Tomás González  y Walter Barrios pasaron por Mendoza afinando experiencia y sabiduría en tono popular. 

Fotos: Lucky Viard

Walter Barrios.

Tomás González y Walter Barrios son amigos, y lo han sido a través de los últimos treinta años. Ambos recorrieron caminos artísticos que se cruzaron y los unieron musicalmente en un particular proyecto común.

Jaime Torres, Los cantores de Quilla Huasi, Los cantores del alba, Los fronterizos, son algunos de los nombres propios que marcaron la senda cancionera que hoy maduran, como chicha, o como vino, ese mismo que se degusta en un pequeño restaurant maipucino, donde recibieron a los cronistas de EL OTRO.

Tomás González

Walter Barrios se define como bombisto, catamarqueño, docente y peronista. Su trayectoria musical reúne muchos años de una experiencia dedicada y cuidada como un tesoro. Su sonrisa cautiva y posee un gesto amistoso, rasgueado en noches y madrugadas de guitarras norteñas y de Buenos Aires.

Barrios da clases en la Universidad Nacional de Avellaneda. Conoció a Tomás González hace más de 35 años en Buenos Aires. Por ese entonces, aquellos jóvenes circulaban los espacios culturales, junto a artistas de la talla de Hamlet Lima Quintana, el propio Tejada Gómez y Mercedes Sosa.

 

Tomás viene de San Miguel de Tucumán, forma parte de una familia numerosa que tuvo que apechugar la pronta partida del padre. Tomás, como algunos de sus hermanos, abrazaron la música como modo de vida. Su partida a Buenos Aires estuvo tironeada por el camino de su oficio musiquero, aunque apretado fuerte de la mano de “la Mercedes”, hasta que con Barrios se mixturaron en dúo.

El tucumano de piel cobriza y mirada de lince deslumbró a Ariel Ramírez, quien en el 87 se confesó “maravillado” ante la interpretación del cancionero popular pulsado por González.

El bombo de Walter, y la guitarra y voz de Tomás llenaron un par de noches en la Ciudad de Mendoza y en San Rafael, al ritmo del Cuchi Leguizamón y tantos otros autores de la canción argentina.

Como Tomás vive en el extranjero, las giras de estos dos cantores se dan muy de cuando en cuando, apenas una vez cada dos años. Así vienen, arrastrando la luna del norte con su repertorio, durante las últimas décadas.

Quiso la fortuna que asistiéramos a esta trama de canto y guitarra, en una extraordinaria coincidencia.