El triunfo de Cambia Mendoza fue categórico: con 43% de los votos, el oficialismo superó por 18 puntos al Frente de Todos. Sin embargo, al tamizar los resultados provisorios de las PASO se desprende un buen desempeño territorial del justicialismo en la geografía productiva, en contraposición con los grandes centros urbanos, donde se consolidan las derechas y no se encuentran soluciones para disputar la hegemonía político-mediática del cornejismo. El desafío de esquivar el 2017 con la mirada puesta en 2023.

Por Matías Perdomo y Negro Nasif

Proximidades

Escrutinio oficial | 97,91% de las mesas escrutadas Fuente: Ministerio del Interior

Con los contundentes triunfos en Tunuyán, Lavalle, La Paz, Santa Rosa y San Carlos -en menor medida-, los empates técnicos en San Martín, Rivadavia y San Rafael, y los muy buenos resultados en Tupungato y Malargüe (donde se impuso en sendos Concejos Deliberantes), el Frente de Todos evidenció que su mayor capital político se encuentra en los departamentos vinculados a la producción y la ruralidad.

Situación a la que llegó en estas PASO a partir de la ratificación de liderazgos territoriales, sin proyección provincial todavía pero con futuro abierto, como los de Martín Aveiro, Roberto Righi, Flor Destéfanis y Fernando Ubieta, a los que se sumaron recientes referencias que sorprendieron en la micropolítica, si se quiere, como el inesperado triunfo malargüino. En principio confluyen lógicas más planas, directas y locales a la hora de la interpelación, la intermediación y la consecuente representación, aunque resta mucho para aventurar las condiciones de posibilidad de una influencia futura. ¿Y los Bermejo? ¿Y los Félix? Muy golpeados, aunque nadie -ni propios ni extraños- se pueda animar todavía a darlos por muertos, ni mucho menos.

Martín Aveiro Foto: Coco Yañez
Flor Destéfanis Foto: Seba Heras
Roberto Righi Foto: Coco Yañez

Lo que sí resulta más claro es que un peronismo de proximidad, no solo de corazón y zapatillas circunstanciales sino de largo aliento de gestión, de día a día, de distrito por distrito, logró explotar con eficacia las directrices de una propuesta más general, de abajo hacia arriba, a partir de una interpretación local o regional, donde los buenos acuerdos son probablemente más palpables y notorios, las y los dirigentes son increpados en la cara, las apuestas y políticas destinadas a la producción y el empleo son valoradas a partir de la convivencia con cierto dinamismo de sus actividades económicas y, sobre todo, el vínculo con los y las votantes no depende de la mediación de los hijos de pauta sino que es mucho más directa y eficiente y, lógicamente, mucho menos onerosa.

Paradoja si las hay, el error más trascendente del peronismo por su actuación en torno a la ley 7722, no parece haberle generado mayores daños justamente en lugares donde el activismo y la dependencia del recurso hídrico son más importantes. Piénsese en el Valle de Uco, donde la influencia de Aveiro caló territorialmente en vecindades gansas y radicales. En este sentido no hay lugar para las interpretaciones lineales, si tenemos en cuenta una sorpresiva victoria del peronismo en San Carlos contra las lides de Difonso, uno de los mentores legislativos de la Ley Guardiana del Agua, y la escasa ascendencia del Frente de Izquierda en esta región, cuando el FIT hizo foco fundamental en su estrategia en la denuncia de un pacto minero entre el PJ-UCR, atribuyéndose una amplia representación social en las calles, que no es tal en la verdad de las urnas.

Lejanías

En sentido inverso, el Gran Mendoza -ampliado a Maipú-, se muestra electoralmente cada vez más consustanciado con la propuesta del radicalismo neoliberal encabezado por Alfredo Cornejo, quien promovió la diversificación de las ofertas de derechas, las obligó a competir “racionalmente”, logrando  así moderarlas y moldearlas a su antojo, a partir de la consolidación de las estructuras de gestión, su avance contra las instituciones y con el despliegue de cierta tradición partidaria que, confía, será el presupuesto para concentrar el agua en su molino de liderazgo en noviembre “contra el kirchnerismo y La Cámpora”, el principal hit que sonó en la triunfante sede radical del domingo.

Su prédica contra los populismos fagocita o neutraliza cualquier incursión centrista o mensaje de moderación. Es su propio Milei, se da el lujo de inmolar al chanta del #MendoExit, y hasta invita a quienes están desencantados con la política a votar por la propuesta cambiemita fingiendo amnesia, no vaya a ser cosa que los destinos de la provincia queden en manos de fanáticos.

Alfredo Cornejo Foto: Seba Heras

Cornejo promociona el ajuste y el endeudamiento, la persecución, precarización y flexibilización laboral, domesticando hasta el patetismo a exdirigentes sindicales combativos como Roberto Macho a quien en 2016 reprimía con la Infantería y en la última semana, sobre la hora del cierre de campaña, fue el principal propagandista del “aumento salarial más importante de la Argentina”, otorgado por el gobierno de Rodolfo Suarez, sin necesidad de paros ni movilizaciones. Un indudable caso de estudio de la Psicología Social.

Con más rebenque en la mano que recorrido de calle, y nulos cortes de cintas, Alfredo I sigue alzando las banderas del orden administrativo, insiste sin costos en la reducción del empleo registrado en el Estado en favor de la precarización que, por ejemplo, denuncian los trabajadores de la salud, y es amablemente deconstruido por los medios financiados con fondos públicos, que obedientes y eficaces productores de sentido lo muestran como el más genuino y razonable de los centristas y, sin despeinarse, leen el alto porcentaje de voto en blanco como una bronca unidireccional hacia Alberto y Cristina, en lugar de una reprimenda a la casta política de la cual el exgobernador forma parte desde 1983.

Foto: Seba Heras

Difícil es saber cómo quebrantar tamaña hegemonía cultural, pero está claro que el peronismo en esa ruta no tiene nada que hacer, menos por lograr. En el perdido por perdido ofrece más esperanza el riesgo que una especulación mendocinista gastada que insista con la seducción empalagosa desde el centro a la derecha, donde al final está la pared en la que se apoya Cornejo.

Volver a creer

Anabel Fernández Sagasti y Adolfo Bermejo Foto: Coco Yañez

El domingo, casi 250 mil mendocinos y mendocinas optaron por el Frente de Todos. Unos 20 mil votos menos que los cosechados en 2017 por su par Somos Mendoza. Claro que en aquella oportunidad, se perdieron en el camino entre las PASO y las generales unos 75 mil votos que fueron a parar principalmente al fenómeno José Luis Ramón, hoy integrado en estas filas. Además, en este descenso, no es un dato para nada menor el arrastre de la unida pero derrotada coalición gobernante.

Si de volver a creer se trata, hoy la unidad conseguida, que se transparentó en el triunfo de la opción por la 502 A en todos los departamentos donde hubo colectoras, a excepción de Tupungato, parece un pilar fundamental para trabajar no la fe, sino los aciertos y errores y aspirar a incrementar los respaldos de cara a la elección general de noviembre, así como ser el principal inmunizador de escapes hacia terceras fuerzas que, aunque vitales, están detrás del 10% blanco y bastante lejos del 25% peronista. En este sentido, comienza a sentirse cierto run run de ambulancieros siempre dispuestos a recoger a las y los heridos.

Aún con el pesimismo de razón, hay suficiente margen y cuadros políticos para seguir pensando que la ratificación o mejora de los resultados obtenidos en el cordón productivo provincial abren posibilidades ciertas de gobernar 10 departamentos en 2023. Con tiempo suficiente para reabrir diálogos, ensayar, estimular la creatividad y la imaginación para penetrar en los grandes centros urbanos, desde los márgenes, y transformarse en la opción de poder que caracterizó siempre al peronismo. La presidenta del PJ, Anabel Fernández Sagasti, lanzó ayer una suerte de mantra en sus redes sociales que quizás funja como un nuevo rezo que acompañe al mazo dando: “Tiempo de escuchar. Tiempo de reflexionar. Tiempo de ser humilde. Tiempo de ponerse de pie rápido. Tiempo de corregir el rumbo. Tiempo de peronismo”.

En diferentes circunstancias de crisis de representación, el Justicialismo supo reconfigurarse desde las orillas territoriales hacia las metrópolis, poniendo más el acento en afianzar las identidades que en los registros cuantitativos de las grandes urbes. Con la resistencia y la eterna vuelta como combustibles de su épica.

Foto: Seba Heras

El laboratorio político de la historia argentina registra antecedentes cruciales en este sentido, a derecha e izquierda, si es que todavía son vigentes esas categorías de interpretación de este movimiento nacional y popular, anomalía o “hecho maldito del país burgués”.

Si se revisa el péndulo pejotista nacional desde el recupero democrático, se observará que desde un pequeño pueblo de La Rioja surgió el nuevo liderazgo minoritario de Carlos Menem que derrotó al histórico Antonio Cafiero de la Provincia de Buenos Aires e inauguró 10 años de hegemonía. En sentido opuesto, el prácticamente ignoto santacruceño Néstor Kirchner fue el lejano viento del sur que cambió el aire neoliberal pos 2001 y, luego del interregno bonaerense de Eduardo Duhalde, inició los 12 años que completó Cristina Fernández y, macrismo mediante, volvió a ser epicentro político y eje de reorganización tanto de oficialismos como oposiciones.

Foto: Seba Heras

Más cerca, en nuestra Mendoza de 2007, cuando la victoria del radicalismo parecía inexorable, el marginal territorial Celso Jaque, desde la agreste Malargüe, abrió la puerta a ocho años de retorno del Partido Justicialista al sillón de San Martín. Quienes tienen pereza intelectual siguen reduciendo aquel fenómeno al famoso “mapa del delito”, pero el análisis político requiere interpretaciones más amplias y profundas y, en esa complejidad, el pulso directo de la dirigencia territorial, la militancia cotidiana en los más de doscientos distritos, los referentes de abajo más que las consultoras y publicistas, tienen mucho por decir y hacer todavía.

Paradojalmente, quien quizás mejor haya aprendido estas lecciones de la historia de la construcción política peronista sea el sancarlino que hoy lidera la Unión Cívica Radical Nacional y -vaya casualidad- es el hombre con más poder institucional de Mendoza.

 

Datos duros de un triunfo de las derechas

Martín Aveiro, el intendente del 73%

“No soy solamente una reina”

 

Un chanta casi nulo