Por primera vez en la historia de nuestro país una mujer ejercerá el cargo máximo del Sindicato Argentino de Docentes Privados (SADOP). Marina Jaureguiberry será la representante gremial de más de 200 mil docentes de escuelas de gestión privada, la gran mayoría (85%) mujeres. “Está claro que el ítem aula es una herramienta disciplinadora, que sólo existe en Mendoza, y que limita casi por completo el derecho de huelga”, sostuvo la abogada y educadora en entrevista con EL OTRO.

Por Redacción EL OTRO | Fotos: Coco Yañez

Marina Jaureguiberry es bonaerense, además de abogada laboralista, docente, investigadora y dirigente sindical. Este año será la primera mujer, en los 76 años de historia del Sindicato de Docentes Privados, en asumir la secretaría general de esta organización, que acordó una lista de unidad de cara a las elecciones del próximo mes.

En su visita a Mendoza, a donde vino para apoyar a la lista interna Blanca Unidad, que encabeza Luisa Nasif como candidata a secretaria general provincial, la dirigenta del SADOP dialogó con EL OTRO sobre el momento histórico que protagonizan las mujeres en la Argentina, las construcciones de sentido común en torno a la educación privada, y los desafíos que enfrentan las trabajadoras de la educación.

En poco tiempo serás la primera secretaria general de SADOP. ¿Cómo llegaste hasta acá?

Hace 30 años que milito en SADOP, y hace 4 años que asumí un cargo en la conducción de nuestro sindicato. Fue la primera vez que una mujer llegó a la Secretaría Gremial. También la primera mujer en asumir la Tesorería de nuestra obra social. Y ahora, después de 76 años, seré la primera en desempeñar las funciones de secretaria general de la organización.

Esta es una novedad fuerte que tiene que ver con una construcción, no con una persona, que a través de los años hemos hecho las compañeras, en unidad. Estamos abriendo puertas, generando instancias hacia adelante en un tiempo histórico en el que las mujeres hemos tenido la capacidad de romper los sellos de las organizaciones, transversalizando los temas comunes para construir consensos. De hecho, el primer paro al expresidente Macri se lo hicimos las mujeres.

En la última normalización de la CGT, las mujeres tomamos un fuerte protagonismo, representando a nuestros sindicatos y, en un acto simbólico muy importante en un salón Felipe Vallese lleno de varones, colgamos nuestro cartel con el lema que seguimos sosteniendo en las calles: “Es ahora y es con nosotras”.

¿Cuáles son los grandes desafíos para las trabajadoras en este tiempo histórico que describís?

Después de la pandemia, quedó muy claro que debemos avanzar en lo que denominamos como “las tres D”: desmercantilizar el trabajo, democratizar las relaciones de poder, y descontaminar el planeta.

Particularmente, democratizar las relaciones de poder significa introducir necesariamente en este tiempo la perspectiva de género. Para nosotros y nosotras es necesario abordar este aspecto desde dos lugares, primero poner a la transversalidad de la perspectiva de género en la agenda pública, de las organizaciones sindicales, de la vida cotidiana; y, segundo, más mujeres en los lugares donde se toman las decisiones. Como diría mi abuela vasca, “donde se corta el bacalao”.

Si hay un lugar donde ocurre esto es justamente la educación. ¿Cuál es la proporción de mujeres en la docencia privada?

Toda educación es pública. En la Argentina el sistema educativo está integrado por la educación pública de gestión estatal y de gestión privada. La gestión privada representa entre un 35 y un 45% de los establecimientos, de los alumnos, y de los docentes.

Somos más de 200 mil docentes privados en todo el país. El 85% somos mujeres.

Nos gustaría que charláramos sobre algunas instalaciones del llamado “sentido común”, o prejuicios difundidos sobre la educación privada. Una de esas ideas es que los colegios privados compiten con la escuela estatal. ¿Esto es así?

No hay competencia y nunca la hubo. Las escuelas de gestión privada tienen una larga historia en la Argentina que nada tiene que ver con una disputa.

Nuestro sindicato, por ejemplo, surge en 1947, durante el gobierno de Perón, a tal punto que Evita es la madrina del SADOP. En la génesis de aquel peronismo la posibilidad de una educación que pueda ser elegida por las familias en función de los idearios o perfiles más específicos, como el confesional, fue garantizada por el Estado, al mismo tiempo que se le dio un fuerte impulso a la educación de gestión estatal.

Tampoco en la actualidad veo peligro de una competencia entre gestión privada y pública. El riesgo está en la mercantilización de la educación, con proyectos como las escuelas charter y otras modalidades, o experiencias en la Ciudad de Buenos Aires donde se promueven formaciones “enlatadas” de determinadas ONGs, bajo el modelo neoliberal de precarización de las y los trabajadores.

Como fundamento de la consigna “separación de la Iglesia del Estado”, muchas veces se sostiene que la jerarquía católica tiene un fuerte poder económico vinculado a sus escuelas. ¿Cuál es tu opinión?

Creo que la influencia de la Iglesia Católica en la educación es más ideológica que económica.

En una gran proporción, la educación de gestión privada está subvencionada por el Estado. Dependiendo de los territorios, las subvenciones van del 40 al 100%. Y ese dinero, de acuerdo a la legislación, debe invertirse en salarios docentes y cargas sociales que implican esos salarios.

¿Cuánta justicia hay en materia de subvenciones? Depende mucho de cada jurisdicción. Hay escuelas que debieran tener el 100% de subvención y no lo tienen, y también se da la situación inversa. Pero no siempre esto revela posiciones de poder económico.

En la Ciudad de Buenos Aires sí se da una situación muy particular: la educación de gestión privada tiene el 50% de la matrícula, y en el Nivel Inicial ese número es mayor. Aquí, entonces, tenemos otro tipo de debate en torno al retroceso del Estado en la creación de establecimientos, en no ocupar un lugar sobre el que terminan avanzando los privados.

¿La educación privada es un gran negocio?

En este caso tampoco es unívoca la respuesta. Ninguna escuela privada tiene pérdida de rentabailidad, aunque hay sectores muy puntuales para los cuales sí es un negocio muy rentable.

Estudios internacionales señalan que hay dos nichos fuertes donde se pueden obtener grandes rentabilidades, uno es la salud y otro la educación. En la Argentina está claro que para penetrar realmente con los formatos educativos del neoliberalismo hay que terminar con los sindicatos docentes. Es por eso que nuestro rol, más allá de la defensa de los derechos de los compañeros y compañeras, es organizar a las y los trabajadores como sujetos políticos que debemos plantear con claridad en qué país queremos vivir.

Yo creo que la escuela en la Argentina, aún hoy con todo lo vapuleada que está, con lo vapuleado que estamos los docentes, es un lugar de referencia. Los trabajadores siguen queriendo educar a sus hijos, que se formen, que vayan a la universidad. La educación en nuestro país sigue teniendo prestigio. A pesar de todo lo que se dice de nosotros, hemos podido salir a la calle y defenderla en distintos momentos.

Luisa Nasif y Marina Jaureguiberry.

¿Cuál será el principal desafío para la nueva conducción nacional del SADOP?

La primera cuestión es la falta de un convenio colectivo de trabajo. Estamos en las paritarias docentes nacionales, con voz y voto. Aunque Macri nos corrió de ese lugar con un decreto, volvimos con el gobierno de Alberto Fernández.

Estamos en la discusión donde se definen los pisos salariales y de condiciones de trabajo de todo el país, y ahí tenemos que estar. Ahora, también entendemos que la educación de gestión privada, como sistema, como sector, tiene sus particularidades que deben regularse con un convenio colectivo específico.

Esta es la pelea histórica del SADOP.

¿Cuál es la mirada que tenés sobre la educación en Mendoza?

En noviembre pasado hicimos un Congreso Nacional de Delegados en Córdoba, al que asistieron más de 1500 compañeros y compañeras delegadas de todo el país. Causó mucho impacto escuchar de primera mano, de los mendocinos y las mendocinas, el tema del ítem aula.

Es un fenómeno único de Mendoza. Hubo intentos en otros territorios, por ejemplo María Eugenia Vidal lo impulsó en la provincia de Buenos Aires y no lo consiguió, gracias a la resistencia de las y los trabajadores. También en otras provincias pudo ser frenado por las organizaciones sindicales.

Acá no sólo se ponen en juego las condiciones de trabajo y de salud, está claro que el ítem aula es una herramienta disciplinadora, que sólo existe en Mendoza, y que limita casi por completo el derecho de huelga.

Además, el Gobierno de Mendoza “vende” que esta provincia no es pobre, cuando en realidad aquí no se alcanzan los pisos salariales nacionales. Venimos discutiendo sistemáticamente la paritaria nacional desde hace 4 años y Mendoza sigue por debajo de los 130 mil pesos que, a partir del primero de marzo, debe ser el piso salarial de las y los docentes en todo el país.

 

“¡Hoy marchamos para gritar que la deuda es con nosotras!”