El grupo teatral La Rueda de los Deseos vuelve a reunirse y nos trae una obra que interpela sobre cómo nos educan y cómo educamos. “El Experimento” tuvo cuatro funciones para celebrar el reencuentro del colectivo teatral, que promete nuevas presentaciones en 2018.

Por Mariel Caylá
Fotos: Gentileza

La Rueda de los Deseos gira nuevamente en el escenario del teatro mendocino. Luego de casi 4 años en stand by, el grupo que se conformó en el 2001, decidió volver este año y presentar “El Experimento”, una obra de creación colectiva que surge de las preguntas ¿qué es la educación y adónde nos lleva?, ¿cómo nos educaron?, ¿cómo educamos y qué otras maneras de educación pueden ser posibles?.

El argumento se basa en cuatro mujeres, personificadas por Gabriela Senda, Valeria Rivas, Daniela Moreno y Federica Bonoldi, quienes viven en un régimen en el que no pueden ser madres y donde la pregunta sobre la educación les es algo prohibido. No pueden preguntarse cómo criar a alguien porque no pueden criar a nadie, pero a su vez hay un deseo poderoso y una necesidad de vivir la experiencia de educar, educar como madres, como padres, como familia, como la escuela. Ser todas las instituciones desde las cuales nos forman y educan a lo largo de nuestras vidas.

El director de la obra Fabián Tutu Castellani, nos propone un juego y arma el relato de tal manera que para el público también será un experimento, un ida y vuelta entre la puesta en escena, su propia vida y el contexto actual. Fabián cuenta que el proyecto se comenzó a gestar con la idea de hablar sobre la educación, y con el asesoramiento del dramaturgo mendocino Arístides Vargas, el grupo trabajó mucho en la investigación, los textos, el uso de nuevas herramientas y recursos, y largas charlas sobre las experiencias personales de cada uno. Así se fue conformando una dramaturgia dividida en dos planos siempre, una fábula subyacente y una serie de acontecimientos inspirados en vivencias personales, que resulta provocadora, inquietante y emocionante, como el vértigo de desaprender para rearmarse sin prejuicios, ni imposiciones, ni manipulaciones.

Nada es casual, y el volver a establecer lazos colectivos en estas épocas parece una señal, algo se moviliza. Cuando le preguntamos al grupo por qué volvieron con esta obra precisamente, Daniela Moreno responde contundente: “nos parecía que era una obra necesaria, era necesario decir esto por el contexto que estamos viviendo, vemos un nivel de violencia en la calle y surge la necesidad de saber cómo hemos llegado hasta acá, volvamos al principio para ver cuáles son los mecanismos o lugares que nos han configurado para llegar a este nivel.”

Para Gabriela también se trata de algo muy interno: “Como son anécdotas personales, también es exorcizar algo que nos ha dejado una marca, hay un maestro que dice que uno habla desde la herida del alma, y siempre una está volviendo y sanando desde contar la historia”.

La temática si bien surgió hace siete años, hoy revive en la obra de manera muy actual, y a la vez cruzada de nuevos significados y abriendo nuevos interrogantes. “Para elegir qué hacer y qué decir en un espectáculo, siempre se está muy vinculado con lo que sucede en el país, o sea, nunca alejados de nuestro contexto, sino muy sujetos a él. Además somos educadores y educadoras de profesión, no solo trabajamos en instituciones, sino que tenemos un espacio de educación teatral”, comenta Valeria, y agrega: “Mientras sucedía lo de Santiago Maldonado, y sucede, estábamos en pleno ensayo y eso atraviesa a los cuerpos y a las actrices, ‘las mujeres que buscan, un cuerpo que no está’, eso algo que las argentinas lo tenemos muy en nuestro cuerpo, por eso la obra se resignifica, y toca temas no resueltos, transversales. El espectáculo habla de divisiones también, de multiplicidad de discursos porque todxs somos fragmentos, y entonces ¿cómo es posible un solo discurso? y no, es imposible.”

“Cuando nos educan se hace desde una visión, cuando conocés, conocés una parte solamente, desde una segmentación de la realidad, entonces el público empieza remitir con algo del contexto que vive. Ahora el tema de la división, lo binario, es algo que está mucho más vigente que tal vez cuando mostramos las primeras funciones de la obra hace algunos años atrás”, dice Daniela.

La obra tiene muchas aristas e influencias, que se notan en los múltiples discursos en la performance: la película Brazil, de Terry Gilliam, la novela ‘Un Mundo Felíz’ de Aldous Huxley, la leyenda de Kaspar Hauser, pensadores como Alain Badiou, Zygmunt Bauman, Platón, Martín Fierro, Gramsci, entre muchos otros.

También innova en recursos que van más allá de lo teatral, recreando y transportando a otras dimensiones, como si para el espectador fuera estar en un sueño dentro de un sueño. “A nivel de composición de la dramaturgia, es el mejor trabajo que he realizado, hay muchísima composición” confiesa Fabián.

Por último, no podemos dejar pasar la puesta de las actrices, que con la incorporación de Federica Bonoldi, en reemplazo de Tamia Rivero, se fusionan cómodamente en cada escena, donde se entregan completamente a la complejidad de encarnar múltiples discursos. Sin dudas es destacable su actuación y trabajo en esta obra que no ha sido fácil abordar. Sobre esto Gabriela nos cuenta: “Como grupo siempre hemos probado e intentado acercarnos a distintas técnicas que enriquezcan lo actoral: el canto, la música, la manipulación de objetos, hay un interés siempre de que el actor/actriz tenga muchas herramientas para echar mano. Hay pequeñas acciones que las trabajamos mucho con Arístides desde esa historia subterránea que no se cuenta, pero que a nosotras nos ayuda a sostener muchos detalles de la obra. Hay un desdoblamiento constante, porque son muchos recursos, y resulta muy divertido pero muy complejo, hay muchos focos que hay que tener en cuenta”, finaliza la actriz.