En su día, trabajadores vitivinícolas de Mendoza salieron a la calle a pedir salarios dignos. El crecimiento de la industria madre no se derrama y los jornales de la mayoría de las y los obreros no llegan a la mitad de la canasta básica.

 Por Redacción EL OTRO | Fotos: Seba Heras

Trabajadores y trabajadoras de explotaciones vitivinícolas de Mendoza plantaron sus reclamos en el principal acceso a la capital de la provincia, en la mañana de este 1 de febrero. La recomposición urgente del salario es el motivo que los movilizó desde sus hogares y lugares de trabajo, la mayoría a más de 40 kilómetros de la metrópolis.

La protesta coincidió con la celebración del Día del Trabajador Vitivinícola. Las imágenes de los manifestantes en medio de una mañana fría y lluviosa circularon rápidamente en las redes sociales y captaron la atención de los medios, opacando la bucólica celebración a la que acostumbran empresarios, Gobierno y afines.

 

 

El último acuerdo salarial, firmado por la Federación de Obreros y Empleados Vitivinícolas (FOEVA) y las cámaras empresariales, estableció un aumento que se pagó en tres cuotas: julio y agosto de 2020 y febrero de 2021. A la fecha el sueldo de un obrero de viña es de $27.557 y el de un empleado de bodega $28.871.

En diciembre los trabajadores de las viñas cobraban $23.635 y los de bodegas $24.571. Apenas la mitad del valor de la Canasta Básica mendocina, valuada en ese mes por los organismos oficiales en $48.646.

 

 

Si superar la línea de la pobreza es difícil para los asalariados incluidos en este acuerdo paritario, la meta es inalcanzable para una gran parte de los empleados que se ubican en categorías inferiores. Un obrero quincenal de viña, suerte de contratado dentro del sistema, percibe dos pagos al mes que rondan los $12.000, y un ordenanza de bodega araña los $10.000.

“Queremos alcanzar la canasta básica, nuestro sueldo tiene que rondar los 48 mil pesos. Si hoy se acuerda, por ejemplo, un aumento del 40% no nos sirve de nada porque lo vamos a terminar de cobrar el año que viene. Los acuerdos por porcentajes que se han hecho en los últimos años no nos sirven para nada, nos tiran el sueldo cada vez más para abajo. Es pan para ahora y hambre para mañana”, explica Ángel Colque, obrero de una finca de Maipú, departamento conocido por sus tradicionales y también flamantes explotaciones vitivinícolas.

 

 

EL OTRO dialogó con Colque luego de la manifestación que se realizó por fuera de SOEVA, el sindicato que tiene la representación mayoritaria del sector. Con la voz cascada por los gritos de protesta y el frío, el trabajador se mostró molesto con la realidad que los aqueja: “Estamos tristes porque las que sufren son nuestras familias, nuestras esposas, porque no saben qué van a cocinar al otro día, es la pura realidad. Es triste porque nuestros hijos quieren ir a la facultad y no tenemos dinero para hacerlos estudiar y eso nos duele mucho. Como todo trabajador, queremos darles todo a nuestros hijos y no podemos”.

“No queremos hablar de porcentajes, queremos hablar en relación al precio de la canasta básica”, insiste para remarcar que no son escuchados por la organización gremial. “Hoy en general los compañeros no se sienten respaldados por el sindicato. Hace más de dos años que los delegados no nos escuchan. La mitad de los aumentos son en negro y no suma, no sirve, porque un mes nos dan dos mil pesos y al otro nos dan mil, y el otro nada…”

 

 

El hundimiento de los salarios de los trabajadores esenciales se da en medio de un ciclo de expansión de la industria y de alcance de nuevos mercados. La situación de pandemia jugó a favor en el incremento del consumo. Si bien ya había remontado en 2019, en 2020, según el Instituto Nacional de Vitivinicultura (INV), se reportó un incremento en el volumen de las exportaciones vitivinícolas de 26,7% respecto al año anterior. No obstante, las mejores noticias se dieron en el mercado interno, el consumo percápita pasó de 18,7 litros en 2018 a 21 en 2020. El año cerró con un repunte en el consumo del 6,5% respecto del 2019, es decir, se vendieron 57 millones de litros más.

“Las próximas manifestaciones se van a dar cuando veamos que el sindicato no esté haciendo nada”, asegura el trabajador maipucino, barajando las cifras de la próxima cosecha. Se sabe que el pago del tacho de uva para los trabajadores rondará entre $14 y $20. Muy lejos de las ganancias a las que aspiran los empresarios viñateros, quienes hablan de un aumento del 100% del valor. En San Juan, las cámaras están reclamando que  el kilo de uva común, que hoy se paga a $12, alcance los $25, las tintas $35 y las finas a $45. En Mendoza también se pretende las mismas cifras.

Todos se apoyan en las exorbitantes ganancias obtenidas por los bodegueros en el último año. En tanto que los hacedores de la vendimia no tienen nada que celebrar.

 

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