La detención arbitraria y violenta de los referentes de la Unidad Piquetera en medio del crecimiento continuo de la pobreza, la desocupación y la precarización laboral, hace tambalear la convivencia democrática en Mendoza. Mientras el escenario económico recrudece, las organizaciones sociales siguen poniendo el cuerpo en los barrios, dando una mano para sostener ese entramado al que tanto le cuesta llegar al Estado. Para saber cómo les militantes enfrentan este combo de ajuste y criminalización, dialogamos con unas de las activistas que terminó presa en aquella jornada en la que el gobierno de Suarez dio que hablar en todo el país. “La policía violenta es una realidad en los barrios, hay una cuestión de odio de clase y también de género. Se ensañan con las compañeras, no toleran que una mujer se les pare por delante y les diga ‘no me grités’ o que les menciones la palabra ‘derecho’, porque ellos piensan que no tenemos derechos”, sostiene Micaela Guiñazú.

Por Juan Sajor | Fotos: Cristian Martínez

El 14 de marzo pasado, la Policía de Mendoza detuvo en la vía pública a referentes del PO (Polo Obrero) y del FOL (Frente de Organizaciones en Lucha) que habían llegado hasta el microcentro de la Ciudad de Mendoza para participar de la jornada de protesta del Frente Piquetero, por la baja de los planes Potenciar Trabajo. Los agentes de seguridad actuaron por disposición del fiscal de Tránsito, Fernando Giunta, que ordenó que los apresaran por haber entorpecido la circulación en ocasiones anteriores, en presunta violación del artículo 194 del Código Penal. El Código Procesal en la provincia tiene la figura de la reiterancia, que permite que la persona esté privada de su libertad aunque la acusación sea por un hecho excarcelable.

Los cuatro detenidos, Martín Rodríguez, Eduardo Tirado y Lorena Torres del PO (Partido Obrero) y Micaela Guiñazú del FOL (Frente de Organizaciones en Lucha) fueron llevados a diferentes comisarías de Godoy Cruz y Luján y liberados en distintos momentos. Los referentes del PO, Rodríguez y Torres recobraron la libertad recién una semana después.

Para saber cómo encaran las bases este salto en la criminalización de la protesta en medio del ajuste y el crecimiento de la pobreza, EL OTRO dialogó con Micaela, la integrante del FOL que cayó en la redada antipiquetera. La conversación con Laika, como la conocen sus compañeras, se dio en un espacio de organización donde convergen distintas agrupaciones, en medio de mesas de trabajo, ir y venir de militante y paredes coloridas, con frases y símbolos de la lucha que reflejan uno de los puntos centrales de la conversación: pese al escenario, el trabajo de las organizaciones sigue firme en el territorio.

No perdemos nuestra identidad de trabajadoras

“Estos atropellos nos hacen pensar que se vienen gobiernos más reaccionarios que los que tenemos -sostiene Laika-. Poner a los funcionarios en la calle es un mensaje simbólico fuerte, además los medios utilizan la noticia con mucho morbo, es una avanzada, sin dudas, pero nosotros no le vamos a poner un mártir en la calle, no vamos responder con violencia, frente a este escenario fortalecemos el territorio, porque la vecina reconoce a la que trabaja en el merendero, a los que están en la carpintería o haciendo panificados para vender, o porque logramos avance en los centros de salud. En el centro de la capital nos pueden deslegitimar, pero en el barrio no, porque la gente sabe que somos laburantes y que somos de las barriadas”.

La criminalización de la protesta, representada en la escalada de violencia policial, las detenciones y los procesamientos tiene como base la estigmatización de las organizaciones y de sus integrantes, y son parte del programa de los sectores antiderechos que gobiernan. A esto se refiere Laika cuando describe el panorama que hoy se vive en Mendoza. “Salimos a las calles a reclamar laburo digno, pero no perdemos nuestra identidad de trabajadoras, que es lo que intentan hacer con la estigmatización. Jamás se cuenta que somos las que hacemos limpieza doméstica, changas de albañilería, cuidado de personas, todas las tareas que están invisivilizadas y por las que se paga dos mangos y en negro. Quieren borrar que los movimientos piqueteros nacemos de la necesidad del trabajo genuino, es lo que hemos reclamado siempre, después de que la respuesta del Estado a esa demanda sean los planes sociales, es otra situación”.

Foto: Negro Nasif | 15/3/2023

“Es difícil, porque Mendoza es muy conservadora, tenés el propio compañero de barrio que apoya a (Javier) Milei, además los medios hacen gran parte del trabajo. Hacia fuera la estigmatización está instalada, pero por suerte en el barrio tenemos el reconocimiento de los vecinos. El mismo Gobierno provincial es contradictorio, nos llaman a participar de las actividades de la economía popular que organiza, porque nos reconocen como laburantes, y sin embargo en la calle nos reprime y nos quita el derecho a exigir un trabajo digo. Somos laburantes y vamos a seguir reclamando por trabajo digno, con todos los derechos, porque nadie puede vivir con un plan”.

La organización como respuesta

Frente al mensaje vehemente de la policía y la violencia de las instituciones, las organizaciones buscan estrategias para ahuyentar la parálisis, hoy este trabajo es central. “Trabajamos el miedo, charlamos con los compas y decimos ‘sí, tenemos miedo’, como tenemos miedo de no tener para la comida o cuando los niños se nos enferman y no hay médico en la salita, cuando tenemos miedo de morir de miles de maneras, tenemos miedo pero sabemos que hay que estar ahí, porque si nos quedamos quietos seguimos en la misma y peor.”

“La policía violenta es una realidad en los barrios, hay una cuestión de odio de clase y también de género. Se ensañan con las compañeras, no toleran que una mujer se les pare por delante y les diga ‘no me grités’ o que les menciones la palabra ‘derecho’, porque ellos piensan que no tenemos derechos. De las veces que he estado detenida, no ha habido una que no me hayan amenazado de muerte, que no me hayan insinuado que me iban a violar y que me iban a prender fuego a mí y a mis hijos. Ellos esperan que les respondamos con violencia, pero nosotros les respondemos con más organización. Cuando la gente está convencida por lo que está luchando no sé si algo lo pueda quebrar”.

La liviandad de los empachados

Foto: Negro Nasif | 15/3/2023

Los mensajes negativos sobre el derecho a la protesta que bajan desde el Gobierno y que diseminan los hijos de la pauta, les dan marco a las acciones violentas de la policía en las calles y a la utilización que el Ejecutivo hace de la Justicia. Sobre este punto, Laika nos compartió su mirada. “Hay que trabajar cómo recepcionar la violencia que hay en las calles, que no tiene fundamentos. No se puede priorizar el derecho a libre circulación cuando no tenemos comida en la casa, agua, cloacas”.

“Hay derechos que priman, porque son principios básicos de la vida, la Constitución ampara la vida digna como derecho primordial. Ante eso el derecho a la circulación es minúsculo. ¿Cómo le explicás a una infancia que nació con una deuda y que va a tener que laburar como un burro para soñar con tener un aire acondicionado en su casa? Te da impotencia la liviandad con la que los empachados te dicen que tenés que asumir esa violencia. ¿No es violento que tu familia tenga que arreglárselas en una pieza de 4 por 3 con baño incluido adentro, si es que hay baños, cuando hay una inmensa cantidad de tierra ociosa, cuando se regala la Cordillera para que vayan a hacer deportes un pequeño grupo de millonarios, que no tenemos ni idea porque no podemos comprar ni el guante que van a usar?”.

Confiar en los que luchan

“Es grave la coyuntura en la que estamos, porque nos están dando por todos lados, se siguen cayendo los salarios, no hay insumos para la salud, vas a las escuelas y se caen a pedazos, los docentes se frustran, se queman, se cansan. Necesitamos encontrar un consenso mayoritario, es necesario porque juega mucho el individualismo en esta situación. Las estructuras de las organizaciones se van a tener que afianzar para contener ante los escenarios políticos que se vengan, afianzar la metodología y tomar las experiencias de lo que se aprendió de situaciones anteriores. Esto no es nuevo, no es que la criminalización de la protesta sea nueva, hay historia acumulada. En el barrio la organización es inevitable, para tener la luz, para tomar un terreno, para todo lo necesario, la organización te potencia los saberes, las herramientas y eso contribuye a fortalecer el movimiento. Hay saberes acumulados, tenemos compañeras y compañeros de la tercera edad, niñeces, adolescentes. Ante una violencia sistemática, nos organizamos, planteamos autodefensa en última instancia. Nosotras buscamos interpelar al otro, conseguir la empatía del laburante porque estamos en la misma, somos trabajadores sin aportes, sin bonos”.

“A pesar del contexto, las organizaciones estamos dando respuestas concretas y vamos a seguir organizándonos en pos de un trabajo digno y una vida digna. Es idealista pero no imposible, hay experiencias acumuladas y hay pequeñas grandes revoluciones. Por ejemplo, una compañera que estaba vulnerada por el Estado, sufriendo violencia de género y sin poder emitir una palabra, termita el secundario, tiene herramientas, puede hablar, trabajar, salir de la relación violenta y a la vez replicar esas mismas prácticas para con las demás compañeras. Yo soy prueba de eso y hay que rescatarlo porque tiene que ver no solo con el programa de la organización sino con la gente real, el FOL somos la gente que lo habitamos. Confiar en los que luchan es la clave para cualquier escenario que se nos presente”.

Laika integra el FOL desde hace cuatro años, pero su historia como militante comenzó antes, en los barrios del Oeste de Godoy Cruz, con un grupo de mujeres que se organizaron con la necesidad de completar los estudios secundarios. Este objetivo se pudo alcanzar gracias a sus esfuerzos y al empuje del Bachillerato Violeta Parra, una de las escuelas de gestión social que cerró en 2021 la Dirección General de Escuelas. Luego, el grupo de mujeres se sumó a la lucha contra la violencia institucional y a espacios de militancia feminista, y más tarde pasó a integrar el FOL cuando inició su conformación en Mendoza. Esta organización social piquetera está integrada por asambleas, espacios de trabajo comunitario y de género, cuadrillas de obras, proyectos productivos y grupos de jóvenes que se plantean como ejes de lucha el trabajo digno, la educación inclusiva, el acceso a la tierra y a la vivienda y el rechazo de la violencia hacia las mujeres y disidencias.

 

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