En el último año el consumo de carne ha descendido significativamente y el comercio minorista ya acusó recibo. Panorama complicado para los carniceros de barrio.

Fotos: Apprentice

La dieta de la mayoría de las argentinas y argentinos posee un componente cárnico importante y este consumo depende, en gran medida, de los precios que los cortes de vaca, cerdo y pollo tienen en el mercado minorista.

En 2015 a nivel nacional el consumo de carnes –incluyendo al pescado- marcó un récord, con 127 kilogramos por persona en un año. Pero todas las situaciones idílicas parecen tener su coto, y luego de la devaluación del 40% de la moneda nacional y de una inflación interanual que podría superar el 45%, el consumo en 2016 se desplomó.

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Los consumidores han dejado de acceder a los productos alimenticios que les gustan para priorizar otros gastos, ya que, a los aumentos tarifarios de los servicios de gas, luz y agua, se sumaron los del transporte público y las comunicaciones, y los sueldos no han tenido un incremento proporcional.

Atendida por su propio dueño

Andrés es carnicero y desempeña su oficio desde hace veinte años. Poco a poco, a fuerza de tesón y favorecido por las buenas ventas, logró expandir su negocio y, desde hace cinco años posee tres sucursales en el Gran Mendoza. En este 2016 su rápido crecimiento comenzó a tambalear, sin embargo no pierde las esperanzas en que la mala racha sólo sea pasajera.

El sábado pasado EL OTRO se encontró con Andrés trabajando en uno de los locales que alquila (cerca de una de las sucursales del supermercados Coto), a puertas cerradas y en un horario inusual: la siesta.

¿Cómo estuvieron las ventas de carnes en estos últimos seis meses?

Las ventas han caído estrepitosamente. Si bien “el Coto” incide, no menos de un 50% de las ventas han caído por el cambio de la situación económica. Hasta el año pasado este local lo atendía una encargada que manejaba a tres empleados más. Por la crisis yo me dejé de ocupar exclusivamente de las compras y tuve que volver a trabajar acá en la atención al público con dos empleados, para cuidar al cliente.

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Las cadenas de supermercados son una competencia desigual para las carnicerías minoristas.

“Lo que más vendo es milanesa lista para freír porque a la gente le rinde más”

¿Han tenido que cerrar alguna sucursal?

No. Pero las estamos sosteniendo de esta manera porque no dan los márgenes de lo que estamos sacando.

¿De dónde viene la carne que consumimos?

En mi opinión, la mayoría de la carne que estamos consumiendo viene de afuera y no ya de Mendoza. Viene fraccionada, congelada o al vacío y te permite trabajar más cómodo, porque las medias reses (media vaca ya faenada pero sin desmembrar) terminan siendo muy caras.

Las medias reses que uno desposta en carnicería tienen todos los cortes y, por los valores tan altos, hay muchos que no se venden tanto y generan pérdidas. Con la carne que viene fraccionada por corte uno puede encargar, por ejemplo, más carne para milanesas (con valores que oscilan entre $99 $120) y menos peceto ($125 a $200).

Hoy tenés que ser muy, muy fino para que el trabajo te rinda y no podés darte el lujo de mandar a carne molida un corte caro.

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“Por las tardes atiendo con las luces apagadas para ahorrar luz”

¿Qué expectativas tiene para las fiestas y para el mediano plazo?

Para las fiestas va a seguir estando todo muy tranquilo como nos pasó con el día de la madre, el del padre y otras ocasiones especiales del año. Parecen días normales.

Yo tengo mucha fe que esto, como todas las cosas, es temporario, va a pasar y la gente va a volver a consumir. Por eso sigo estando acá.