La quinta Fanzifiera tendrá lugar en el Centro Cultural Israelita el próximo 7 de abril. Las inscripciones de los feriantes está abierta hasta el 25 de marzo. EL OTRO dialogó con el sociólogo Nazareno Bravo, coorganizador del encuentro que se afianza en Mendoza.

Fotos: Coco Yañez

Nazareno Bravo.

El género es creativo, anárquico y libertario por definición. El fanzine crece en Mendoza de la mano de espacios autogestivos que no esperan iniciativas oficiales para crear.

¿A qué te dedicás y de dónde viene tu vinculación con el fanzine?

Yo soy sociólogo y trabajo en la Facultad de Ciencias Políticas y en el CONICET, soy investigador adjunto. Los temas que yo he ido trabajando tienen que ver con la participación, muchas veces direccionada hacia juventudes, sus formas y maneras. Algunas de tipo más político, otras de tipo más barrial y, en este caso, más cultural.

Otro punto que me interesa del fanzine tiene que ver con la autogestión de la producción y la distribución, basados en la autonomía y la independencia. Son obras que tienen esa perspectiva como forma de existencia.

Mi acercamiento inicial con la Fanzifiera surgió en El Living. Ahí me contacté con Gonzalo Varas de Mabel Editorial, uno de los encargados de la organización de estos encuentros.

Mi elección dentro de la Sociología tiene que ver con involucrarme en lo que voy trabajando, en la medida de las posibilidades, para poder captar el punto de vista de las personas que participan del proceso que estoy observando.

Por supuesto que esto depende de la recepción de la gente que produce. En este caso ha sido sumamente interesante y con mucha predisposición, lo que me ha permitido participar de la organización y, desde allí, también realizar entrevistas y registros de lo que va pasando.

¿Cómo se relacionan este tipo de publicaciones con el contexto social, económico y político?

A partir de lo que observo, pero también de lo que otras personas han estudiado, puedo decir que hay una relación bastante directa con la necesidad de comunicación, de poner nuestras ideas sobre la mesa.

Si uno tuviera que historizar esa necesidad de comunicar hay que ir a los comienzos de la humanidad, y si esa historización la pretendemos para los fanzines, también es complejo encontrar el comienzo, porque hay experiencias que no conocemos, porque quedan anclados a un ámbito y no salen de ahí.

Pero podemos pensar en folletos políticos de principios del siglo pasado, cuando el anarquismo trajo toda una cultura de ideas contrahegemónicas, no oficiales, y les era necesario un mecanismo de difusión de esas ideas.

En la música esto podría encontrarse en el punk. En Argentina lo interesante es que el punk llega sobre finales de la dictadura a brindar esas ideas en contra de lo establecido, que inaugura una línea. También en los 60 tenemos ilustradores que buscaron una distribución alternativa y hay registros de fanzines de ciencia ficción.

La idea del fanzine tiene que ver con la revista de un fanático que se produce y se distribuye de manera artesanal. Y eso otorga una libertad total respecto de los contenidos, a la vez que una limitación de distribución masiva, aunque ese no es el objetivo de las publicaciones de este tipo.

Pueden observarse momentos en los que crece la producción de fanzines, momentos de crisis política y económica. En los contornos del 2001, y desde 2015 en adelante, uno puede ver que hay más gente con la intención de comunicar ideas a partir de publicaciones como estas.

Hay una necesidad de comunicar pero también de resistir. Sería más fácil que se quedaran quietos en sus casas pero eligen organizarse.

¿Ese nacimiento cercano al anarquismo hace que haya una ideología imperante en los fanzines?

Hay ciertas cuestiones que fácilmente pueden entenderse desde ese ámbito de la autonomía, de “ir por fuera del sistema”, pero también es cierto que no todas las personas que hacen, hicieron o harán fanzines, adhieren a esa ideología.

Yo entiendo que lo de no amoldarse, sumado a la necesidad de comunicar y hacer, con ese “hazlo tú mismo” que vino del punk, perfilan al fenómeno y lo vinculan con aquel autonomismo, pero no es lo que prima. En todo caso se sostienen algunos postulados aunque no se los experimente desde el bagaje teórico.

Es interesante ver cómo estas ferias no requieren un aporte económico, ni para inscribirse ni para participar, y que se apuesta a que el colectivo sostenga el espacio. Donde mejor funcionan es en lugares que comparten esa mirada cultural.

¿Cómo va a ser esta quinta Fanzifiera?

Las Fanzifieras se venían realizando en El Living y, gracias al sostenimiento de esas ferias, comenzó a hacer falta un lugar más espacioso. En la última hubo más de 20 feriantes y vinieron muchas personas a ver y participar. Así que esta quinta Fanzifiera, sostenida en gran medida por Mabel Editorial, será en el Centro Cultural Israelita (Maipú 252 de la Ciudad de Mendoza), el 7 de abril. Las inscripciones de feriantes van hasta el 25 de marzo.

Ya tenemos casi 40 inscriptos de líneas muy variadas: cómic, ilustración, humor gráfico, militancias diversas, ediciones literarias, fotográficas y muchas más.

El único requisito para participar es que sean producciones autoeditadas.

 

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