Las falencias estructurales dejaron a miles de alumnos y alumnas fuera de la escuela durante 2020. La grave situación no solo se explica desde la falta de recursos. Una historia de mezquindades y exclusión en referencia a los cuadernillos pedagógicos de Nación. 

Por Redacción EL OTRO | Fotos: Cristian Martínez

José Thomas, director General de Escuelas / Foto: Cristian Martínez

Las estrategias para sostener la educación en contexto de pandemia han resultado poco satisfactorias en el universo educativo. Los esfuerzos de las y los docentes,  la predisposición de alumnas y alumnos, y la voluntad de algunos funcionarios chocaron con la realidad: alto nivel  de desigualdad y un sistema poco preparado para revertirla. Pero también en el fracaso se colaron otras cuestiones.

En Mendoza, como en otras provincias, los miles de estudiantes aislados de la burbuja digital se encontraron sin respuesta y con escaso o nulo acompañamiento del gobierno escolar. A sabiendas de esta realidad,  desde el Ministerio de Educación de la Nación se diseñaron diversas estrategias, entre ellas material impreso de distribución gratuita del programa Seguimos Educando.

Foto de archivo: Cristian Martínez

Dada la situación, los cuadernillos de Nación se presentaron como  una herramienta útil para que los excluidos de la educación digital pudieran concretar las trayectorias educativas. Sin embargo en Mendoza, por razones extrapedagógicas, esta ventana de garantía de derechos se cerró.

A pesar de lo dicho por  la máxima autoridad de la Dirección General de Escuelas, José Thomas, el material no fue validado para trabajar en las aulas. La valoración negativa que hizo la DGE sobre los cuadernillos llevó a que supervisores, directivos y docentes descartaran el uso de los manuales. Las razones expuestas sobre la incompatibilidad dejaron ver detrás los motivos ideológicos o políticos partidarios.

Foto tomada durante el Caravanazo docente contra la Ley Thomas / Cristian Martínez

A continuación citamos una experiencia inaudita que grafica el nivel de resistencia al uso de los cuadernillos que se plantea en las aulas de la provincia.

La historia gira en torno a la escuela primaria Manuel Belgrano de la Ciudad de Mendoza. Las protagonistas son Paula y sus dos hijas que, desde que se inició el sistema de clases virtuales, buscaron la manera de sortear el aislamiento que supone estar desconectadas. “El sistema que planteó la escuela, clases por video llamadas y entrega de prácticos vía correo electrónico, es imposible para muchas familias, en mi caso les tenía que ceder completamente el teléfono a mis hijas, que es el que uso para trabajar. Cada una debía estar conectada tres horas por día y además imprimir el material que nos costaba unos 500 pesos semanales”, explica Paula, afectada por la situación que se presentó en miles de hogares. 

Foto de archivo: Cristian Martínez

“Desde abril comencé a pedir los cuadernillos del Ministerio de Educación de Nación, primero las docentes me decían que no iban a hacer falta principalmente porque ningún chico de la escuela los necesitaba ya que todos estaban conectados,  si un chico se conecta una vez al mes lo cuentan como conectado. En mayo hablé con la directora y me dijo ‘no te van a servir porque la DGE no lo acredita, porque la Provincia tiene una planificación y Nación otra, si querés hacelo pero tus hijas van a quedar descolgadas y van a tener que hacer el año de nuevo’”.

Como describe la mujer, la negativa por distintos motivos al uso del material fue una constante en las reuniones con las docentes y los directivos, entre esas razones le llegaron a plantear que los cuadernillos no servían porque habían sido pensados para alumnos de escuelas “urbano marginales” y que no estaban dando resultados “porque la gente hacía fuego con ellos”.

Foto tomada durante el Caravanazo docente contra la Ley Thomas / Cristian Martínez

“Durante meses no hubo, de parte de la escuela, ninguna solución para los chicos que no se podían conectar, fue un logro que los nombraran, porque para ellas no existían, luego dijeron que los iban a esperar y posteriormente que no tenían que hacer las actividades”, agrega Paula en un relato minucioso de los meses de lucha que atravesó para conseguir algún material pedagógico para que trabajaran sus hijas.

“Finalmente, a mediados de setiembre, desde la escuela nos dijeron que la DGE había acreditado el uso de los cuadernillos pero se dispuso que los alumnos que trabajaran con ese material no iban a contar con apoyo de sus docentes. Es decir que desde entonces las maestras de mis hijas son los cuadernillos, les soltaron la mano. Te dan el cuadernillo y se retiran, hace una semana que la maestra me bloqueó el teléfono.”

Captura de Whatsapp de conversación de Paula con la maestra de su hija / Gentileza

“No es falta de recursos, es falta de mirada, no tienen en cuenta que la educación debe ser para todos, no se le puede soltar la mano a los chicos”, denuncia Paula anonada con la resistencia del sistema a dar soluciones.

De acuerdo a la nota que recibieron las madres y padres de estudiantes del Belgrano, junto con la habilitación de los cuadernillos, los mismos son únicamente  “para aquellos alumnos que no cuentan con ningún tipo de conectividad o medio para comunicarse con su docente, recibir y devolver las tareas”. Para el uso del material la escuela plantea lo siguiente “Los cuadernillos los envía Nación una vez al mes, la Dirección informa día y hora en el que se le hace entrega del mismo a la familia y el alumno realiza las tareas allí propuestas sin mediación del docente ya que no hay conexión con el maestro. Al mes siguiente, cuando llega el próximo cuadernillo la familia deberá entregar en la escuela el que completó y retirar el nuevo, previo aviso de dirección del día y la hora, teniendo en cuenta que las escuelas están cerradas. Esta modalidad de trabajo no es complementaria a las tareas que entrega el docente ni conviven ambas propuestas, porque el alumno que recibe cuadernillos es porque no tiene ninguna posibilidad de contacto con su maestro”.

Nota enviada a los padres por las autoridades de la escuela Belgrano.

La historia de Paula y sus hijas se repite en cientos de escuelas de todos los niveles. El material de Nación no fue tomado en cuenta y su desaprobación cercenó la posibilidad de miles de alumnxs que quedaron excluidos de la educación digital por falta de recursos materiales.

“La entrega de estos cuadernillos sigue a un trabajo muy pormenorizado que hemos hecho con ayuda de directores y supervisores para identificar a cada uno de esos chicos en lo que el contacto ha sido complicado”, afirmaba por abril la directora de Planificación de la Calidad Educativa, Silvina del Pópolo, cuando la DGE aseguraba la entrega de 120 mil ejemplares en la provincia.

Las preguntas sobran. ¿Cuál fue la razón para desestimar el uso de este material? Y, en definitiva, ¿por qué el gobierno de Suarez eligió esta oportunidad para instalar la grieta política en las escuelas?