Aberrante. La casa de altos estudios de la UNCuyo creó una cátedra libre para rendir tributo post mortem al profesor Enrique Díaz Araujo, uno de los principales teóricos de la ultraderecha mendocina que promovió el terrorismo de Estado. Diversos sectores de la comunidad universitaria y organismos de derechos humanos solicitaron que se deje sin efecto el espacio académico que rinde honores al nefasto personaje que, además de negar los crímenes de lesa humanidad perpetrados en la Argentina, sostuvo posturas abiertamente homofóbicas, misóginas y de aval de la violencia institucional.

Por Negro Nasif

En el mes de junio, la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional de Cuyo aprobó la creación de una cátedra libre en homenaje al profesor Enrique Díaz Araujo, recientemente fallecido. Algo que en principio pasó como un acto administrativo-académico más, fue despertando un fuerte repudio entre estudiantes, egresados/as, profesores/as y comunidad en general, incluyendo diversas organizaciones de derechos humanos, por ser expresión del pensamiento negacionista y continuista de la dictadura en esta casa de estudios.

Un comunicado, que  a la fecha lleva reunidas unas 1500 adhesiones, encabeza diciendo “Quienes aquí firmamos, solicitamos la inmediata derogación de la cátedra libre en homenaje al negacionista y progenocidio Enrique Díaz Araujo, aprobada por resolución 214/2021 del Consejo Directivo de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional de Cuyo”.

Foto: Coco Yañez

¿Quién fue este personaje y por qué resulta repudiable este tributo? Díaz Araujo, además de juez de instrucción y camarista en lo criminal, fue profesor de Historia Argentina en las facultades de Ciencias Políticas y Sociales y de Filosofía y Letras de la  UNCuyo. Desde estos espacios de poder legitimó la última dictadura militar, justificó el terrorismo de Estado, avaló la represión clandestina impulsada por el Estado genocida; y en democracia, desarrolló una prolífica obra en la que negó los crímenes de lesa humanidad y condenó las políticas de Memoria, Verdad y Justicia sostenidas por los tres poderes constitucionales.

Desde su lugar como académico y docente, durante la última dictadura militar, Díaz Araujo no se mantuvo ajeno al esquema represivo que imperaba por aquellos años. Sabido es que el terrorismo de Estado operó en distintos niveles desde la persecución ideológica hasta el exterminio físico. En la UNCuyo, cientos de profesores/as, estudiantes y trabajadores/as fueron suspendidos/as y/o expulsados/as. Muchos otros fueron detenidos, torturados y desaparecidos.

En este contexto, con fondos universitarios, el intelectual de la derecha mendocina publicó La rebelión de los adolescentes, libro escrito en 1976 que vio su primera edición en 1979, financiada por el entonces rector-interventor y amigo personal Pedro Santos Martínez. Es en esta obra donde, además de equiparar a la juventud con la delincuencia, el autor realiza una arenga explícita a la represión del movimiento estudiantil y propone la limpieza ideológica de la Universidad.

Sus críticas van tanto hacia las organizaciones de estudiantes (a las cuales también  califica como “terroristas”), como hacia sectores de la Iglesia vinculados al Movimiento de Sacerdotes para el Tercer Mundo y autoridades universitarias “permisivistas”. Adoptando el discurso de las Fuerzas Armadas, el autor explica la militancia estudiantil en la UNCuyo como parte de una conspiración soviético/cubana que a través de sus infiltrados/as busca destruir las bases cristianas de la nación. En el apartado “Promoción o represión de la rebelión universitaria”, refiere al “dilema” que les presenta a las autoridades el movimiento estudiantil y quienes lo apoyan.  En esa línea fascista, apuesta a la represión, que para el autor aparece ligada a la defensa de los valores, especialmente el patriotismo. En este sentido, Díaz Araujo justifica la violencia estatal y paraestatal —incluso clandestina— para mantener los “verdaderos valores” de la Universidad.

A partir de realizar una equiparación entre movimiento estudiantil y subversión, el docente llama a las autoridades universitarias a reprimir de manera preventiva y defensiva: “¡Y basta de permisivismo! Ya no podemos ni queremos seguir descendiendo más. Pasemos a la represión” (…) cuando nosotros hemos hablado de ‘represión’ (…) no es de la contención del desorden sino de la implementación del orden”.

Por otro lado, sus escritos sobre la última dictadura cívico-militar pueden inscribirse dentro del negacionismo y la falacia de la presunta guerra sucia, teniendo en cuenta que el autor considera que nuestro país se vio envuelto en un conflicto bélico internacional contra la subversión, en el que las Fuerzas Armadas fueron las garantes del “orden” y la “seguridad”.

De esta manera, Enrique Díaz Araujo critica la defensa de los derechos humanos y las políticas de Memoria, Verdad y Justicia, siendo un objetivo central de sus ataques los procesos en los que se juzgaron a quienes perpetraron crímenes contra la humanidad. Entre sus nefastas afirmaciones sostuvo: “Tanto machacar, han metido en la cabeza de la gente cifras míticas, como la de los ‘30.000 desaparecidos'” (2005); “Las Leyes de Punto Final y de Obediencia Debida fueron mal derogadas, y cabe restablecer su validez” (2019). También reclama la “devolución de las indemnizaciones” recibidas por las y los sobrevivientes de la dictadura, y la amnistía a todos los genocidas condenados en juicios que se desarrollaron con todas las garantías constitucionales del debido proceso, las mismas que los asesinos negaron a sus víctimas, entre ellas embarazadas que dieron a luz a cientos de bebés en campos de concentración y exterminio.

A su defensa explícita del genocidio perpetrado en Argentina y su cuestionamiento a la lucha por los derechos humanos, el profesor homenajeado por las autoridades de la facultad mendocina que forma a docentes e investigadores, entre otros profesionales, agrega en sus obras una perspectiva abiertamente homofóbica y misógina. Se permite llamar a la homosexualidad “aberración sexual” y se opone a los derechos conquistados por el movimiento de mujeres y disidencias, tales como el matrimonio igualitario, la adopción para parejas de un mismo sexo o la interrupción voluntaria del embarazo. Además, niega hechos ampliamente demostrados por los organismos de derechos humanos y la Justicia, como es la política de gatillo fácil que en nuestro país se lleva la vida de una persona -en su inmensa mayoría jóvenes pobres- cada 22hs.

Omar Alonso Camacho, María Delia Buisel, Mario Descotte y Rafael Breide Obeid fueron los docentes que encabezaron la reivindicación de la figura de Díaz Araujo.

Video en vivo: Agrupación Estudiantil por la Formación y el Liderazgo | YouTube


 

A 45 años del golpe de Estado criminal, a 20 de la derogación de las leyes de impunidad y luego de más de una década de juicios de lesa humanidad que han condenado a cientos de genocidas, la pata civil del terrorismo de Estado en Mendoza aún parece tener cabida en la hegemonía ideológica de Filosofía y Letras que, de manera inadmisible, decide rendir homenaje a un exponente que agravia cualquier pretensión de humanismo y excelencia académica.

El negacionismo, la defensa de los crímenes de lesa humanidad, el insulto a la memoria de los/as 30.000 desaparecidos/as y el desprecio por la democracia no pueden ser distinguidos ni transmitidos desde cátedras y espacios de formación de una universidad de la democracia, pública, laica y gratuita, como la prestigiosa UNCuyo.

 

Para adherir a la solicitud de derogación de esta cátedra homenaje, firmá aquí

 

 

El Manual Miret del profesor Gullé