Este jueves 24 de mayo culmina la muestra “Resistiendo” de Gastón Alfaro. La exposición podrá ser visitada, de 10 a 13 y de 16 a 20, en la Sala Carlos Gómez de la Facultad de Artes y Diseño de la UNCuyo. 

Texto: Luis Alfredo Villalba
Fotos: Seba Heras

Alguna vez se recordará a Gastón Alfaro como ese pintor que, entre la impotencia y el exabrupto, una mañana mendocina quemó un cuadro como protesta por algún asunto público que ya ha sido olvidado. Hay artistas así, protestones, y hay lugares así, sin memoria. En otra época hubiera recibido el mote de “artista social”, denominación que lo enfrentaría al “artista burgués” y al artista del “arte por el arte”. Época tan lejana que en ella aún existía un país llamado Argentina.

Alfaro creció en ese país, se asombró por los materiales que manipulaba su padre zapatero y descubrió que en su casa la plata nunca alcanzaba, se amontonó con otros artistas jóvenes en arrumbados departamentos donde el olor de la témpera era atemperado por vahos de diferentes procedencias, creyó que la juventud y las utopías eran eternas y las malgastó entre sábanas y pancartas, cayó en trampas que otros le tendieron y en otras tendidas por el mismo, usó y abusó de la palabra libertad mientras seguía aprisionado por los fantasmas de la infancia.

Deprimido, eufórico, indignado, obsesivo, generoso, resentido, humano en todas y cada una de sus contradicciones, nunca fue indiferente. Nunca fue el intelectual académico que considera al mundo como un espectáculo para contemplar, sino que se construyó como el artista crítico que siente la obligación de participar en la transformación del mundo.

Pero, por ahora, Gastón Alfaro, sigue entre nosotros, esta vez sin quemar cuadros, aunque sí incendiando nuestro imaginario. Pintor, dibujante, grabador, escenógrafo –que ha hecho de sus herramientas una extensión de sus manos y su mente inquietas- las usa hoy con pasión para mostrarnos sus amores y su confusión. Desde una nostalgia del futuro tal vez inútil, construye espacios fragmentados como un espejo implacable de la realidad. Tal vez la única certeza sea la de la resistencia.

Alfaro -excedido, exorbitado, extremado- se propone enfrentar al cinismo acomodaticio, a las inexorables leyes del mercado, al posibilismo político, al hedonismo consumista, a la impunidad de desaparecedores y corruptos. ¿Alcanzará  una obra de arte para derrocar a un sistema tan poderoso? ¿Y por qué no intentarlo en lugar de quedarse con los brazos cruzados?

El arte de Gastón es molesto. Tan cerca de la protesta callejera como de la reflexión más aguda, su indagación –donde naufraga la concepción entre contenido y forma- nos obliga a tomar partido. Nos refriega la mirada para decirnos que estamos condenados a la libertad y que somos responsables de nuestras elecciones. Que si cruzamos la raya de lo permitido no es sensato esperar el aplauso. Que la rebelión individual no libera al individuo; que sólo lo hace la rebelión colectiva.

En un sistema que fabrica zombies y muertos de hambre, sin pudor y sin piedad, una imagen disidente es un espacio que nos moviliza en el arduo trabajo de reencontrarnos.

 


 

Gastón Alfaro

Marzo de 2017. Gastón Alfaro en una movilización de los trabajadores de la educación. Foto: Coco Yañez

Nació el 6 de diciembre de 1945 en Viña del Mar, Chile. En 1952 se radicó en la República Argentina. Egresó de la Facultad de Artes y Diseño de la UNCuyo en 1972. Desde 1971 hasta 1975 trabajó como docente en esa misma Unidad Académica. Ha participado desde 1966 en más de 200 exposiciones colectivas e individuales en distintas ciudades del país y del extranjero.

Desde 1985 a 1988 fue presidente de la Sociedad de Artistas Plásticos de Mendoza. Entre 1988 y 1991 trabajó en el proyecto de Pintura Mural, el primer proyecto de pintura de arte urbano en Mendoza, contratado por la Dirección de Acción Cultural de la Subsecretaría de Cultura del Gobierno de Mendoza.

Trabajó como escenógrafo, ejerció la función de Director del Museo Emilio Guiñazú, Casa de Fader, y fue premiado por sus trabajos en pintura y grabado. Obras de su autoría se encuentran en museos y colecciones particulares de Chile, Ecuador, Rusia, Italia, Francia, España y EE.UU.

Falleció en Mendoza el 19 de setiembre de 2017.

 

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