El programa político y cultural que conduce Julio Rudman volvió al aire radial, luego de más de 400 días de silencio. EL OTRO entrevistó al periodista que enciende las tardes de El Ágora, los martes y jueves.

Fotos: Lucky Viard

El Candil nació literato, en el seno de la radiofonía mendocina, conducido por uno de los lectores más apasionados que tiene la provincia. Julio Rudman siempre fue un distinto en el periodismo. Entre sus valiosas aristas personales, mantiene la convicción de los que todavía se ponen de pie en la primera línea de batalla, tanto para opinar respecto de la última novela de un artista joven, como para emitir un juicio en torno a alguna decisión política del gobernador, el presidente, o algún compañero de oficio.

Alabanzas aparte, el hombre sabe de qué habla o qué calla, esté o no equivocado.

¿Quién es Julio Rudman?

Es el esposo de Celia, el papá de Laura y Luciano, por orden de aparición; el abuelo de Manu, de Alejo, de Juan y de Felipe. Un periodista que escribe y que ha publicado tres libros. Un tipo amiguero. Un compañero. Un tipo que… A ver… Estoy hablando en tercera persona como si fuera Cobos o Lafalla. Pido disculpas.

Un tipo que militó desde muy joven en la FEDE, después en el PC, que dejó de ser afiliado, pero sigue siendo “comunista hormonal”, como dice mi querido Saramago. Un tipo al que, sobre todo Néstor, y luego Cristina, lo sacó del lugar de gorila de izquierda, para ser un hermano comunista de los compañeros militantes peronistas.

No voy a preguntarte por tu trayectoria porque puedo encontrar los datos en…

Sí. El tío Google lo sabe…

Pero sí, me parece útil preguntarte por tu experiencia en Radio Nacional que fue el último espacio que transmitió El Candil.

El anteúltimo ahora… Pero sí. Yo tengo la oportunidad de comparar, porque estuve en Radio Nacional en el período de finales de la dictadura y de principios de lo que se conoce como la vuelta de la democracia.

En aquella experiencia, que dirigió Raúl Marín, sentíamos la tensión de los finales de la dictadura y los principios de una democracia vigilada que tuvo, incluso, su secuela económica porque no cambió mucho eso.

Ya cuando mi hermano Ernesto Espeche me convoca, en febrero de 2011, a sumarme al equipo periodístico que estaba armando, me cambian muchas cosas en lo periodístico.

Yo laburaba dos o tres veces por semana, tres horas más o menos, pero Ernesto me planteó que la necesidad del momento cultural y político requería estar todos los días.

Más allá de esto, no sé cómo se va a poder publicar con énfasis esto que voy a decir: en los casi 40 años que laburé como periodista, nunca trabajé con tanta libertad como hice en este período en el que estuve en Nacional con Ernesto.

¿Esa libertad se terminó con el cambio de gestión?

Sí. En realidad como consecuencia del cambio de gestión. Cuando Gabriela Figueroa asume la dirección de la radio, una de las primeras cosas que hace es reunirse con Julio Semmoloni y conmigo para pasarnos la vaselina, básicamente. Nos dice que somos dos grosos del periodismo y que nos necesita un montón.

Dos días después viene aquella famosa reunión en la que, puteadas de por medio, dice que se acabó la radio de Cristina, de manera muy agresiva. Esto está grabado.

Sin embargo, yo duro un tiempo más. Hubo un período de El Candil matutino, de 11 a 13 hs, con Ernesto y el equipo. Pero, luego de una incursión de la directora en mi programa…

¿Se metió sin pedir permiso?

Se metió de prepo. La situación se puso muy tensa. Me hizo una propuesta indecorosa que virtualmente me convertía en un ñoqui, porque me ofrecía trabajar la mitad de las horas por el mismo sueldo. Afortunadamente me di cuenta de la maniobra y le dije que no. Eso fue el 30 de junio del año pasado, fecha que recuerdo porque además fue el día en que murió mi último perro, Galileo

¿Hoy pasaste la página de ese momento? ¿Cómo sigue esta historia con la radio?

Desde el 30 de junio, tuve un año sabático en el que retomé mi laburo de tallerista literario, que desarrollé en algún momento.

Este año, la pesada herencia nos permitió a Celia y a mí hacer un viaje por Europa. Antes de eso, Gustavo Torres de la radio El Ágora me venía tentando para hacer el programa allí y, cuando regresé, luego de charlarlo y ponernos de acuerdo, decidí volver con El Candil.

Me di cuenta de que necesitaba un micrófono para decir algunas cosas, pero también me di cuenta de que, si bien siempre fui reacio a las redes sociales, si yo no hubiera tenido Facebook en todo este tiempo, me hubiese dado un infarto o una úlcera.

Yo me di cuenta, también, por dichos de amigos y conocidos, de la necesidad que había de poder escuchar otra voz: EL OTRO en versión radio. Nos pusimos manos a la obra y empezamos, con muchas cosas que corregir, con novedades muy interesantes. La FM La Leñera de Potrerillos va a tomar El Candil, los martes y los jueves, de 17 a 19.

¿Qué se renueva?

El Candil se ha ido renovando. Nació como un programa de literatura, plástica, música, y mantiene esta estructura de fondo, porque yo soy, como me dijo una colega, un animal de libros. Igual, siempre está cruzado por la realidad cotidiana.

De alguna manera, también veo que es posible volcar una parte de lo que he dicho en Facebook en este tiempo en el programa, porque no fue solo una cuestión catártica.

Creo que es una manera de aportar un granito de arena en una etapa muy jodida de la realidad nacional, latinoamericana y hasta mundial.

¿Qué objetivo persigue esta nueva aventura, en una radio online?

Es un nuevo desafío hacer online exclusivamente, pero trato de no darme mucha cuenta, y en todo caso sigo haciendo radio.

El objetivo mío es crear redes en las que circulen contenidos distintos. Que haya una especie de EL OTRO radio, y que El Candil tenga algo que ver en todo esto.

 


 

EL CANDIL
Martes y jueves de 17 a 19 hs.
Radio El Ágora