no deja de estar ocupado. Hace 8 meses que no se sienta frente a un micrófono después de haber pasado más de 20 años haciendo radio. Todavía no se encuentra a sí mismo en este forzado fuera del aire, pero tampoco está triste, porque tiene proyectos.  Uno de ellos es hacer Cuidado con el perro en formato “café concert”, como prefiere llamarle.

Todo en él está marcado por su veta actoral, esa con la que cuenta desde su juventud y que está avalada por un título universitario. “El teatro es un modo de interpretar el mundo” dice, y si bien trabajó más de veinte años en el aire radial, parece que los últimos tres en Señal U, donde realizó los programas de su ciclo televisivo, fueron los más placenteros.

Preguntarle quién es Rodolfo Suden lo hace reflexionar más acerca de su profesión que sobre sí mismo:

“He rozado el periodismo, pero soy un hombre que habla por radio, un conversador. Me gusta transmitir humanidad y propiciar el pensamiento crítico. No quiero ser maestro Siruela”.

A lo largo de toda la charla repite ideas concretas que lo definen, pero ¿qué es Cuidado con el perro? Para él se trata de algo más profundo y complejo: lo lleva a compartir, durante casi una hora, todo lo que ese programa representa para sí y su audiencia, todas sus obsesiones y convicciones:

“Era un programa cultural. Siempre odié la preparación, me he mandado a notas de 45 minutos solo con un título. Mi convicción es seguir la conversación, ¿qué diferencia hay entre hacer un programa de TV y la vida? Hicimos un programa muy bueno en realización técnica, sin coqueteos vanidosos tontos. Igual bendita sea la dosis de vanidad justa”.

Para Fito nada cambió en 20 años de programa, no se dejó modificar por las pautas técnicas. Cuenta que le hervía la cabeza cuando los productores le hacían señas para que redondeara:

“A mí dejame trabajar con la piel, la sensibilidad y chau dogmas”.

Lejos del periodismo convencional, es crítico con la cepa mendocina de hombres de radio:

“Mendoza ha dado decenas de ejemplos de maestros Siruelas. Desde el establishment te enseñan a vivir a niveles fachistoides. Hombres que hablan desde un escalón superior, ¿por qué? ¿Porque trabajan en un medio? Yo no soy maestro Siruela”.

Cuando habla de los personajes de la cultura que pasaron por su programa solo tiene palabras de agradecimiento:

“Me sorprendían los que tenían barrio, humanidad. Los invitados no merecen menos que respeto y el programa era de ellos”.

Lo cultural es político y Fito lo sabe muy bien. Cuando se refiere al manejo del gobierno actual tiene opiniones muy claras y contundentes:

“Les interesa cualquier cosa menos la cultura y el pensamiento crítico. El gobierno nacional tiene un juego perverso a través de Durán Barba y le han destrozado la posibilidad de pensamiento crítico propio a casi la mitad del país. Yo no soy tan heroico, no hice periodismo político que es más riesgoso. El nivel dialéctico ha bajado a cero”.

Respecto a la resistencia cultural en la provincia de Mendoza, destaca los espacios clandestinos donde los artistas se refugian:

“Mendoza si no es la peor provincia le pega en el poste. Espero que la Municipalidad no empiece a tocar los timbres de estos lugares acogedores, que no solo difunden la cultura sino que son espacios de encuentro”.

Suden transmite la idea de que Cuidado con el perro estaba hecho a medida de los medios estatales. Haber trabajado toda su vida en medios públicos significa para él “morir de pie”:

“Los medios estatales deben hacer cosas por su naturaleza, y en ese hacer no deben ceder en calidad artística, que es todo lo que pasa por la palabra y la música. Del otro lado está el establishment mediático. En los medios estatales hay tiempo y libertad, es una suerte poder hacer lo que uno cree y quiere”.

Pero lo que está claramente a la vista en Fito es la importancia que le da al público que lo acompañó durante veinte años:

“Yo debería estar haciendo algo, es casi como una muerte y lo digo sin melancolía. Me quedé con la fantasía de hacer programas más especiales. Es una pérdida cultural, soy yo pero es el programa; sos vos y somos todos. Esto está muy por encima de mí mismo, ¿quién soy yo? A los medios no les importa la audiencia y yo pienso en la gente que quería este programa, en el respeto por las minorías”.

Si bien se vienen nuevos rumbos para Fito Suden y no reconoce extrañar el micrófono, con la salida del aire de Cuidado con el perro sucede exactamente lo que él marca: es una pérdida cultural perpetrada injustamente por un Estado que se encuentra en constante “limpieza” de todo aquello que abona la formación del pensamiento crítico (la educación, el arte, la ciencia). Es que se acerca octubre, y no vaya a ser que la gente lea muchos libros o escuche a nuestros conscientes hacedores culturales.

Si no es la radio coparemos cafés y casas escondidas en la ciudad. Suden no se queda quieto y está gestando ideas fuertes y frescas. Ladran, Fito, señal de que hay perro para rato.

 

La millonaria caja publicitaria de la UNCuyo