¿Cuál es el límite de la obsecuencia? ¿Para un gobierno, en un ministerio, de los que dirigen un quiosquito familiar o una escuela, de los que trabajan en una escuela? ¿Cuál es el límite del servilismo? ¿El límite moral, ese que ganamos para cuestionar la ordenanza, el memo, la resolución apurada, inconsulta, frente a lo humano, lo correcto -o al menos el instinto- que debe primar por la vida de las personas? ¿Quién los autorizó a apostarnos?

OPINIÓN | Dionisio Salas Astorga | Profesor de Lengua y Literatura

Foto de archivo: Gobierno de Mendoza

¿Hasta dónde una encargada eventual, el empleadito transitorio, efímero, circunstancial, puede justificarse con que otros (y así ad infinitum) ordenan y determinan lo “apropiado” para nuestra comunidad, “lo que se debe hacer y cumplir” aunque eso termine con la vida de mujeres, hombres, niños?

¿Vuelve la obediencia debida? Esa que durante milenios sirvió para justificar al criminal frente al crimen. Esa que en el 76 era la fuente de Pilato frente a Plaza de Mayo. Estamos ante la obediencia debida, sin tener si quiera la excusa estúpida de hacerlo por la patria: una obediencia debida por la nada, por pura obsecuencia, por simple servilismo, por despreciar la vida. Porque tus muertos no son míos. Porque tus muertos se llevan un pedazo tuyo y yo sigo entero. Porque tus muertos son un gráfico en el canal de TV que nos alquila el empresario de la provincia.

Apertura del Ciclo Lectivo 2021 Foto de archivo: Gobierno de Mendoza

Hoy, en estos últimos días de abril y primeros de mayo 2021, nos preguntamos los que no tenemos micrófonos para dar las respuestas falsas: ¿quién, dónde se autoriza a un gobernador de provincia, a un Director General de Escuelas, a un directivo de escuela pública, a que puede apostar, probar, tentar y ofrecer en cuotas la vida de profesores, alumnos y sus familias, en medio de una pandemia, en medio de una crisis mundial?
¿Quién otorgó ese poder a funcionarios arrimados a la política viñatera, a políticos de municipios cuyo mayor logro es la rotonda y la placita vallada? ¿Una ciclovía despintándose la semana de la inauguración?

El mundo entero retrocede todos los días ante esta pandemia, como un perro asustado de encontrarse solo frente a una manada callejera, pero nosotros vamos hacia la ola, como en esa pésima película en la que la ambición del capitán y su miseria lo obligan a seguir la tormenta porque va lleno de pescados que se pudrirán si no alcanza el puerto. Claro que aquí, ni allá, para nosotros, huelga decirlo, hay puerto. No hay puerto en una pandemia.

Foto de archivo: Cristian Martínez

Todas son tormentas perfectas. El virus es una ola gigante que busca al barquito ambicioso que quiere salvar su pequeña cosecha.

En síntesis, para los que están llenos de oírlo o todavía creen que este es un complot de los illuminatis o de las millonarias empresas farmacéuticas: insistamos por qué es obsecuente, inhumano, servil y criminal –por ejemplo, por caso- mantener las escuelas abiertas y exponer a la comunidad a que muera:

  • Más de medio millón de muertos en EEUU (donde hay de todo).
  • Más de un millón en Europa a mediados de abril.
  • 100 mil mueren en cada país asiático por día.
  • Argentina está en cuarto lugar en América del sur en muertos y contagios.
Foto de archivo: Gobierno de Mendoza
  • Para enero 2021 habíamos superado los 100 millones de contagiados en este continente (Con secuelas, que por ahora se calcula van de tres meses a años, en los infectados, y son desconocidas).
  • Los países modelos retroceden: desde el 31 de marzo Francia no tiene clases, Uruguay desde marzo, Chile cerró la mitad en estos días. España abre y cierra, pero está “mejor” que otros porque vacunó primero a todos sus docentes. Y no olvidemos que lideró la estadística de muertos hasta fines del 2020.
Foto: Coco Yañez

Hay excepciones. Están los nórdicos. Y entre ellos vale la pena citar un país que nuestro gobernador posiblemente no conozca y nuestro Director General de Escuelas, no quiera conocer: Dinamarca. Oigamos en primera persona lo que pasa allá. Dorte Lange, vicepresidenta del Sindicato Nacional de Profesores de Dinamarca, explica el secreto: “Dinamarca reabrió guarderías y escuelas hasta 5º grado (10 años ) a mediados de abril. Esto fue posible porque las infecciones, la tasa de contagio y las personas hospitalizadas habían bajado dramáticamente. La epidemia fue controlada gracias a un confinamiento rápido de la sociedad a mediados de marzo (creación de hospitales, compra de insumos, etc). El proceso de reapertura de los colegios fue un trabajo consultado y conjunto. Tenemos una larga tradición de cooperación entre sindicatos y autoridades. Eso significó que las preocupaciones e ideas de los profesores fueron tomadas en consideración cuando las autoridades trazaron sus planes”. Hasta los funcionarios de Mendoza pueden entender estas palabras y la razón del éxito en la tierra de la Sirenita.

Ahora ¿cuándo perdimos la dignidad, nosotros, en Argentina, cuándo perdimos el sentido común en Mendoza?

¿Es culpa de estos boletines oficiales, que son los diarios de Mendoza, que nadie se rebele? ¿Qué nadie salga a gritar sus muertos en la calle, que nadie pida que la vida se pague con la vida y los privilegios de los que en un año y medio no construyeron un hospital, salas, no armaron módulos con equipos, para una nueva ola advertida por todos los canales y hasta los diarios que regentan ellos?

Foto: Seba Heras

¿Es porque nos descuentan si hacemos paro? ¿Es porque nos multan si denunciamos en la calle? ¿Es porque nos hacen sumarios si llamamos hijos de puta a los hijos de puta?

Nada detiene la obsecuencia. La obsecuencia es otro virus que nos quita la vida.
La preceptora acusa al profesor de quebrar el orden del grupito de wasap, porque el profesor se queja del aumento de la presencialidad en el mayor momento de los contagios en su escuela. A una semana de que el profesor es dado de alta por coronavirus.

Foto de archivo: Cristian Martínez

La madre, que se ha perdido las charlas afuera de la escuela esperando a los chicos, denuncia la flojera de las maestras y se va furiosa en la 4×4.

El grupo de padres organizados de los colegios de la universidad (universidad que está en virtualidad absoluta), declaran que “ellos son cultos y por eso deben y pueden obligar al gobierno a mantener abierta esas escuelas”.

El director o directora de la escuela pública, entonces, arriesga y apuesta, avalada por la impunidad, por la cobardía vertical y radical: que vengan más adolescentes a la escuela (aunque no vienen, no caben 15 en sus aulas), porque los padres presionan, porque la escuela, dicen y repiten los imbéciles, es donde tienen que estar los chicos en plena pandemia.

Foto de archivo: Cristian Martínez

¿En qué momento un carguito, o la falta de un carguito, nos volvió miserables? ¿Siempre hemos abandonado al otro? ¿Siempre hemos optado por entregarlo? ¿Nunca defendimos a los más débiles, a los que están heridos? ¿Somos los que desayunan mirando las estadísticas y quejándonos de la tostada pálida que suelta el tostador? ¿Somos los perros de la finca que salen a correr la llegada del patrón cuando nos visita, porque nos rasca la cabeza y dice algo para no decir nada, porque no tiene ni le importa si quiera decirnos algo?

¿Somos los titulares basura que se ven en los diarios cada día? ¿De nosotros hablan los diarios?

Foto de archivo: Cristian Martínez

¿Somos esas ambulancias recorriendo la ciudad y el que la maneja hacia ninguna parte y el médico que lleva 72 horas sin dormirse y la empleadita de la recepción que repite “no hay cama no hay cama”, como quien reparte los panes en el desierto? ¿Somos el enfermo, la que va muriendo atrás, en esa ambulancia?

¿Quiénes somos?

En qué momento se convirtió en una prioridad construir ciclovías, abrir e inaugurar rotondas en Luján o Maipú? ¿Y las camas? ¿Y el oxígeno y los hospitales, no?

¿Cuándo nos levantamos? ¿Cuándo decimos basta?

Foto de archivo: Coco Yañez

¿Queremos resucitar de entre los muertos, como promete esa novela llena de esperanza y más de un diputado usa como eslogan para acumular poder y condenar a los pecadores, que no son de su partido medieval?

¿O será que Ud. y yo, ya nos morimos? ¿Será que Ud. y yo vamos en esa ambulancia que ni siquiera enciende sus balizas porque las calles están vacías y no tiene sentido llegar porque nada ni nadie nos espera?

 

 

No sabe leer