Mariú Carrera presenta El Equilibrista. Memoria performática en el teatro Julio Quintanilla. Intensa, sabia y emotiva entrevista con EL OTRO.

Fotos: Coco Yañez

El libro se llama El Equilibrista y fue escrito por Mariú Carrera, artista fundamental de nuestra provincia y militante infatigable por los derechos humanos, la Memoria y la Justicia. El texto gestó un intenso proceso de creación colectiva que dio a luz a Memoria performática, la puesta que ofrecerá junto a Enrique Lucero, Eugenia Moreno y Pamela Hübbe, este sábado a las 22 horas en el Quintanilla.

Mariú, mujer bella que transmite una mezcla extraña de calidez y nostalgia, espera en un café céntrico. Ahí está la artista, la docente, la hermana, la abuela, acunando entre los dedos una taza de té… Todas ellas reciben con una sonrisa cercana y sincera a EL OTRO ávido por sus palabras.

Esta parece ser una obra fuera de lo común…

Nosotros la hemos llamado Memoria performática porque son varias disciplinas. No es solamente teatro. Pamela Hübbe trabaja desde la plástica con proyecciones, Eugenia Moreno desde el sonido y la música con un componente de la radio, de las voces. Hemos hecho todo colectivamente, interviniendo en los trabajos de cada una. Nos hemos consultado en todo el proceso, opinando y recibiendo los aportes.

Para mí, la colectiva es la mejor manera de trabajar porque no hay nada impuesto, es muy amable y se puede reflexionar. Va sacando lo mejor de cada uno. Yo creo en ese tipo de trabajo y de vivencia.

Confía en lo colectivo…

Para mí ha sido una gran alegría que hayan tomado un libro que empezó siendo mío para que luego sea de todos. Quizá algunas personas del público no hayan leído El Equilibrista, de dónde salió y hacia dónde va este libro. Para mí es parte de una época en la que estábamos con el Equipo Argentino de Antropología Forense trabajando en el Cuadro 33 (Cementerio de Capital), en la recuperación de los restos de nuestros compañeros, de mi propia familia.

Vivimos muchas cosas de mucha intensidad y de mucha belleza. Las apariencias son una cosa y la realidad profunda es otra. El Cuadro 33 es una parte vieja del cementerio de los pobres, pero desde ahí se ve la montaña, hay árboles que florecen. Vivimos la primavera y el otoño, y pudimos hablar de los nuestros. Estar en un lugar que no buscamos hasta 35 años después.

Yo creo en el juego, en esa espiritualidad del arte que me permite abrirme a otros espacios a partir de la realidad, y el libro comienza diciendo que siempre hablé mucho con mi hermano Marcelo y que no hay un poder que me impida seguir haciéndolo, porque en definitiva los genocidas buscaron eso, que nunca más nos conectáramos con lo que amábamos, y eso no puede pasar.

El arte a mí me permitió poder seguir a partir de ese canal que es la imaginación y la percepción, escuchando y haciéndole preguntas a Marcelo, que hasta acá no lo he podido tener en este plano pero sí me las ha contado desde el arte. Cuando un compañero me dice cosas en escena yo se las creo porque si no no puedo moverme.

Todo lo que fue saliendo en ese tiempo tiene que ver con reflexiones, personajes, como la florista del cementerio que sabe cosas. Tiene que ver con mi hermano que me dice cosas y me cuestiona y me enojo. Tiene que ver con los resabios que te quedan después de escuchar a los compañeros en los juicios, hablando de los datos… De alguna manera todo eso aflora cuando escribimos, y aflora en personajes como la mujer de un milico que dice: “¡Matá todo lo que quieras pero dale cristiana sepultura!”

Yo me permito hacerlo, porque el arte es mi libertad y no pasa por un trabajo sesudo intelectual sino por el alma que comparte. Todos hemos pasado cosas difíciles y la charla con los hermanos te impulsa a seguir.

Ustedes y muchos otros compañeros trabajan un legado cultural hace muchos años ¿Transmitir estos mensajes desde lo artístico los acerca a otras personas?

Yo al arte nunca lo pienso como legado. Yo necesito comunicarme, necesito compañía y al descubrir algo que me alivia no puedo guardármelo y necesito pasárselo a otro. Entonces, creo que el arte es un vehículo, una herramienta muy valiosa porque permite esa apertura a otras dimensiones que a veces no se advierten pero que están. A veces, el jardín de la casa puede ser esa puerta. Mi mamá en su jardín supo que, de alguna manera, mi hermano vivía. Pudo saber eso y serenar su vida.

No sé cómo será la vida después de esta, pero existe. La vida existe, porque si no los árboles se caerían al piso, nada los sostendría.

¿Cuáles son las sensaciones a tan poco tiempo del estreno?

Estamos tranquilos. Después te ponés nerviosa porque estás tranquila, pero ya hemos hecho los ensayos, la escenografía sencilla y directa ya está en el teatro, las entradas impresas y están todos avisados. Pareciera bajo control, digamos. Y estamos bien predispuestos y con buena energía. Donde vamos somos bien recibidos.

Yo creo que todos estamos necesitados de recordar que tenemos algo del equilibrista en nuestro interior por estos días tan difíciles. A veces lo cotidiano es tan duro, tan agobiante, que esa cosa tan fundamental se pierde ante esta nueva realidad espantosa como es la desaparición de Santiago Maldonado.

¿Cómo se sostiene la esperanza en tiempos difíciles?

Mirá, yo creo que cuando uno es herido en lo sagrado, cuando a uno lo matan en vida pero aún sigue vivo, cuando se te acaba todo, en ese preciso instante aparece algo que no te abandona más. Tomás algo que tiene que ver con la conciencia de las cosas.

Uno va aprendiendo que está tu vida personal, familiar, barrial, nacional, y todas tienen sus partes que te afectan y te conmocionan, pero son los ríos de la vida. Hay subidas y bajadas. Esa es la vida y no hay otra. Entonces hay que aferrarse a esa confianza de que juntos vamos a poder, de que los que hoy creen que son impunes para echar a la gente, que pueden desaparecer, no han advertido que eso no se puede. Ellos creen que sí, Videla también creía eso y terminó muriendo en el baño de la celda. Es terrible que a un ser humano le suceda eso porque nació para ser un ser humano valioso y se creyó un dios como Benjamín Menéndez, Romano, Miret, y sin embargo perdieron.

Antes de este gobierno yo creí que íbamos bien, que podíamos trabajar algunas profundidades aunque faltaran cosas, pero después el impacto fue muy fuerte. Luego leí en un librito de Fidel, de Fidel Castro, en el que dice que la historia de la humanidad se construye con subidas y bajadas, y que cada vez que un pueblo se fortalece viene un golpe que, aunque sea difícil, genera más conciencia.

Hay que cuidarse del egoísmo y del cinismo. Lo de las mujeres casadas a las que detuvieron me pareció horrible. Si yo quiero me beso con una mujer y si no, no, pero cómo las van a detener.

¿Cómo la trata la gestión cultural actual?

Tengo compañeros en el teatro más grandes y más chicos y todos me tratan muy bien, con mucho cariño. A muchos los veo en una situación muy difícil en la que viven del arte sofrenando sus pensamientos, la propia voz, porque tienen que pagar cuentas.

El artista si no es independiente termina atado. Los subsidios te permiten pagar cuentas pero te atan de pies y manos. Yo vengo del teatro independiente en el que se conseguían avisadores para hacer el programa. El libro lo imprimo cuando consigo la plata para hacerlo y digo lo que pienso. Y si a alguno no le gusta lo que digo, mala suerte.

Para mí el arte es de denuncia y contestatario, urticante. No tiene porqué no ser reflexivo, amable, pero es crítico.

Hemos asistido en los últimos meses a varios espectáculos culturales como el Happening de Altertango, Tres tipos de Arte y algunos más, que reúnen a la plástica, la música y la poesía, entre otras expresiones artísticas ¿Hay una tendencia a la interdisciplina en escena? ¿Enriquece al teatro?

Nosotros siempre decimos que en el teatro se ven todas las artes, pero creo que se está entrando en una nueva etapa de desarrollo más ampliado de las disciplinas que tiene que ver con la incorporación de nuevas tecnologías y con nuevos acercamientos entre los artistas que se dan on line muchas veces. Creo que eso está pasando con El Equilibrista y puede tener un desarrollo mucho mayor ya que permite el acceso a cosas que van a ir dando una impronta distinta.

Lo fundamental es que no se pierda lo humano. El teatro está basado en un actorcito y un público. El niño que uno fue y el amiguito que viene a jugar. Ahí está la base de todo.