A los 92 años, murió Agustina Elcira Corvalán de Vera, Madre de Rodolfo, estudiante de arquitectura y militante político, desaparecido por la última dictadura cívico militar en 1977.

Fotos: Coco Yañez

“Agustina fue una de las Madres que, junto a sus compañeras, durante 42 años caminó en sentido inverso a las agujas del reloj la plaza San Martín de Mendoza, construyendo esa marcha que las Madres inventaron contra el olvido y la indiferencia”, recordaron en un comunicado las Madres de Plaza de Mayo de la Filial Mendoza, en el que informaron el fallecimiento de la histórica luchadora por los derechos humanos.

“Mi hijo estudiaba arquitectura, trabajaba, iba a los barrios, ayudaba a la gente, regalaba ropa, militaba por la gente que sufría necesidades…”, declaró Agustina Elcira Corvalán de Vera en Tribunales Federales de Mendoza, en setiembre de 2012, durante el desarrollo del Tercer Juicio por Delitos de Lesa Humanidad que investigó la desaparición de su hijo, el hecho que transformó su vida y la convirtió sin quererlo jamás en una de las incansables luchadoras por Memoria, Verdad y Justicia.

Rodolfo Osvaldo Vera fue militante del Partido Comunista Marxista Leninista. Una patota de la dictadura genocida lo secuestró el 6 de diciembre de 1977, mientras trabajaba en una mimbrería familiar del departamento de Rivadavia. Durante casi un año Rodolfo pudo ocultarse en diferentes lugares hasta que fue capturado de manera ilegal. Tiempo atrás, el terrorismo de Estado había secuestrado a su padre Dionisio, lo detuvieron durante cuatro horas en el Centro Clandestino D2, para obtener información sobre el paradero de su hijo, y luego lo liberaron.

De acuerdo con un “parte de guerra” de un Libro de la Unidad Regional IV del Ejército, que se dio a conocer en la causa judicial, uno de los de los operativos que se llevó a cabo en la casa de la familia Vera estuvo a cargo del militar Juan Antonio Garibotte. Por su responsabilidad criminal, el militar fue condenado a prisión perpetua en 2013, al igual que otros seis represores que cometieron crímenes de lesa humanidad, en el contexto del genocidio.

Agustina fue una de las luchadoras esenciales para que la sociedad mendocina sepa quiénes se llevaron a Rodolfo, a los 30 mil desaparecidos y a los cientos de nietos y nietas que aún buscamos. La persistencia democrática de esta referenta, integrante de una de las organizaciones de derechos humanos más importantes del mundo, fue un aporte sumamente trascendente para que conozcamos la verdad y, en consecuencia, avancemos en juicio y castigo a los responsables civiles y militares.

Durante 41 años nuestra Madre buscó sin claudicar el encuentro con su hijo. “Nos acompañó hasta los últimos jueves, marchaba, sonreía, le brillaba la mirada, la plaza le hacía bien y se notaba”, recordaron hoy sus compañeras.