Alrededor de un fuego que no es absurdo.

Por Juan Pablo Barrera | Foto: Seba Heras

–          Que fascinación absurda por juntarse antes de que termine el año. No hablo de las fiestas, sino de la cantidad de juntadas que parece no pueden esperar a Enero. – El Pitu esbozaba su inconformismo casi con todo Diciembre paradójicamente en el asado de fin de año con sus amigos de “toda la vida”.-
– ¿No tenias ganas de venir? – le preguntó Marco mientras se preparaba un fernet.
– Siempre tengo ganas de venir hasta que me acuerdo de las preguntas boludas que haces. Ahí dudo.
– ¿Sabes lo que me pasa a mi? – Intervino el Flaco- Cuando estoy alegre me sumo a un montón de planes que después al momento de concretarlo ya no las tengo.  He terminado en lugares insólitos de los cuales he querido irme antes de llegar.

 

Se rieron los dos. Y mientras los otros se reunían alrededor del fuego para mitigar un poco el fresco que se sentía en el lote del Mono en el pedemonte mendocino de este extraño final de primavera. En realidad no era un asado. Unos ravioles al disco. “Es más barato” dijo el contador Flores. Todos coincidieron. Son empleados que hace desde más de 5 años ven como su salario de hunde como la pasta en la salsa.

 

El gordo esta en golpeando la bolsa de hielo mientras le dice al Flaco como en cada reunión: – ¡Vos jugás a la pelota! No al fútbol. ¡No es lo mismo!.-

– Luis ¿Porque no dejas de fumar vos?! Ya los has dicho como 3 veces en el año. Aprovecha el fin de año y cumplí.- Le dijo el José mientras le metía tablas al fuego.

–          Déjalo vivir. Le respondió el Mono. Mientras Luis lanzaba una bocanada de humo y se quedaba mirando los circulitos que hacía.
– Mira yo más allá de lo que te ahorras por no fumar. Es por una cuestión de salud. – Agrego José Flores “el contador”- y post covid eso nunca volvió a tener el mismo gusto. Y desde hace unos meses Osep me cubre menos que los pelos al Juan. Ya mi doctora no recibe más.

 

Juan pasó su mano por la cabeza recién rasurada. Se sonrió y volvió a mirar el celular.

– Acá dicen que ni las farmacias van a recibir las recetas. – Agregó sin levantar la vista.

 

– ¿Y no vamos hacer nada los afiliados? – Pregunto el Negro ya en plan de lucha.-

La noche avanzó entre charlas de fútbol y pelota, el retiro de kun, las anécdotas de siempre, algunas tristezas, otras alegrías y algo de bronca. Brindaron, con lo que iba quedando, por los que ya no están. El año los golpeó duro y algunos no tuvieron ni tiempo de llorar, en la vorágine, esta si absurda, de que “hay que seguir”. Algunas lágrimas se desparramaron por los rostros disimulados por la “orden” patriarcal de no mostrar emociones.

Cerca de las luces navideñas que adornaban el quincho solo en una columna.  “No me dio para más”. -dijo el dueño-. El Cabezón que había estado bastante callado volvió a repetir lo que dice todos los años en Octubre y también en Diciembre cuando después del 3er vaso de fernet empieza a filosofar: – “Les molesta Hallowen pero aman el dólar y Papá Noel”.

 

Y mientras el Pitu elaboraba una nueva teoría sobre el poder invasivo del capitalismo. Brindaron otra vez, como cada vez que se juntaban pero ahora en diciembre. Por alguna razón hay juntadas que son distintas.