Un basural de 2000 metros de largo traza el límite oeste de la Ciudad Maravillosa. De un lado la Capital Mundial del Vino, del otro los barrios del abandono histórico que crecen y se desarrollan excluidos del presente, de las proyecciones y del glamour del #WeLoveMendoza. Crónica fotográfica de la marginación sin techo.

Por Redacción EL OTRO | Fotos: Cristian Martínez

El Colector Papagayo, matriz aluvional que recorre de oeste a este la capital de Mendoza para encausar el agua de las crecidas, luce como un basural a cielo abierto en medio de los grandes barrios populares.

A lo largo de 2000 metros el zanjón acumula toneladas de basura a la intemperie. Desechos domésticos, ramas de las podas del municipio, muebles rotos, neumáticos quemados, plásticos de todo espesor y residuos de diversa procedencia se acumulan en miles de pequeñas elevaciones contaminantes.

 

 

Al costado del canal que conduce el agua de las lluvias y los desechos tierras abajo, 20 cuadras de casas de los barrios San Martín, Flores Sur, Libertador, Cano y la parte trasera del Hospital Luis Lagomaggiore, principal maternidad del Gran Mendoza.

Por los puentes del zanjón/frontera cruzan diariamente cientos de automovilistas que van desde el centro al oeste y viceversa. Por debajo y esquivando las aguas fétidas, lo atraviesan de a pie mujeres con sus hijes para ir a la escuela, carretelas en busca de lo que se pueda aprovechar, vecines que cruzan a otros barrios, y perros sueltos y en grupos en busca de comida.

 

 

La Dirección de Hidráulica de la Provincia, responsable de la limpieza, todos los años antes de la temporada estival abre caminos entre la basura para que pase el agua de las tormentas, y “en años electorales se hace higiene profunda”, aseguran los históricos.

El municipio gobernado por Ulpiano Suarez, resuelto a ocuparse de los problemas de los que habitan desde Boulogne Sur Mer hacia el este, cumple con los servicios mínimos. Delegados y vecinos apuntan a las familias de las cuadras cercanas al colector como las potenciales responsables de la basura, pero no dudan en afirmar que el Gobierno municipal hace nada para evitar la acumulación de los desechos. A lo largo de las 20 cuadras los contenedores se cuentan con los dedos de una mano y nadie recuerda una campaña de concientización, ni el paso de cuadrillas de limpieza como se las ve trabajar en las calles de las secciones que rodean al opulento microcentro.

 

 

La basura no es la única señal del abandono del Estado, Stella una vecina del San Martín, el más populoso de los mencionados, remarca que la inseguridad va empeorando año a año y que, sin embargo, ésta no es la única razón para no caminar las calles. En el último tiempo el problema de las cloacas afecta a casi todas las manzanas, el agua servida corre por las calles y en algunas la presión de los líquidos voló las pesadas tapas de los conductos y la mancha contaminante invadió las casas.

Es una cuestión de privilegios. Quienes los tienen discuten por 4 cm de alto en una bicisenda, los que no, por servicios de recolección de residuos que les haga más saludables los días.

 

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