Este sábado, la flautista Beatriz Plana presenta “Sola Flauta Sola”, su último disco de estudio. La música mendocina recorrerá composiciones latinoamericanas en el Museo Carlos Alonso, desde las 20.30 hs., con entrada libre y gratuita. EL OTRO compartió con la intérprete los relieves sinuosos de la música que habita.

Texto: Negro Nasif | Fotos: Coco Yañez

Durante una semana, a través de las plataformas de internet, pudimos acercarnos al tercer trabajo discográfico de Beatriz Plana. “Sola Flauta Sola” es el último disco de la talentosa, sensible y comprometida flautista, en el que se entrelazan siete obras de compositores de la Patria Grande. Algunas de ellas, especialmente escritas para Beti, fueron grabadas por primera vez.

Lo escuchamos sin prejuicios, abriéndonos a un mundo sonoro poco concurrido, con la idea de “hacernos el oído” a una serie de interpretaciones sin mapas, sin marcos musicales preformateados en los cuáles anclarnos. Como si buscáramos sensaciones recorriendo con el tacto en las texturas de una pintura abstracta.

Con esa sensibilidad fuimos a la casa de Beti, donde la música está en todas partes: en las partituras del atril, en los parlantes del living, en una guitarra apoyada contra el sillón, y hasta en una kalimba rodeada de juguetes en la cuna de su nieto Camilo.

Sobre la mesa de la cocina nos espera el generoso regalo: el disco calentito, el objeto artístico, que por muchos cuerpos supera a la experiencia virtual. Es hermoso, cuidado hasta en los mínimos detalles por Germán Quiroga. No diremos mucho más de él, para que el/la lector/a lo busque y recree la experiencia de tenerlo en las manos y anime los sentidos hasta oler el aroma de la impresión.

“Es un disco difícil, absolutamente, lo sé, no es esperable, yo sé que en un punto es árido”, reconoce la intérprete y se hace cargo, sin pesos sobre la espalda, del riesgo que asumió al encarar esta obra.

¿Por dónde entraste a esta atmósfera?

Desde hace mucho tiempo que vengo estudiando a los autores latinoamericanos que se han dedicado a la flauta, hay mucho camino recorrido, pero este disco fue una necesidad de unir autores presentes con algunos que ya partieron.

El camino hacia la grabación no vino por un lado intelectual, pasa mucho en la música contemporánea que se tiene el concepto de que esto es “para intelectuales”. Yo podría situarme en ese lugar y transcurrir, pero para mí, si la música no me apasiona, no me emociona, y no me pasa por las venas y el cuerpo, puedo sentir que está buena, aunque no la habito, no me apropio de ella.

Yo no soy compositora, soy intérprete, y el rol que tengo es encontrar los libretos, los poemas, y me los tengo que apropiar para poder expresarlos. Ese es el punto que más me apasiona de lo que hago, me tiene que pasar lo mismo cuando toco un vals venezolano o un tango, o cuando toco con la orquesta una sinfonía de Schuman o un concierto de Mozart en la flauta. La música ocupa ese espacio que no tiene ninguna frontera.

¿Cómo te encontraste con estas músicas del disco?

De distintas maneras, caminando la música, cada una tiene su historia. “Solar”, por ejemplo, es de Cergio Prudencio, a quien no conozco personalmente, pero me llegó su obra, me puse a estudiarla, me enamoré de su música, vi que no había grabaciones, y me dispuse a tocarla. Lo grabé y se lo mandé, yo ni siquiera lo conocía, y la respuesta del maestro fue extraordinaria, me da apuro decirlo…

La docente avanza apasionada en la descripción de las obras, pero le resultan insuficientes las meras palabras para intentar llegar al todo del asunto. Es por eso que extiende sobre la mesa una sábana de papel tejido a lápiz por un lenguaje indescifrable, al menos para nosotros, que pertenece a “Cartografía del Viento”, el segundo tema del álbum.

“Somos muy amigos, nos conocemos mucho con Marcelo Toledo que es el autor de esta música. Se fue a vivir a Nueva York hace treinta años y cada tanto viene al país. El no conocía Mendoza, se enamoró inmediatamente y me pidió una foto de la montaña. Yo le mandé una de esas clásicas del atardecer en las que se ven los azules, violetas… esa imagen típica que nosotros tenemos todos los día acá. Después del envío, él me respondió con esta partitura, en la que están dibujadas capas y capas de la montaña nuestra, son capas superpuestas de flautas que suenan. Cuando la vi por primera vez casi me da un infarto. ¿Cómo iba a hacer yo para que esto suene y sea la foto de la montaña?

Fue un proceso precioso, Marcelo me mandaba fotos de la partitura por whatsapp, yo las imprimía en formatos más grandes, hice varias copias, las empecé a pintar, y de a poco fui desentrañándola. Es una obra para flautas pregrabadas, fuimos grabando varias voces superpuestas. La obra tiene dos partes, una es la montaña, la otra es el viento. Ahí pude entregarme al juego, con formas inusuales de interpretar la flauta. Ahí apareció el viento.

Es notable cómo tu propia respiración es incorporada a esas texturas, a la manera de costuras que no hay que esconder, sino todo lo contrario. Y cómo, a la vez, hay un aire común que unifica cada tema en una obra absolutamente latinoamericana…

Para llegar a esta síntesis hubo muchas otras posibilidades que fui descartando en búsqueda de una línea, un concepto. Me alegro que se perciba. Yo intento habitar la música. Tomo un texto ya escrito y soy muy respetuosa de ese texto, esa responsabilidad tenemos como intérpretes, pero, desde el papel al espacio sonoro pasa algo que no sé cómo definirlo. “Habitar”, esa es la palabra que para mí más se acerca a lo que siento cuando interpreto.

El disco habla de nuestra América, de la América de Martí que venimos buscando por muchos caminos. Con el Polo (NdR: Leopoldo Martí es músico y esposo de Beti) luchamos desde hace mucho tiempo y nos encontramos en este punto a partir del cual, con este cristal, exploramos distintas posibilidades, en mi caso desde la interpretación de la flauta.

Beti toma sus flautas y llena de música la cocina donde nos convida unos mates. Se palpa el sonido en el pecho que nos vibra con cada una de las mutaciones de su respiración en el tamiz mágico del instrumento.

En un rato la flautista participará en un concierto en el Teatro Independencia, pero antes de irse nos revela algunos secretos del disco que compartirá en el Museo Carlos Alonso, como el concierto de las ranas que grabaron con Polo en Uruguay que terminó siendo inspiración y contenido de la “Serenata Nocturna para Flauta y Ranas”, o el canto crudo al pasar de un afilador que los fines de semana los visita, o las campanas de Neruda de la Isla Negra que atraparon en uno de sus viajes a Chile.

“Sola Flauta Sola”: música, riesgo, magia y poesía. La propuesta libre de nuestra Beti Plana.

 

🔴ANTICIPO | SOLA FLAUTA SOLA

🔴ANTICIPO | SOLA FLAUTA SOLA Beti Plana interpreta “Solar”, de Cergio PrudencioMás info⏩⏩ https://www.facebook.com/events/267093900874188/www.elotro.com.ar#EstamosEnLaCalle

Posted by El Otro Diario on Thursday, March 21, 2019

 

 


 

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