La saturación del sistema de salud, producto de la ineficaz administración de la pandemia en Mendoza, provoca otras muertes evitables. El viernes, un joven con discapacidad de 27 años falleció en una ambulancia esperando atención en el Hospital Central. A pesar de contar con cobertura prepaga integral y total, y de la intervención de autoridades del Ministerio de Salud y de la Justicia, las horas de espera ante la urgencia por una apendicitis desembocaron en su fallecimiento. Crónica de las tragedias invisibilizadas.

Por Redacción EL OTRO

Hospital Central. Foto de archivo: Coco Yañez

Oriundo de San Luis, Iván Nielsen es el nombre del joven que falleció esperando atención hospitalaria ante un evidente cuadro de apendicitis. El viernes a la madrugada, el hombre de 27 años, quien se encontraba internado en el Hogar Estar Mejor por una discapacidad mental, alertó a los profesionales del establecimiento a partir de sintomatología característica de “abdomen agudo”.

El servicio de emergencias contratado por Estar Mejor acudió a su llamado y alrededor de las 6 de la mañana llegó al lugar, donde evaluaron al paciente y entendieron que su cuadro requeriría de internación inmediata. Fue el inicio de un periplo trágico.

Foto de archivo: Cristian Martínez

Desde ese momento, comenzó una serie de largas gestiones para lograr que el paciente sea recibido por un hospital privado o público. La familia de Iván, la administración del hogar, y el propio servicio de emergencias solicitaron reiterada e infructuosamente coordenadas a la prepaga OSDE para su traslado, ya que al tratarse de una persona con discapacidad contaba con una cobertura integral y total. Incluso se produjo un relevo en la guardia del servicio de emergencias durante la espera.

Frente a la situación crítica sin respuestas, la propietaria de Estar Mejor, Paula Landa, se comunicó con Oscar Sagás, subsecretario de Salud provincial y con Celina Correa, subdirectora de Acceso a la Justicia de la Suprema Corte de Justicia de Mendoza. El camino parecía allanarse. A pesar de algunos desencuentros acerca del sitio de destino, tras un intento de derivación al Hospital Italiano, que negó la solicitud a la central del servicio de emergencias, finalmente sea autorizó la recepción del paciente en el Hospital Central.

Foto de archivo: Gobierno de Mza.

Hasta las 12:30 la ambulancia estuvo en el hogar esperando esa resolución, debido la probabilidad quirúrgica derivada del diagnóstico. Por si fuera poco, la residencia está aislada porque recientemente una persona dio positivo de coronavirus, por lo que aplicaron el protocolo correspondiente.

Confirmado el traslado, apenas unos minutos después de las 13, la ambulancia llegó con Iván al Hospital Central. El Dr. Ojeda, médico del servicio de emergencias, ingresó al nosocomio para completar el formulario de derivación del paciente. Le solicitaron que lo bajara y dejara sentado en una silla, ya lo atenderían, pero, según informó el profesional de la ambulancia, el joven no podía quedarse sentado debido a su doloroso cuadro, tampoco solo, ya que no tenía acompañantes de su familia ni personal del hogar que se encontraba aislado por protocolo Covid-19.

Tras más de una hora de espera en el estacionamiento, autorizaron al personal de salud del servicio de emergencias para que ingrese al paciente. Al proceder, dieron cuenta de las consecuencias fatales de la tardanza: Iván había muerto.

Foto de archivo: Coco Yañez

El vehículo de emergencias debió retornar al hogar con el cuerpo del joven, porque el Hospital Central no permitió que fuese ingresado a su morgue. Como es lógico, tampoco pudieron dejarlo en ese lugar donde vivió sus últimos días, por lo que permaneció en la ambulancia hasta las 18 horas, momento en que intervino la Justicia a través de Criminalística.

La investigación está a cargo de la fiscal Claudia Ríos, quien en definitiva deberá establecer la causa de la muerte del joven y las posibles responsabilidades penales. Sea cual fuere el resultado de la pesquisa, es muy claro que el sistema sanitario no proporcionó la respuesta adecuada ante una emergencia absolutamente remediable que le costó la vida a una persona con discapacidad de 27 años.

El colapso del sistema de salud público y privado, producido por la pandemia y profundizado por la impericia de la administración Suarez, está dejando como saldo cotidiano este tipo de historias, tan tremendas como invisibilizadas. El mismo día en que falleció Iván, otro hombre murió de un infarto en la vereda del mismo nosocomio, mientras esperaba el resultado de sus análisis.

 

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