La pobreza de conciencia

Por Juan Pablo Barrera | Foto: Seba Heras

En el PRE de la facultad nos dijeron que el promedio para recibirse era de 9 años. En ese mismo momento pensé: – “¿Como te vas a demorar 9 años para una carrera de 5?”. Yo me demoré 10 años. Desde el 96′ recorrí los pasillos de la facultad de Ciencias Políticas y Sociales. Podría intentar justificarme de porque la demora, incluso en el promedio general, pero eso quedará para otra crónica. Lo que sí me acuerdo que en el principio del segundo gobierno de Menem participé de marchas en contra del “Arancelamiento de la universidad pública”. Creo que la primera gran manifestación que participé fue en defensa de la universidad pública.

Y si bien parecía que uno tenía conciencia de cierto contexto, no era tan así. Una cosa era lo que se decía en la facultad o se veía en la tele y otra lo que pasaba.

En la parada de micros que estaba frente a Odontología, Políticas e Ingeniería, atrás estaba la entrada a la villa que rodeaba gran parte del predio universitario. Varias tardes las pasamos en una de las casas que tenía armada una especie de puesto de comidas. Comíamos hamburguesas por 0.50 centavos y el porrón a $1. Se llenaba de estudiantes no solo de las facultades cercanas, se hablaba de materias, de planes de estudio, de resistencia, de lucha, de cómo cambiar las cosas desde la materialización del capitalismo.  

A muchos nos parecía una aventura, pero había ahí una realidad casi distópica, visto a la distancia. Mientras el país sostenía el 1 a 1, más gente se quedaba afuera de un sistema que establece como condición de “pertenecía” que: “Para ser hay que tener”. Y como no se podía tener cada vez más gente se caía del sistema. Era excluida.

Tengo la imagen de un grupo de estudiantes de Económicas, que alguno será economista hoy, donde uno discutía con otro, ya que sostenía que eso era una pobreza digna, que ese lugar tenía la dignidad del trabajo. Yo en ese momento salía al baño, porque el baño estaba afuera de la casa, en una especie de baño químico pero era de material. Como se tomaba mucha cerveza, había que esperar en lo que era una especie de patio. Y recuerdo que un día mire alrededor y vi la cantidad de casas precarias, pensé en redefinir el concepto de “dignidad” y de conciencia.  

En la actualidad esos barrios fueron “erradicados”, palabra violenta si las hay, la pobreza ahí sigue, reubicada. Lo que estoy seguro es que no teníamos conciencia en esas épocas. Y que tampoco la hemos conseguido en el tiempo. Me acuerdo cuando salieron planes de TV para todos, algunos  decían: “¿Viven en un rancho y van a tener LCD? Es por poner un ejemplo que recuerdo les molesta el acceso de los que menos tienen.

No se cuanto de crónica o historia tendrá esto, pero me parece que son tiempos de pensar y tener conciencia de cómo hemos llegado hasta acá. Que todavía haya quienes sostengan la idea de flexibilizar leyes para que sea más fácil empujar fuera del sistema y que todavía hablen de meritocracia me parece tan doloroso como los números de la pobreza.

 

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