Sobre lenguajes, modismos y pronunciaciones.

(Un acercamiento no metodológico a nada)

Por Juan Pablo Barrera | Foto: Seba Heras

A mi viejo le parecía terrible poner el artículo antes del nombre de las personas, no por culto, más allá de que lo era, sino porque no le “sonaba”, rosarino El Rubén se acostumbró a que el sonido era otro, que a los nombres no se les anteponía el artículo como si fueran un objeto y pronunciar un poco más la “y griega o la doble L” exagerar esos “yo” o “ya” y comerse las “s”.

Entonces, entre otras críticas a los modismos y costumbres mendocinas, se enamoró de esta tierra, a pesar de lo impuntuales que podemos ser (otra de las cosas que le molestaba), y los temblores (algo que lo asustaba). Desde que llegó a Mendoza no se quiso mover más de acá y mirá que YPF quiso mandarlo a otros lugares de esta inmensa Argentina pero no. Hace algunos años atrás un tiempo antes de que su traslado fuera definitivo me dijo: “Ya soy más mendocino que rosarino”, me saco la cuenta y efectivamente en esa medida que son los años, llevaba más tiempo cerca de Los Andes que del Paraná. Acá le decían el gorrión, inquieto, movedizo. Así era, a veces se reía un poco de los modismos que teníamos sus hijos, al más chico le hacía decir Pollo tantas veces solo para marcarle el “io” y así andábamos y andamos nosotros con un mendorosinarismo, disimulando los “io” o la exageración de las “y” o “ll”, poniéndole artículos a los nombres de las personas, pero comiéndonos las “s”. Me imagino el quilombo que habrá en cada familia con situaciones parecidas, o con lenguajes generacionales distintos. Mi mamá también rosarina, La Adriana, no fue tan crítica de los modismos de estas tierras, aunque cuando podía remarcaba lo mismo y aún hoy ella nos sigue nombrando a sus hijos sin el artículo.

También somos el lenguaje y la manera de decir de nuestros padres, también somos palabras, también vamos cambiando.

 

*Nota del escritor: son días raros, sensibles, se nos muere gente cercana, lloramos nuestras tristezas y las de otros. Lloramos por mucho más de lo que pasa. Me ha sido inevitable en estos extraños momentos que aparezca de una u otra forma alguna historia de mi padre. Y acá hay otra crónica que está relacionada a esa ausencia tan presente.

 

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