Los días sábado 12, domingo 13 y lunes 14 de octubre se desarrolló en la ciudad de La Plata el 34 Encuentro Nacional de Mujeres que este año se debatió por ser reconocido como Encuentro Plurinacional de Mujeres, lesbianas, trans y otras disidencias. Una crónica extremadamente resumida para saber qué se siente asistir al encuentro más grande del territorio, intentando reflejar el caos y el amor que significa la lucha feminista.

Por Jo Thomatis / Fotos: Melisa Fozzatti y Jo Thomatis

Lluvia. Camino a La Plata un concierto de relámpagos me mantiene despierta en la madrugada mientras el micro cruza Córdoba: salimos de viaje el viernes 11 de octubre por la tarde de Mendoza y no llegaremos a destino hasta la tarde del sábado. Una nube negra cubre toda la zona de la ciudad a la que por fin estamos llegando y las gotas que corren por las ventanillas como lágrimas no opacan el canto de las compañeras que vienen gritando “si no hay aborto legal qué quilombo que se va a armar”, pero en el fondo todas nos sentimos un poco tristes por la tormenta torrencial que nos recibió y que provocó la suspensión del acto de apertura del 34 Encuentro Nacional de Mujeres 2019.

Las primeras horas del encuentro todo fue bastante caótico: miles de mujeres y disidencias de todo el país se encontraron con sus vuelos atrasados, Buenos Aires inundada, trenes demorados y las actividades modificadas por causas de fuerza mayor. A la hora del comienzo de los talleres la lluvia había amainado y las recién llegadas corríamos por las diagonales de La Plata intentando encontrar los lugares exactos a los que queríamos asistir, esquivando vallas policiales enormes que el gobierno de la provincia interpuso en nuestro camino. Los cordones policiales, con muchos más oficiales de los “necesarios”, eran todos para custodiar edificios del gobierno, iglesias y entidades financieras, que tanto se parecen entre sí.

Indudablemente este fue uno de los encuentros de mujeres y disidencias más convocantes de la historia: todas las aulas de los talleres estaban repletas de personas, en ninguna sobró espacio, y muchas compañeras escuchaban las discusiones desde pasillos llenos de gente circulando. El primer día me encontró  llena de confusiones y un poco de frustración: la lluvia nos obligó a resguardarnos e impidió el desarrollo de la feria de artesanxs en la plaza de la ciudad y La Plata se sentía fría, gris, vacía, pero al mismo tiempo atestada. No nos veíamos en la calle, por lo menos no durante las primeras horas, pero también fue difícil asistir a talleres y conversatorios porque faltaba el espacio.

Hasta que en un momento de la tarde del sábado salió el sol, paró de llover y al atardecer finalmente nos encontramos todxs inundando las calles de la ciudad en la primera marcha del encuentro contra los travesticidios y transfemicidios. La Plata se llenó de los colores de la diversidad y de un canto sanador en miles de gargantas que me hizo recuperar fuerzas:

¡Qué momento,
qué momento!
A pesar de todo
les hicimos el encuentro

Ya era de noche cuando la marcha terminó su recorrido y efectivamente estábamos cansadas, pero nadie quería perderse la interminable cantidad de actividades culturales que, en lugar de ser suspendidas por las condiciones climáticas, se habían trasladado a distintos puntos de la ciudad. Terminé en una fiesta escuchando bandas disidentes y bailando con mis amigas, brindando para que el domingo la lluvia no nos impidiera adueñarnos de la ciudad.

Y así fue, el domingo 13 de octubre el agua no fue un problema y hasta el sol salió para mejorar el día. Por primera vez desde mi llegada a La Plata pude ver lo que tanto anhelaba: las pibas y disidencias invadiendo la ciudad, adueñándose de las plazas, las calles, la feria. Comiendo en el cordón de la vereda, tomando mate en el pasto, jugando al fútbol al sol, haciendo asambleas en la sombrita, interviniendo los monumentos con afiches. Por fin me encontré con el encuentro.

Por la tarde y hasta muy entrada la noche se desarrolló la marcha principal del Encuentro que culminó con artistas en el Estadio Único de La Plata, durante 5 horas marchamos. Se trató de una movilización inconmensurable: más de 500.000 personas copamos La Plata con banderas por el Aborto Legal, Seguro y Gratuito y por un Encuentro Plurinacional y con las disidencias.

Nada pudo opacar la marcha del feminismo más masiva del año, pero creo necesario señalar un aspecto de este Encuentro 2019 que no debería pasar desapercibido para que no se repita en años próximos: algunos partidos políticos llevaron a la marcha a varones cis hetero que militan en sus filas. Nombraré solo un caso de tantos que se dieron a conocer: una compañera se encontró en la calle con el hombre que la había violado cuando tenía 14 años. Esas experiencias en este tipo de encuentros son inadmisibles.

Un punto clave de este 34 Encuentro fue la discusión por el reconocimiento de la plurinacionalidad del mismo y la visibilización de las identidades disidentes. En casi todos los talleres y conversatorios, así como en actos de la plaza principal de la ciudad, se discutió este tópico que terminó por no ser reconocido oficialmente en el acto de cierre del encuentro el día lunes 14 de octubre.

Sin dudas se trató de un encuentro un tanto caótico el que se desarrolló en La Plata y que el año que viene tendrá sede en la ciudad de San Luis, pero así son las cosas que manifiestan vida y dinamismo, caóticas. Sobre la marcha aprendemos cómo relacionarnos entre nosotres y con el mundo y también sobre la marcha aprendemos cómo crecer en organización como mujeres y disidencias.

Entendí, después de mucha reflexión y discusión con otres, que el Encuentro de Mujeres y Disidencias es lo que cada unx hace de esa experiencia: asistir a talleres, discutir con las compañeras, conocer nuevas amigas, besarse en la boca, convidarse mates, planificar escraches, mirarse a los ojos, comprarse una remera, gritar de enojo, pelearse con un macho, tener frío, caminar 70 cuadras, no entenderse, abrazarse, comer, llorar, descansar y cansarse.

La palabra lo dice todo: el encuentro es ir y ver cuántas somos resistiendo, cuántas en esta tierra estamos intentando cambiar el sistema patriarcal desde donde podemos, nos gusta y queremos. Lo maravilloso del encuentro es que permite poner en una escala, que siempre nos queda chica, el tamaño de esta ola.

 

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