En 2007, el entonces ministro de Seguridad, Alfredo Cornejo, calificó de “soretes” a un grupo de periodistas que hacían su trabajo en la Legislatura. Once años después, el gobierno del dirigente radical despidió al supervisor de la DGE, Ricardo Ermili, por utilizar la misma palabra, en un contexto y sentido diferente, pero esta vez en contra del hoy mandatario. El violento Jaime Correas deberá confirmar la cesantía.

¡Mierda!

Foto de archivo: Cristian Martínez

“¿Quiénes gobiernan? ¿Nosotros o estos soretes de la prensa?”, se quejó Alfredo Cornejo en una reunión parlamentaria, en abril de 2007, luego de exigir a los legisladores provinciales el desalojo de periodistas que intentaban cubrir el encuentro.

El insulto del funcionario fue publicado y repudiado entonces por diferentes medios de comunicación hegemónicos. Hoy, curiosamente, en tiempos de silencios bien regados por la pauta oficial, aquella noticia no conserva registros online en los archivos de los diarios locales. Por ejemplo, Los Andes borró el vínculo (ver aquí) que daba cuenta del desprecio de Cornejo hacia las y los trabajadores de la comunicación.

Captura: Diario Los Andes

Sí permanece todavía el link de una nota publicada por el portal de Buenos Aires La Política Online, el 20 de abril de 2007, en la que se ratifica la calificación de “soretes de la prensa” en boca de Cornejo y además se informa que, a pocos días de asumir su cartera, el entonces ministro de Seguridad trató de “pendejos de mierda” e “hijos de puta” a jóvenes sospechados de un crimen.

Algo huele muy mal

Alfredo Cornejo. Foto: Cristian Martínez

Once años después de la andanada escatológica e impune de Cornejo, el hoy gobernador de Mendoza ejerce la tolerancia cero frente a cualquier disidente o desobediente, incluso contra quienes osen usar la palabra “sorete”, aquella que él mismo utilizó tan suelto de cuerpo para agredir a comunicadores.

El 15 de setiembre pasado, el sanrafaelino Ricardo Ermili publicó en su cuenta personal de Facebook un texto dirigido al gobernador Alfredo Cornejo. “A la luz de sus actos de gobierno afirmo que USTED ES UN SORETE” (sic), comenzó su posteo, para luego precisar la dimensión política y una posible analogía del sustantivo. “Así como los soretes despiden mal olor, su forma de gobierno es pestilente: un azote a los pobres y la clase media, una afrenta a la democracia, un flagelo para la educación de gestión estatal, la ruina de la salud pública”.

Ricardo Ermili. Foto: Gentileza

En esa misma línea, Ermili maldijo a Cornejo “por transitar junto a Mauricio Macri, totalmente a contramano del anhelo constituyente de ‘afianzar la justicia’ (por sus intentos -a lo Gerardo Morales- de cooptar la Suprema Corte de Justicia); a contramano de ‘consolidar la paz interior’ (criminalizando la pobreza, la protesta social, la libertad de expresión y el arte callejero); a contramano de ‘promover la defensa común’ (entregando autorizaciones a la presencia militar del imperio norteamericano en nuestro territorio); a contramano de ‘promover el bienestar general’ (pulverizando nuestros salarios mientras se aumenta la deuda pública y la inflación, con pingües ganancias de los sectores financieros parasitarios); y a contramano de ‘asegurar los beneficios de la libertad’ (usted todo lo quiere arreglar con cárcel). Por eso le digo Señor Gobernador: SORETE”, cerró el ciudadano de San Rafael.

Por qué no te callas

Jaime Correas. Foto: Cristian Martínez

Cuatro días después de su publicación personal en la red social, el profesor Ricardo Ermili, quien cumplía las funciones de supervisor suplente de la Sección IV (Sur) de la Dirección de Técnica y Trabajo, recibió tres actas de su superior Carlos Daparo. Dos de ellas vinculadas con una instrucción de retiro de imágenes religiosas dispuesta por Ermili en las escuelas a su cargo, y la tercera referida al “escándalo” de Facebook.

“La inusitada cantidad de actas que se me han notificado en un mismo día son un indicio vehemente de hostigamiento laboral contra mi persona, especialmente cuando todas y cada una de ellas resultan a simple vista un flagrante desapego a la normativa”, contestó formalmente el profesor Ermili, al tiempo que denunció ser objeto de un hostigamiento laboral.

Carlos Daparo. Foto: Prensa Gob. Mza.

En respuesta a la primera acta, el docente argumentó que las instrucciones impartidas por él a los establecimientos de la Sección IV se fundaron en la Ley 6970 y pronunciamientos del Inadi, con el objetivo de garantizar la educación laica y “suprimir actos discriminatorios derivados de la exposición de imágenes y leyendas religiosas en las escuelas”.

Absurdamente, la Dirección de Educación Técnica y Trabajo le requirió al supervisor, mediante la segunda acta, que aporte “la documentación que acreditaría según sus dichos que la religión católica no es la oficial”. “Como si fuera un invento mío, se me requiere que aporte pruebas para demostrar lo que el ordenamiento jurídico reconoce pacíficamente y los funcionarios no deben desconocer”, se limitó a contestar el docente apelando a la obviedad.

Estalkeando al profe

Captura: Facebook

En el caso de la tercera acta del publicitado “sorete”, donde se le solicitó al docente que “presente descargo por expresiones políticas vertidas en una red social”, Ermili se explayó en su defensa enumerando las características del mensaje publicado en su perfil de Facebook.

De acuerdo con el docente, el cuestionado posteo fue realizado en carácter absolutamente personal, no como funcionario de la DGE; se efectuó fuera del establecimiento y de la jornada laboral y estuvo dirigido al gobernador y el presidente quienes no son autoridades de la Dirección General de Escuelas.

Ricardo Ermili. Foto: Gentileza

Además, Ermili cuestionó que en dicha acta no se especificara con precisión cuál o cuáles habrían sido las palabras “inapropiadas” incluidas en el texto de la red social, y defendió su derecho a ejercer la libertad de expresión que, en este caso en particular, implicó la utilización del sustantivo “sorete” como analogía o metáfora “utilizada expresamente para criticar la forma de gobierno considerada ‘pestilente’, asociada a efectos en la economía, la soberanía del país, etc”.

Por último, el supervisor rechazó haber menoscabado la reputación personal de Cornejo y Macri, repudió cualquier potestad de la DGE “de fiscalizar mis opiniones políticas” y reivindicó “mi derecho a la libertad de pensamiento y expresión en las redes sociales y por cualquier otro medio y a criticar a las autoridades de la Provincia y de la Nación en las formas literarias que mejor me parezca”.

Persecución y despido

Resolución 170/18 (fragmento). Fuente: DGE

La DGE, conducida por el violento Jaime Correas, no escuchó razones y decidió despedir sin más al profesor Ricardo Ermili de su cargo de supervisor suplente e inhabilitarlo, por el término de un año, para presentarse a concursos docentes.

Carlos Daparo fue el verdugo que firmó la pena de manera sumarísima. Mediante la resolución 170, de fecha 25 de octubre de 2018, el director de Educación Técnica y Trabajo sentenció: “El referido docente ha efectuado en redes sociales de carácter masivo ‘Facebook’ manifestaciones públicas injuriantes e insultos contra la investidura del Sr. Gobernador de la Provincia Lic. Alfredo Cornejo, constituyendo su accionar en conductas inapropiadas tanto por su rol de educador como así por su investidura de ser funcionario público al servicio de la Dirección General de Escuelas, como así también podría encuadrarse su conducta en una acción prohibida por el Código Contravencional” (sic).

El miedo no es zonzo

Más allá del juicio de aprobación o rechazo sobre la opinión de Ermili, semejante vaguedad jurídica del gobierno no resiste el menor análisis sensato. De generalizarse las consideraciones de la resolución de la DGE, cualquier trabajador o trabajadora de la educación podría quedar sin empleo por difundir “conductas inapropiadas” en redes sociales. Sin contar con que la Dirección de Educación Técnica y Trabajo apela a las figuras de “injurias y calumnias” contra funcionarios públicos, las que fueron retiradas en 2009 del alcance del Código Penal, en los casos de interés público.

Pero la frutilla de la torta la pone Daparo cuando fuerza el derecho para indicar que la publicación de Facebook de Ermili “podría” estar contemplada en un Código Contravencional aprobado en octubre y que sería aplicado en forma retroactiva a una opinión vertida a mediados de setiembre.

Foto: Coco Yañez

El despido del docente, y copresidente de la Asamblea Permanente por los Derechos Humanos en Mendoza, busca quebrar su lucha permanente por el laicisimo y la separación de la Iglesia del Estado. El tosco chivo expiatorio del “sorete”, se da en el contexto de una creciente criminalización de la protesta social que, en el caso de la educación, se expresa crudamente en la constitución de la DGE como querellante particular en una causa penal en la que se intenta encarcelar a tres docentes de nivel superior, por participar de forma “desobediente” de una ocupación pacífica del Instituto Tomás Godoy Cruz (ex Normal).

El profesor Ermili se reintegrará a su cargo titular de director de la escuela De la Reta e, intertanto, impugnará administrativamente la resolución de Daparo. Jaime Correas, quien registra antecedentes judiciales de violencia machista, deberá resolver la apelación de Ermili. Sí, el mismo Correas grosero, maleducado desconsiderado, autoritario y misógino, que de acuerdo a testimonios bajo juramento, maltrató a una trabajadora del Grupo Vila-Manzano hasta provocarle una incapacidad permanente.

En 2007, cuando Cornejo trataba de “soretes” a los periodistas, Correas era director periodístico del diario UNO. ¿Se habrá sentido aludido por su futuro patrón?

 

El “virus” de la desobediencia

La violencia de Jaime Correas confirmada en un fallo judicial