Cornejo es Macri, pero el gobernador de Mendoza alega amnesia e insiste en ser portador sano de la fiebre amarilla. En la cubierta del Titanic, el líder de la alianza PRO-UCR intenta librarse del salvavidas de plomo macrista, y propone fórmulas K para afrontar la quinta inflación más grave del mundo.

Foto: Cambiemos

“La pura política monetaria y fiscal para controlar la inflación ha fracasado absolutamente”, dijo Alfredo Cornejo el último sábado. El gobernador mendocino y presidente nacional de la Unión Cívica Radical habló como si fuese un opositor o, por lo menos, un protagonista ajeno de la alianza PRO-UCR que conduce la Argentina desde diciembre de 2015.

Revolcado en el merengue de la contienda electoral, el obediente ejecutor del ajuste sobreactuó una absurda crítica acerca de las consecuencias de la aplicación de un modelo económico ortodoxo, que colocó al mercado y el FMI en el sillón de Rivadavia.

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No hay luz al final del túnel. Todos los indicadores económicos están en rojo, a punto tal que los más mentados chupamedias y cómplices mediáticos nacionales y locales han agotado el repertorio de excusas para explicar que una bofetada no es un cariño. La crisis económica golpea fuerte en todas las líneas, pero sobre todo en quienes se encuentran debajo del límite que marca el comienzo de la pobreza. La desbocada e inocultable inflación en los productos básicos es el síntoma más patente –no el único- de un descarrilamiento que los “agitadores del miedo” preanunciaban hace cuatro años atrás.

Sin embargo, experimentados políticos como el gobernador de Mendoza no quisieron, ni supieron, ni pudieron evitar el vuelco. Más bien todo lo contrario. Cornejo impulsó con fervor fanático el recetario neoliberal de ajuste, tarifazos, despidos, desindustrialización y endeudamiento externo, entre otros venenos, con el que prometió sanar a la provincia de la “enfermedad del populismo”.

Foto: Luciano Viard

“Afirmamos nuestro respaldo a las decisiones de coyuntura para retomar el camino de construcción de una economía sana y sustentable”, dijo el líder radical hace un año, cuando Macri tomó la decisión carnal y suicida de volver al mismo Fondo Monetario Internacional que fue corresponsable de la sangría económica y social que colapsó en 2001.

Como en otras tantas oportunidades, previas y posteriores, el mandatario mendocino ratificó el rumbo hacia el abismo. Sin embargo, quienes conocen al boina blanca sancarlino saben que “el Alfredo” no está dispuesto a perder ni a las bolitas, y que es capaz de alquilar o vender su partido al mejor postor, con tal de conservar el poder.

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En el último tiempo, con el agua en los tobillos, los “independientes” medios de comunicación hegemónicos comenzaron a simular reproches a su gobierno, a quien reclamaron “autocrítica” por la falta de resultados económicos. Cornejo, con encuestas en la mano que señalan a la inflación como una de las principales preocupaciones de los argentinos, tomó el centro de la escena política para criticar –sin mirarse en el espejo- al gobierno nacional y proponer medidas económicas heterodoxas contrarias a la libertad de mercado, dogma sagrado de la alianza gobernante.

El gobernador de Mendoza, provincia con una de las tasas de inflación más altas del país, descubrió a pocos meses de terminar su mandato que hay malvados monopolios que forman los precios de artículos de limpieza, fideos o leche. Por lo que propuso a Macri un plan primavera para afrontar la inflación de la fría campaña otoño/invierno, previa a los principales rounds del cronograma electoral. “Controlar los precios vía acuerdo de precios” (textual), postuló. O sea, implementar una copia de segunda mano de Precios Cuidados, una de las fórmulas K que permitió sostener índices que rondaban menos de la mitad de los actuales.

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Hoy Cambiemos anunciará dos noticias, una mala y una buena. La nefasta es que la inflación alcanzó un nuevo pico. La esperanzadora, que los precios descenderán poco a poco gracias a un paquete de medidas que incluirá: acuerdos de precios para productos de la canasta básica, préstamos y descuentos para jubilados y beneficiarios de ANSES, postergación de los efectos de los tarifazos de servicios públicos para después de los comicios, y regulaciones de la competencia de los supermercados.

Aguardar el segundo semestre, el último de los mandatos de Macri y Cornejo, se renueva como promesa o, a juzgar por los antecedentes de Cambiemos, bajo la forma de un mal presagio.

Cornejo no se hace cargo “como perro que tiró la olla”, aunque cada vez le resulte más complicado jugar al distraído.

 

Cornejo, el portador sano