Diecisiete fotógrafos del barrio La Gloria presentan su libro de estenopeicas. Conversamos con Karen Minasi, una de las coordinadoras de este proyecto comunitario que busca promover la comunicación como un derecho humano fundamental.

Fotos: Coco Yañez

La mención a “el Jorge”, aparecerá desde el principio hasta el fin de esta charla con Karen Minasi, quien trabaja en La Gloria, desde hace más de veinte años, en diferentes proyectos comunitarios.

Los que aprendieron a respetar el barrio, saben que no hay Jorge más transcendente que el cura Contreras. Él abrió caminos más allá de lo que, en bocas institucionales y mediáticas, suele pronunciarse despectivamente como lo “urbano-marginal”.

Contrariando ese discurso, Karen, una de las seguidoras de “el Jorge” y actual directora del Centro de Actividades Educativas que lleva el nombre del sacerdote, persiste en buscar formas de inclusión para las pibas y pibes de este barrio de Godoy Cruz, que superen la reiteración de políticas asistenciales, y pongan en el centro la promoción de los derechos humanos y la organización colectiva.

“Con la Dirección General de Escuelas, dentro de la perspectiva de la gestión social, abrimos el CAE donde, entre otras propuestas, le dimos forma al proyecto comunicacional Popu medios”, nos cuenta la profesora Minasi, para dar contexto al libro que se presentará hoy en el barrio.

Con los ojos de La Gloria es uno de los resultados de estos últimos años de trabajo en la comunicación popular. Los protagonistas del libro son diecisiete niñas y niños, autores de la selección de imágenes que se incluyen en el volumen.

Los alumnos recibieron formación en el manejo de la fotografía estenopeica, una técnica mediante la cual se obtienen fotos con apenas unas latas que tienen un agujero por donde se capta la luz, que se plasma en un papel. Así de mágico, como es en esencia la fotografía.

“Propusimos un proyecto de fotografía estenopeica porque vinieron al barrio alumnos de la carrera de antropología de la Universidad Diego Hurtado de Chile, en coordinación con la UNCuyo, -recuerda Karen-, y fueron ellos los que nos sugirieron esta técnica que estaban usando allá, en comunidades similares, con muy buenos resultados”.

El fotógrafo Cristian Martínez (actual reportero gráfico de EL OTRO) los inició en el manejo de los procedimientos y capacitó a las extensionistas, quienes montaron con los niños el laboratorio de revelado.

Esta técnica fotográfica, rudimentaria pero muy efectiva, requiere concentración, paciencia, dedicación, y una apertura constante para reconocer los resultados progresivos de la experiencia. “Al principio desconfiaba que los pibes pudieran quedarse más de diez segundos quietos”, relata Karen, y al rato se le ilumina orgullosa la cara mientras nos enseña las páginas del libro, con los logros concretos de los chicos.

Con los ojos de La Gloria fue financiado por la Universidad Nacional de Cuyo. El proyecto se inició en 2013, y se transformó en libro recién hace unos días. “Los procesos comunitarios, para que sean sólidos, para que sean realmente de la comunidad y no de un tercero que invade o desembarca, requieren de un proceso, de un camino lento que desembocará en un producto, por más mínimo que sea”, dimensiona Karen.

Las palabras esperanzadoras de la docente se pueden corroborar en cada una de las imágenes del libro. Micaela, Nahuel, Mauro, Guillermo, Sonia, Joaquín, Bruno, Tiziana, Candela, Nico, Brisa, Melina, Axel, Rocío, Mayerly, Renzo y Priscila nos muestran su barrio, la cotidianidad de los espacios que transitan a diario, el canal donde se bañan en los veranos, espacios públicos que cambiaron su fisonomía en el último tiempo, el reflejo de un charco que permaneció varios días después de la lluvia… “Prejuicios”, escribieron sobre la imagen de un par de zapatillas. “Siempre abiertas”, dice debajo de las fotos del portón de la escuela.

A primera vista, la simpleza técnica de estas tomas tal vez contraste con la explosión visual de nuestra era digital, pero al poco tiempo de observarlas los prejuicios se corren, y se puede comprobar en cada foto una memoria valiosa de un momento totalmente subjetivo, o la síntesis provisoria de un desarrollo de técnica fotográfica o, quizá, una manera única de mirar y documentar la realidad, sin intermediarios.

“Si vos lo tomás como un proceso de trabajo comunitario, de contención, de poder sostener el proceso durante años, los avances son notables”, nos advierte Karen, y resumen el alcance de esos logros con una anécdota concluyente: “Bruno tiene 11 años, es uno de los fotógrafos que además está en todas las cosas que hacemos. El otro día lo llamo y le digo: ´¿Conocés estos ojos?´. Él miró el libro, lo empezó a tocar, lo abrió, enseguida comenzó a reconocerse, a descubrir su propia producción, y empezó a decirme emocionado: ´Me muero, mi mamá se muere, mi viejo se muere…´ “.

Los ojos y las fotos de Bruno, y de todos sus compañeros, nos esperan esta tarde, a las 15 hs., en el CAE Jorge Contreras, en Terrada y Carrodilla, barrio La Gloria, Godoy Cruz.