El Instituto de Educación Superior N° 9-028 Profesora Estela Quiroga de Santa Rosa atraviesa un grave problema edilicio que afecta la asistencia a clases de 300 alumnos, que deben cursar sus clases en plazas y bares de la localidad. Preocupados por el abandono que han sufrido de parte del gobierno escolar, estudiantes y profesores de la institución invitaron a EL OTRO a ver la problemática de cerca y comprobar el estado catastrófico en el que tienen que estudiar sus carreras.

Texto: Jo Thomatis / Fotos: Seba Heras

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Es un espacio que desde 2011 imprime vida en la Villa Cabecera y acerca la educación gratuita y de calidad a lugares antes impensados. Se trata del Instituto de Educación Superior N° 9-028 Profesora Estela Quiroga en el que se dictan cuatro profesorados y tres tecnicaturas que reciben a 900 estudiantes provenientes de distintos puntos de la provincia: Santa Rosa, Ciudad de Mendoza, Luján, Guaymallén, distritos rurales de Rivadavia, La Paz, Junín y San Martín.

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“Antes a las 9, 10 de la noche Santa Rosa parecía un pueblo fantasma y hoy hay vida en el pueblo. La vida económica del lugar es diferente desde que está el instituto”, comenta a EL OTRO un profesor preocupado por la situación que actualmente atraviesa esta casa de estudios: las fuertes tormentas del 2018 rompieron el techo a dos aguas del edificio que originalmente pertenece al Arzobispado y que este alquila a la Dirección General de Escuelas.

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“Por las rupturas experimentadas se clausuraron las aulas afectadas y, con el firme propósito y la promesa de que el Arzobispado arreglaría los techos, comenzamos el ciclo lectivo 2019”, detalló una autoridad del instituto. “En febrero empezamos a averiguar acerca de las gestiones que se estuvieran realizando para impermeabilizar el techo y nos encontramos con que el Arzobispado se negaba a hacer arreglos en tanto y en cuanto no se pagara una deuda contraída, supuestamente, del gobierno anterior al actual y que rondaría, en concepto de alquiler y algunas cuentas no pagas, en $2.400.000”.

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“El gobierno actual al no poder auditar esa deuda se niega a pagarla, ya que el Arzobispado tampoco tiene demasiados elementos como para comprobar que exista, pero por falta de pago dicen que no van a arreglar nada”, continuó con su versión de los hechos la autoridad que accedió a dialogar con este diario.

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“El techo se fue deteriorando cada vez más y con las últimas lluvias se han perjudicado todas las aulas que estaban bien y algunos tendidos eléctricos de algunos sistemas de electricidad del edificio. Por ese motivo suspendimos las clases por seguridad durante nueve días en septiembre. De ahí en más la única solución que nos dieron tanto DGE como Infraestructura y la municipalidad es tratar de alquilar un salón que cumpla con los requisitos edilicios, algo que aquí en Santa Rosa es inexistente”.

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A partir de la clausura de aulas, la solución a corto plazo que le brindó la DGE al instituto santarrosino ha sido mudar las clases de las distintas carreras a otros edificios educativos de la Villa Cabecera. “Contamos con cuatro profesorados y tres tecnicaturas: el profesorado de Música y el profesorado de Teatro están funcionando en la escuela primaria Pringles; el profesorado de Inglés se trasladó a otra escuela a 2 km de aquí y el profesorado en Educación Primaria y la tecnicatura en Recursos Hídricos se cursan en la escuela Amador Rodríguez, a 6 km del centro de Santa Rosa”.

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“La única solución que nos han dado es esa, teniendo en cuenta que el horario del terciario comienza a las 15.30 con sus primeros turnos y las escuelas primarias que nos prestan no se desocupan hasta las 17 y 18 horas, por lo tanto nos es imposible ocupar cualquier escuela”. Frente a esta situación estudiantes y profesores están tomando sus clases en plazas y bares del pueblo. “Los estudiantes no están de acuerdo y algunos profesores ya hemos manifestado nuestro descontento por los problemas de logística que se nos han presentado”, denunció la autoridad.

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“Acá en la villa tenemos un jardín para estudiantes y profesores que tienen que venir con hijos o hijas y los dejamos ahí. Imaginate que una alumna que tiene que cursar en Las Catitas primero tendría que venir a dejar a su hijo aquí y después irse para allá. Por la crisis económica ha bajado la matrícula del instituto, la plata no alcanza para el pasaje y en muchos casos ni siquiera tienen qué comer”, señaló un profesor.

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La preocupación más grande de la comunidad educativa es qué pasará en el futuro cercano con el edificio y las carreras que se supone se deberían dictar allí dentro. “El instituto ya está desmembrado y tenemos la preocupación latente y diaria de dónde comenzaremos el ciclo lectivo 2020, teniendo en cuenta que tenemos que empezar con preinscripciones e inscripciones”.

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“Teóricamente hay un informe de Infraestructura que dice que está inhabilitado en tanto y en cuanto los techos no se arreglen. Estamos esperando también otro informe de un ingeniero para avalarlo y para ver si tenemos posibilidades de impermeabilizar los techos de alguna manera y empezar el ciclo lectivo”, dijo la autoridad consultada por EL OTRO. “Hemos tenido que pensar en mudar toda la dirección central, la solución que nos están dando no creo que sea una solución. Realmente es una incógnita muy grande y una preocupación enorme, íbamos a pedir una carrera nueva pero evidentemente no vamos a poder por falta de edificio”.

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Los chicos, las chicas y algunos profesores están haciendo marchas y clases públicas en forma de reclamo por lo que está sucediendo. En una época y una gestión de gobierno en la que se ataca y se deja sin recursos sistemáticamente a la educación pública no es sorpresiva la problemática que atraviesa uno de los más importantes institutos de Educación Superior de la provincia. La educación es poder, por eso cuesta tanto sostener su gratuidad en épocas en las que el Estado es gestionado como una empresa.

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