Como cada 19, el Colectivo por la Restitución de Derechos a Sobrevivientes del Próvolo renueva su fuerza y unidad para que todas las atrocidades cometidas en el ex instituto educativo no queden impunes.

Texto y fotos: Richard Quevedo

Sin hacer demasiadas conjeturas sobre lo que se ve en cada concentración, la palabra, la imagen, la metáfora, y lo hecho carne, es el silencio. Una cosa material que resuena hoy en día en los edificios, calles y hasta en los cuerpos de una sociedad que mira de reojo una problemática que se ha expandido de a poco, gracias a la lucha de un colectivo que pelea contra el negacionismo, la abulia social y las estructuras de una institución que esconde sus ríos negros y atroces.

El lugar es el Kilómetro 0, invadido por el ruido de los transeúntes y lo ajeno, cientos de autos que pasan, miran, ven, obedecen el semáforo y siguen su marcha. Cuesta que una cosa “lejana” nos comprometa, nos ponga en foco para pelear contra la injusticia, con los enormes y eternos plazos que tiene la burocracia judicial. Sin embargo, el Caso Próvolo es una de las causas más importante, hasta ahora, de abusos sexuales en la Iglesia católica.

 

 

La pelea frente a la impunidad se viene dando no solo para restituir los daños de las víctimas, sino que además tiene fundamentos que se refuerzan cuando los que deciden ser parte toman conciencia de la gravedad de los hechos ocurridos en ese edificio de Luján de Cuyo. También por la no modificación edilicia, por el respeto de los tiempos judiciales, por la memoria, contra el proselitismo y la utilización política.

Con todas esas banderas en mano, y el corazón puesto con profundo empeño para lograrlo, cada 19 se convoca a todas, todos, todes, a cada persona que desee romper la indiferencia y acompañar a las y los sobrevivientes, para que exista una realidad menos desigual y un poco más justa, para que se determine la fecha de juicio. Que la monja Kosaca Kumico espere en prisión la sentencia, que se respete el predio del ex instituto y se consulte a las víctimas y sus familiares para decidir cómo debe preservarse ese espacio de memoria.

 

 

La contracorriente de los pasos del Colectivo por la Restitución de Derechos a Sobrevivientes del Próvolo tiene demasiados escollos y dudas, pero una claridad que no se deja llevar por las complicidades políticas y estatales, que eleva fuertemente la consigna “¡Separación de la Iglesia y del Estado!”, para que dejen de entretejer atrocidades, que cesen de ser sinónimos, y así llegar a conseguir la justicia que nada tiene que ver con lo celestial. El maquillaje del infierno tiene un color grisáceo y se descorre por los latidos de los que luchan. Los que nunca se darán por vencidos, porque se va a terminar esa costumbre de violar.

 

 

 


 

“Con nuestras voces y nuestras manos rompemos el silencio”

“Una falta de respeto a las víctimas y sus familiares”

“No podemos permitir que se reabra el instituto del horror”

Un Estado ineficiente frente al caso Próvolo