Al lado de la Luna.

Por Juan Pablo Barrera

Vamos camino al centro, es de noche pero el día recién empieza, el acceso sur está cargado, demasiados autos. Una de mis hijas pregunta: – ¿Dónde está la Luna?, la otra le responde: No está – Así cortito sin explicación-. Yo miro al cielo y tampoco la veo. – Sí hay muchas estrellas, pero algo le falta al cielo. -Insiste nuevamente la más pequeña-. 

Saturno tiene 82 lunas, Júpiter tiene 79, quizás la exclusividad de la nuestra la hace tan importante, renovadora, romántica. ¿A quién no le han prometido o regalado la Luna? Si en el cielo viéramos un montón de satélites no sería lo mismo, el ser única es lo que la lleva a tener esa mística.

Ese pedazo de roca y minerales orbitando alrededor de la tierra ha sido motivo de innumerables textos, historias, ideas, conquistas, luchas, justificaciones, arte, movimientos. La Luna ha inspirado a la humanidad.  Los ha hecho competir por su “conquista”. Algunos dudan si realmente se llegó o fue todo un montaje. Civilizaciones enteras le han rendido tributo de distintas maneras; pirámides, templos, calendarios, monumentos, etc. La historia está llena de referencias a los astros y la Luna. Las mareas dependen de ella, la sincronicidad entre el ciclo femenino y los ciclos lunares. La astrología se determina en muchos aspectos, yo tengo mi luna en Leo me dijeron, no sé bien que significa, pero aparentemente algo influye.  He leído odas hermosas al astro. Se han hecho películas, el arte está lleno de su imagen, pinturas y obras; es sin dudas inspiradora. Yo tengo tatuado un sol que parece ser más popular en las pieles aunque también he visto lunas.

La Luna llena más allá de potenciar leyendas y convertir hombres en lobos, ilumina senderos, caminos, apaga oscuridades y tienta de sobre manera a los humanos a fotografiarla. En la era de los celulares y las redes uno se encuentra con un montón de fotos que apenas tienen un pequeño círculo iluminado. Nos tienta compartir lo que vemos, pero nada ve como el ojo.

Casi llegando a la ciudad y mientras muchos carteles iluminan la llegada a la metrópolis, ya no se ven ni las estrellas. Miro por el espejo retrovisor y mi hija observa por la ventana, sigue como buscando en el cielo. “Prefiero las noches con luna” –pienso-. – Quizás está descansando para aparecer mañana “finita” -dice con toda su inocencia-.  – Yo prefiero la luna llena – dice la otra- mientras mira el celular.

–          ¿Vos sabés porque la busco papá? – Me interpela mientras me mira por el espejo.-

–          ¿Por?

–          Viste la estrella que brilla mucho al lado de la Luna, bueno ahí está el Abu y cuando no hay luna no la puedo encontrar.

Su hermana deja el celular, yo caigo en la cuenta que es 18 de agosto y hace 7 años mi viejo nos dejó, y según mi hija se fue a la estrella que más brilla al lado de la Luna.

Me tocan un bocinazo, el semáforo ya dio verde, arranco y puteo al de atrás que no sabe lo que pasa en mi auto. Miro al cielo y aunque no vea, me sonrío.