Desde mi más tierna edad.

Por Juan Pablo Barrera 

Que estas crónicas sean canallas, tiene que ver con Central, que yo sea hincha de Rosario Central tiene que ver con mi papá, (mi vieja también es hincha pero el laburo más fino lo hizo él). A veces pienso si está bien que mis hijas sean de Central, como yo, como mi papá, como mis abuelas y un abuelo. (El otro abuelo era Andaluz y era hincha del Sevilla).

Los magros resultados del último tiempo me siembran la duda, cierto sufrimiento intrínseco en las derrotas también y si bien he logrado cierto equilibrio, me “jode” que pierda mi equipo y me gustaría evitar esa “molestia”; es ahí cuando lo pienso por algunos segundos si continuar el legado, también lo culpo a mi viejo por “hacerme de Central”, pero todo eso pasa en instantes.

Yo había ido al gigante de chiquito, tengo registros de algún partido con Ferro, la pelota en el foso, creo que se ganó 2 a 0. También tenía mi camiseta de piqué con un número 7 de cuerina pegado en la espalda con la cual pateaba la pelota en el patio de mi casa. Incluso mi abuela me hizo socio cuando yo apenas tenía dos años; todavía anda dando vueltas ese carnet por ahí.  Pero al que recuerdo es a mi viejo en el año 86 que me pasaba el suplemento deportivo del diario para mostrarme la tabla de posiciones de un torneo que posteriormente sería ganado por Central ya en el 87. La alegría con la que me traía el diario, no teníamos cable para ver Fútbol de Primera (el programa).  Antes de eso no tengo recuerdo de escuchar la radio, algo que se hizo habitual con el tiempo para saber cómo iba Central.

Cuando empatamos (sí, los hinchas hablamos como si jugáramos) con Temperley justamente en la última fecha del torneo 86/87 estábamos los dos arriba de un Fiat 125 verde, en la calle Saenz Peña de Luján escuchando por la radio que Palma hacia el gol; recuerdo esa emoción de mi viejo, el momento compartido, estaba nublado y gritamos juntos. Central era campeón y él supo, esa tarde, que su trabajo estaba “terminado”, yo tenía la certeza de ser canalla.

Usted se preguntará o quizás no, pero yo le cuento, por si se pregunta o por si no lo hace. Hace unos días vi el gigante explotado de gente, el equipo terminó último en su zona y la cancha era una fiesta para despedir a su máximo goleador. Yo lamenté no poder compartir ese momento con mi viejo que me hablaría de lo hermoso que es ser hincha de Central. Mi viejo que el 9 de mayo hubiese cumplido 71 años y lo extraño.

Nota: Sí, quien aquí escribe, sabe que esto es más una catarsis emocional que una crónica. Si a usted le preguntan, disimule.

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