Se abre camino una nueva generación de músicos en Mendoza. Alejo Llanes y Valentín Castro forman parte de lo que emerge, por senderos propios, con distintas formas y nuevas concepciones de lo artístico. El sábado 11 tocan en el Rock & Wine, el encuentro anual de bandas locales, en el Teatro Imperial.

Fotos: Cristian Martínez

Alejo Llanes y Valentín Castro.

Pisan el escenario con solidez. Largan con dos temas que inferimos propios por la transparencia de su identidad. Para despedirse eligen “Qué he sacado con quererte” y, mientras reinterpretan a Violeta Parra, asoma por detrás del telón la cantora, quien se suma al lamento. “Como cambia el calendario / Cambia todo en este mundo / Ay, ay, ay”, cantan los sorprendidos Alejo y Valentín, con Liliana Herrero y el público.

La emocionante escena ocurrió de improviso a mediados de octubre, en el Teatro Imperial de Maipú. En la previa del conmovedor y hermosísimo concierto de Herrero, escuchamos por primera vez a Alejo Llanes y Valentín Castro, músicos de la nueva generación mendocina quienes el próximo sábado volverán al Imperial, esta vez como protagonistas del Rock & Wine, el encuentro anual de bandas locales.

A pocos días del toque, nos juntamos con los pibes en el café Liverpool, como buscando cierto amparo en los íconos de Lennon y McCartney, referencias de Alejo, quien ya está sentado frente a nosotros, con una gaseosa de pomelo y ganas intensas de contarnos sobre su trayectoria y auguradas noticias.

La historia compartida es casi la mitad de sus vidas. Desde los 10 años, Alejo y Valentín tocan, componen, arreglan, interpretan, arman, desarman, graban, mezclan. “Estamos grabando, faltan algunas cositas para terminar. Los pianos los grabamos esta semana y ya después va a ser puro máster, pura mezcla, edición, todo eso… ”, se entusiasma Alejo y nos explica que el disco, que aún cocinan, implica “cerrar una etapa que empezó cuando teníamos 10 años, ahora tengo 17 y Valentín los está por cumplir, hasta lo que venimos a hacer ahora que estamos en el medio, entre ser grandes y ser chicos”.

El disco tiene diez canciones propias que trabajaron en Buenos Aires con Leandro Lacerna. “Hay muchos temas que se agregaron este año y el año pasado, pero hay una o dos canciones que las hice en 2012, o sea, cuando tenía 12 años”, precisa Alejo, mira hacia la calle esperando que aparezca su compañero de escuela, se revuelve el pelo y sigue: “Si bien han quedado relegadas canciones que uno hizo a otra edad, y luego uno compone más y las reemplaza, han sobrevivido algunas. En la esencia del disco está la niñez todavía, hay que hacerse cargo de eso también”.

¿Cuál sería la frontera, vos sentís que están vigentes esas canciones?

Sí, están vigentes. Sí me ha pasado que he sentido que canciones viejas mías, o que hemos hecho con Valentín, ya no nos llena más tocarlas. También hay covers como “Qué he sacado con quererte”, que los tocamos desde que tenemos 10 años, canciones que seguimos tocando porque nos siguen identificando, nos siguen gustando, las podemos defender todavía.

Obviamente, no hay una frontera, un paso, pero sí hay un crecimiento y traés con vos todo eso.

¿Ese crecimiento dónde lo ves, en las temáticas, en las formas poéticas, musicales?

Yo creo que es la forma con que uno encara una canción, desde el lugar en que uno se pone. Uno va cambiando a medida que va creciendo y las cosas las ves desde otro lugar, desde otro punto de vista.

Una de nuestras últimas canciones se llama Niño Pez. Cuando escribí la letra me resultó claramente que ya no estaba componiendo desde el lugar del niño, sino desde el adolescente que se da cuenta que ya no es un niño. Cuando era más chico componía mucho leyendo libros, ahora la lectura la tengo medio apartada, la tengo que volver a traer conmigo.

¿A la vez no te da la sensación de que al niño también hay que cuidarlo, conservarlo, no ponerse ni grande ni serio?

Como te decía recién: uno trae eso, hay que hacerse cargo y mantenerlo. Nunca hay que renegar de lo que uno hizo. De hecho hay que estar contento. Yo estoy seguro que dentro de unos años voy a estar contento con que mi primer disco fue a los 17.

La música es súper lúdica: estar en un escenario, interactuar con el público, grabar, sentarse en una computadora a hacer ruidos, a ver si sale algo. Es un juego, es como dibujar, pero si querés vivir de eso, no te alcanza, le tenés que poner huevo, dedicación, tiempo, esfuerzo, tenés que tener suerte. Nosotros tenemos la suerte que nuestros viejos nos ayudan, nos bancan.

Esto es lúdico, pero también hay una cuota de responsabilidad que si no la tenés no pasa nada, no vas a ningún lado. También depende de lo que quiere cada uno.

Alejo es sumamente reflexivo, busca las palabras justas antes de contestar, revisa, piensa lo que va a decir, usa sus dedos en el pelo como una suerte de ayuda para hurgar entre sus ideas y el decir riguroso. “Yo tengo claro que esto es lo que me gusta, que de esto quiero vivir”, dice sin titubear, aunque pone en duda esa certeza en manos de la “mucha suerte que hay que tener para que se te den las cosas, para cumplir tu sueño”.

Llega Valentín con la guitarra en la mano. Se alumbra el rostro de Alejo. Si hay algo que se llame química, es lo que se percibe cuando estos dos músicos, amigos, compañeros, se juntan. Alejo se distiende. Valentín ya viene distendido, sonríe como si no existiese la tardanza.

“Con Nicolás López, que está tocando el bajo, y Fernando Prado en la batería, ahora estamos tocando en banda. Ya tocamos en Le Parc, en nuestro colegio, ahora se viene el Imperial y después la Fiesta de la Cerveza de Godoy Cruz, en la que fuimos seleccionados entre más de 300 bandas. La idea central es presentar el disco el año que viene”, nos pone al tanto Valentín.

Hay un hueco de formato entre el disco compacto y las nuevas plataformas de música. ¿Por qué ustedes siguen grabando discos?

El disco tiene toda una mística. Obviamente que después lo subís a Spotify y tiene mucha más expansión por ahí, pero el hecho de tener un disco está buenísimo. En nuestro caso, es una etapa que se cierra sobre lo que veníamos haciendo.

El disco es parte importante de la música, o al menos es parte de la vida de los músicos. Cuando lo tengamos lo vamos a difundir por todas las plataformas y redes sociales posibles.

La producción también ha cambiado mucho, la maqueta del disco la hicimos toda nosotros en una computadora en una pieza con un sinte. La tecnología hoy en día te facilita muchísimo hacer eso. Le pasamos las maquetas a Leandro Lacerna y sobre eso grabamos todo.

Hay nuevas formas de producción en Mendoza, ¿hay también una nueva generación de músicos?

Totalmente. Está espectacular esto que se está dando en una generación de adolescentes de la que formamos parte. Tenemos contacto con muchos de ellos. También hemos sido ayudados por músicos más grandes, como la Elbi Olalla, el Tincho Vidal, Fernando Barrientos y Daniel Martín, que nos han permitido crecer.

Se está rompiendo un poco la idea de que si no te vas a Buenos Aires no podés hacer música. Está cambiando un poco eso. Nosotros hoy no decimos “nos vamos a ir a Buenos Aires, a probar suerte, a crecer”. Podemos apoyarnos entre todos y crecer desde acá.