EL OTRO presenta este espacio donde fotógrafes cuentan en primera persona la historia de algunas de sus fotos favoritas. Aquello que sintieron al tomarlas, lo que representan o lo que quisieron transmitir. Toda foto tiene autxr y toda foto tiene historia.

Hoy: Exa Aranguez

 

 

Tomé esta fotografía en septiembre del 2017 a la vuelta de mi casa, en Rodeo de la Cruz, Guaymallén, Mendoza.  

Parece que una vecina devota de el Santo de Quillacas trajo la festividad al barrio. En mi desconocimiento de religión jamás me pregunté por qué a una figura de Jesús denominaban santo. Es que en el barrio hay una capilla con el nombre del santo de Quillacas.

Cuenta la leyenda que un comerciante argentino que llevaba mercadería para vender en una feria del Perú extravió sus mulas una noche cuando estaba cansado. Se encontraba en una pampa extensa, hoy conocida como Quillacas. Se pasó días buscando al ganado mular, ya desesperado porque no encontraría su sustento de vida, se encontró con un anciano, quien le indicó que sus mulas con la mercadería estaban detrás del cerro. Posteriormente, en señal de agradecimiento el mercader fue a buscar al anciano, sin embargo, se encontró con la presencia de un Cristo crucificado. 

Aquel hecho le hizo dar mucho miedo y volvió a su natal Argentina; pero, todas las noches tenía pesadillas, agobiado por las noches de tormento se hizo ver con un curandero, quien le dijo que el anciano que se encontró en la pampa boliviana, era Dios.

Su fiesta se celebra el 14 de septiembre. Vienen comparsas y bandas de todas partes del país y de Bolivia. Realizan una procesión por las calles de tierra del barrio. Lo maravilloso es ver a los caporales bailando, a las cholas con sus vestidos hechos a mano que son verdaderas obras de artes, los autos se ornamentan en señal de de agradecimientos, no falta el color y la música.

Muchos nietxs de criollxs argentinos apreciamos la fiesta desde nuestras veredas, pero otrxs participan activamente.

La foto se puede ver a tres niñes observando la previa a la danza y me recuerda a mi niñez cuando salía con mi primes a verlo sentades en el cordón de la vereda. También se aprecian los perros que se miran y parece que sonríen. Lo que mas me llamó la atención es la chola con zapatillas, algo que rompe con la tradición de zapatos altos, pero contribuye a la comodidad de estar horas parada y bailando.

Elegí el monocromo sin ninguna intención en particular.

Celebro la diversidad y me enorgullece haber crecido en un ambiente de tolerancia. Es que en la fiesta popular con música no hay banderas.

 

La historia de la foto: Laura Becerra Ortiz

La historia de la foto: Floral Zú