Dos trabajadoras denunciaron haber sufrido maltrato laboral y hostigamiento en la dependencia de Género, Diversidad y Derechos Humanos de Las Heras que conduce Eliana Fiona. Hace menos de un mes fueron notificadas de su despido luego de haber sido empleadas de forma precarizada. En diálogo con EL OTRO, Nazarena Barrancos y Natalia Páez relatan las condiciones de explotación laboral y el constante clima de agravios, insultos, gritos y violencia psicológica que padecieron en ese municipio. Denuncian que el director de Desarrollo Social, José María Villavicencio, desoyó completamente sus reclamos, y esperan que el sindicato de municipales lleve adelante medidas gremiales para exigir sus reincorporaciones y sanciones contra la funcionaria que las maltrató.  

Por Milagritos Contreras

Imagen ilustrativa Foto de archivo: Cristian Martínez

Nazarena Barrancos, abogada y madre de dos niñas, fue despedida el 31 de marzo del Área de Género dependiente de la Dirección de Desarrollo Social de Las Heras: “Mi trabajo como abogada era asesorar y acompañar a mujeres en situación de violencia. Cumplía un horario de 8 a 14 hs. El año pasado se desvirtuó todo porque nos hacían trabajar prácticamente todo el día. Desde el trabajo me indicaban: ‘Te paso una situación gravísima ya’, y eran las  15, 16, 20 hs.  El director me decía: ‘Bueno, pero estás en tu casa’, o sea que él no veía que realmente era un trabajo porque no estábamos presentes en el municipio. Particularmente tengo dos nenas pequeñas, entonces tenía que estar al mismo tiempo atendiendo el teléfono del trabajo, estar al cuidado de ellas, ayudarlas en las tareas y al pendiente de las labores de la casa”.

Cuando volvió a la presencialidad en su trabajo, relata Nazarena, “empezaron a pedirnos cubrir horas en el refugio de mujeres y disidencias en situación de violencia”. Para ella era muy difícil cumplir con ese horario extra, ya que no tenía con quién dejar a sus pequeñas tantas horas y, mucho menos, en días de fin de semana. “En febrero solicitamos una reunión con el director José María Villavicencio para buscar un remplazo para nosotras, y así cubrir el fin de semana en el Hogar. Porque nosotras, en realidad, estábamos sustituyendo a otra persona, pero esas horas extras nos descompaginaban todo. Pedimos la reunión cuando nuestra jefa, Eliana Fiona, estaba de licencia. Según ella quedamos como unas ‘pelotudas’, porque ‘sobrepasamos su autoridad’. Supuestamente nos iban a buscar un refuerzo pero no fue así y al mes, aproximadamente, tuvimos la reunión presencial con las trabajadoras del Área y del Hogar. Allí fue cuando Villavicencio dijo que buscaría un refuerzo para el Hogar y, en forma sarcástica, mencionó que ‘si nosotras estábamos sobrecargadas de trabajo, que dividiéramos el Área en dos turnos: mañana y tarde’. Le dije que no tenía problema en hacer mi trabajo durante el día, pero que nos sobrecargaba con el trabajo en el refugio. Además le mencioné que en horario de tarde no podía, porque tenía que atender mi estudio”, detalló Barrancos.

Daniel Orozco, intendente de Las Heras Foto: UNCuyo

Con la excusa de pagarles una compensación funcional de aproximadamente dos mil pesos “justificaban” la sobrecarga horaria de las trabajadoras, a la que sumaban una permanente violencia psicológica. “A veces mi exjefa llegaba al Área de Género y no nos saludaba, nos ponía mala cara durante todo el día, no nos contestaba. Había días en que lo hacía por cuestiones laborales, pero en otras ocasiones su maltrato se debía a problemas personales que trasladaba al trabajo. También enviaba por mensajes de texto las directivas de lo que había que hacer, estando en la misma oficina. Podría decir que ignoraba nuestra presencia. Nunca reconocía el trabajo en equipo que llevábamos a cabo con las chicas, era como que el mérito se lo llevaba siempre ella. Desmerecía nuestro trabajo”, denunció la exabogada del Área de Género de Las Heras.

“El 30 de marzo en la tarde me comunicaron que debía presentarme al siguiente día en Recursos Humanos de la oficina. El día miércoles fui y me notificaron el despido. Plantearon como excusa que ‘los motivos por los cuales trabajaba ya no subsistían y por ello se me desvinculaba de la relación laboral’ ”, agregó Nazarena.

Foto de archivo: Cristian Martínez

Muy similar fue lo expresado por la psicóloga Natalia Páez a EL OTRO, quien hasta el 6 de abril no sólo cumplía tareas correspondientes a su profesión, sino también funciones administrativas en el mismo establecimiento: “Empecé a trabajar en el 2018 en el área de capacitaciones cuando era Dirección de Género, Diversidad y Derechos Humanos. Cuando comenzó la nueva gestión al principio estaba todo bien, pero después empecé a realizar tareas administrativas y comenzaron a pedirme que cubra horarios en el hogar, ya sea durante el día o de noche; de 8 a 15 hs, de 15 a 22 hs, o de 22 a 9 hs. O, cuando tenía que ir los fines de semana, me decían que ‘no era necesario que asistiera a la oficina en toda la semana pero que trabajara desde mi casa con el teléfono corporativo’. Sentía que en ese momento trabajaba el triple”.

Páez, quien ya brindó su testimonio público en el programa Muchas Gracias de Radio Libertador, remarca que los malos gestos y el maltrato que sufría por parte de Eliana Fiona, y la falta de compromiso de José María Villavicencio por revertir la situación, la llevaron a buscar ayuda psicológica. “Antes de que me despidieran venía trabajando con mi psicólogo esta situación de poner límites, porque me estaba afectando emocionalmente. Los días previos a que me echaran vivía un clima laboral terrible. Mi exjefa no saludaba, contestaba mal, hacía muecas”, recordó Natalia, y puntualizó su legítimo reclamo: “Estaba para ingresar a planta permanente. Lo único que pido es que me reincorporen al municipio pero en otra área, porque no quiero volver a vivir ese clima laboral”.

Foto de archivo: Coco Yañez

El modo sistemático del maltrato se repite en el relato de las dos víctimas, ya sea por las agresiones verbales, la sobrecarga horaria de trabajo e incluso el hecho de ignorarlas compartiendo un mismo ambiente físico.

Los agravios constantes sufridos por las denunciantes, que ya fueron puestos en conocimiento del Sindicato de Municipales, han dejado secuelas en sus vidas personales e impactaron directamente en las economías hogareñas. Si bien las dos mujeres exigen que se las reincorpore al municipio, no quieren volver a vivir el clima laboral violento y hostil del que han sido partícipes involuntarias.

La gravedad que exponen Nazarena y Natalia en sus relatos, respecto a que tanto Villavicencio como Fiona no “están capacitados” para ocupar cargos fundamentales en el Estado, hace directamente responsable al intendente de Las Heras, Daniel Orozco, quien debe hacer todo lo que esté a su alcance para erradicar la violencia laboral y machista, empezando por casa.

 

 

A la Corte, por la ventana y con salariazo

Justicia por Daiana Aballay