Crónica de una crónica que no es crónica.

Por Juan Pablo Barrera | Foto: Seba Heras

Me puse a buscar escritos viejos, a veces lo hago. Busco en la compu en las distintas carpetas donde quizás he guardado algo. La verdad no tengo muchas ganas de escribir, me siento sin ideas nuevas, poco inspirado y vencido por algunas realidades inmutables y por las obligaciones menos placenteras pero asalariadas. A veces no solo vendemos tiempo, también alegría y creatividad junto a nuestra fuerza de trabajo.  Y esto de escribir la crónica que es mayormente disfrutable, hoy se vuelve un trámite y un poco me da bronca.

 

Encuentro guardado el mismo cuento 4 veces, otros 2 en distintos lugares, me doy cuenta que hay un archivo de palabras sueltas que habrán querido ser ideas. Navego por carpetas, aparecen otras historias y se repiten las mismas, me pregunto no por mucho tiempo ¿Por qué no guardo todo en una sola carpeta bajo el nombre “cuentos”? Hay como 3 con ese nombre.  

 

Lo que me parecía un gran escrito hace un tiempo atrás hoy ya no es tan así, o soy muy autocrítico, o realmente no escribo tan bien como a veces creo. Entonces me quedo con este vacío, aunque quizás no sea por no encontrar las palabras para esta crónica.   

 

Había pensado escribir sobre aromas, como cada olor tiene un significado o un lugar, o de la pelota pulpo con la que rompí el primer vidrio creyéndome Rummenigge. O en el final de algo, siempre hay algo terminando. Tal vez tenga suerte la semana que viene y las musas vuelvan a mí. Tal vez encuentre algún escrito que me guste. Tal vez cumpla con una nueva crónica que les guste no como otras. O quizás el vacío este lleno de palabras que me permitan escribir algo.  

 

Usted lector y yo sabemos que esta no es una crónica. Usted y yo sabemos que a veces gustan escritos inesperados. Usted y yo sabemos que no sabemos nada.  

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