Entrevista con el saxo de Volantines. Marcelo Mocayar y una crítica fuerte al momento cultural que atraviesa el rock en Mendoza. Las posibilidades de una industria cultural con mucho potencial y un flaco presente.

Fotos: Luciano Viard

Marcelo Turco Mocayar es profesor de Educación Física y quedó a las puertas del último año de la carrera de Sociología, pero su pasión es la música. Se considera un artista. Los discos grabados con Volantines y la relación con su instrumento confirman que lo es.

En los últimos años el Turco ha forjado una opinión muy particular sobre el sistema productivo de la cultura en Mendoza y las posibilidades reales de los talentos locales. Luego de 14 años con Volantines y un estudio de grabación propio en Las Heras, su palabra se hace necesaria para intentar abrir un debate crítico en torno a la escena cultural.

¿De dónde viene tu relación con el arte y la música?

Mi padre y mi tío estuvieron muy relacionados al Festival de la tonada en Tunuyán, poniendo el sonido u organizando, y en mi familia los hijos mamamos la película de los músicos del palo del folclore pasando por casa con sus instrumentos y lo que hay detrás de los shows. Ahí aprendí que la música es un trabajo, viendo al laburante del arte.

Hay lugares en los que cuesta más, como es el caso de Mendoza, y otros en los que cuesta menos. Con Volantines nos ha tocado pasar por varios Mendorock cuando eran copados, estuvimos en una repetición de la Vendimia, en la Fiesta de la Cerveza nos tocó cerrar en 2013 cuando los jueves eran de bandas mendocinas, cuestión que apoyamos mucho, no porque nos tocara cerrar sino porque había una grilla de Mendoza. Se dejó de hacer porque los productores dicen que las bandas de acá tienen menos convocatoria que las de afuera.

Y probablemente sea así…

Y sí, pero si a las bandas de Mendoza no nos dan difusión en los medios de Mendoza ¿cómo nos va a conocer el público?

¿Cómo ves el panorama de las bandas locales?

De lo que puedo hablar es del palo del rock o del folclore. Yo creo que Mendoza tiene excelentes músicos y centros de formación muy buenos. Es una provincia agraciada en este sentido pero a la hora de hablar de trabajo real falta un montón, porque el mercado no existe y, además, falta mucha información sobre lo que es la autogestión, cómo armar un proyecto artístico sustentable con los desafíos que eso representa para un músico. Imaginate, para las bandas de cinco, seis o siete… Está complicado.

Las bandas suenan bien porque hay un avance tecnológico y de acceso a la información, y la música es matemática, si alguien entiende de armonía se arma eso y con un buen letrista se mezcla todo y se ensaya un montón y salís y sonás bien hoy.  Pero hay mucha ausencia a la hora de sostener proyectos desde los contenidos. Ocasionalmente hay solo bandas elegidas que llegan a un disco y se les complica un montón el segundo por la cuestión del dinero y de la producción, cuando eso debería ser permanente. Un artista debería poder difundir su música permanentemente. Si vos como periodista publicás un diario cada seis meses no te va a ir bien.

Lo ideal sería que todas las bandas puedan sacar un disco, máximo, cada dos años, y desde este lugar veo que está complicada la producción. Y te lo dice un tipo que no tiene los medios económicos para grabar cada dos años. Se me ocurrió armar algo y fui varias veces a Chile a comprar equipos usados, arriesgando mucho, y luego de varios años una casa abandonada en Las Heras se convirtió en un estudio de grabación en el cual han grabado varias bandas y hace poquito se hizo el “Volantinearte” –un proyecto cultural que permitió grabar a bandas inéditas-. Y este proyecto también hizo escuela y pasaron veinte bandas muy nuevas que aprendieron a grabar y lo hicimos totalmente gratis.

Decime si el Estado no puede hacer esto con los medios que tiene, pensando en que ese disco es tu DNI en el mundo de la música.

¿Qué te pasa con este momento de la música mendocina?

Mirá, a nosotros ya no nos interesa andar quedando bien por quedar bien para lograr un contrato con el Estado. Y Mendoza se maneja así y a nadie le tiene que molestar esto. Pasa que nadie lo blanquea. Sin comparar, pero roza la corrupción algunos manejos. Yo conozco un mánager de una banda que trabaja en un área de Cultura y justo esa banda es la que toca en un par de eventos. Nadie va a decir que la banda no tiene condiciones, pero es muy vidrioso el asunto.

Es bastante fácil hablar mal de las gestiones de Cultura de la provincia, pero ¿qué pasa con las políticas culturales?

Cuando los partidos políticos ganan una elección y cambia la gestión, todo lo que estaba bien hecho se elimina porque acá es River o Boca, y “nosotros somos los que tenemos la posta y los de antes eran un desastre…” Todos vienen a inventar algo y ya está todo inventado. Acá hay que sostener las políticas que fueron positivas.

Por ejemplo: Orquestas infantiles. Les terminaron complicando la vida a dos motores porque venían de la gestión anterior y ni siquiera era una idea original de esa gestión. En un viaje que pudimos hacer a Venezuela comprobamos que se tomó de allí. Es un proyecto que rescata a niños con distintas problemáticas a través de la música. Entonces, que alguien con dos dedos de frente me venga a explicar qué está mal de ese proyecto para dejar de sostenerlo.

No se generan los cambios porque no se sostienen en el tiempo las políticas culturales. Es la historia de nunca acabar.

¿Qué responsabilidad tienen los artistas?

Hay distintos roles. Siempre están y van a estar los que van a balconear a la Secretaría de Cultura y tratan de sacar su tajada a través de su lobby. Estamos los combativos que vamos a hacer arte según nuestras posibilidades porque el arte nos complementa, y vamos a seguir haciendo, más o menos complicados, pero seguiremos. Y están los que lo hacen por hobby y no les importa demasiado si cierran lugares o no.

También está el que se mete al sindicato y que si no ponés la cuota parece que no te representa. Yo rescato el gremio para organizar al trabajador, no tengo nada personal con los gremios pero no comparto políticas de trabajo por alguna mala experiencia que hemos tenido con Volantines. No me dedico a hablar mal de ellos pero no comparto su manera de trabajar.

La voz del Turco es auténtica no quiere herir a nadie pero tampoco se guarda nada. Con mucho respeto comenta, además, cómo la Secretaría de Cultura le dio menos de la mitad de los pasajes de colectivo que solicitó para poder afrontar un espectáculo en Buenos Aires: “Vendimos empanadas y yo fui orgulloso delivery”.

Se respira una esperanza que no viene de las palabras sino de su hacer. Tiene que irse. Paga la cerveza y de refilón cuenta que está pensando en armar el “Volantinearte II” para que algunas bandas puedan grabar gratis en La mantita records, su estudio. Aparte está a punto de termina el último disco de Volantines que, aunque es una banda de señores con hijos y obligaciones, sigue sonando siempre joven.