El abandono deliberado de la política habitacional y la desregulación del mercado de alquileres han colmado, finalmente, el vaso de miles de familias mendocinas con problemas de viviendas. Demanda, organización y repercusiones en el centro de la crisis habitacional.

Por Redacción EL OTRO | Fotos: Gentileza

En un recodo del Parque Central, en la capital de Mendoza, un grupo de 40 personas, mujeres y varones de distintas edades, están reunidos en ronda y escuchan atentamente a quien se ha colocado en el centro. Al finalizar el mensaje hay aplausos y cada uno/a vuelve a ocupar su lugar. Nadie se muestra distendido, no están de paseo, ni hacen una actividad recreativa, la tensión se mantiene en los pequeños grupos y seguirá así hasta que llegue otra novedad. La escena forma parte del paisaje habitual, en el verde espacio que revienta de runners, adolescentes, grupos de crossfit y gritos de pibes.

El grupo está conformado por miembros de familias anónimas de distintos grupos socioeconómicos, provenientes de diferentes puntos del Gran Mendoza que confluyen en el histórico reclamo por la vivienda propia. Son parte de hogares que desde hace décadas transitan por propiedades ajenas y que, si bien poseen estabilidad en sus ingresos, siguen invisibles para los programas habitacionales comunales, de Provincia y Nación.

“Después de tantos años de alquilar y notando la gran desigualdad nos cansamos y dijimos ¡basta de abusos!. Esto no es un ataque para nadie, es porque nos cansamos de andar rotando y nunca tenemos el derecho a acceder a nuestra propia vivienda. Desde el año 90 el IPV (Instituto Provincial de la Vivienda) dejó de ser lo que era para convertirse en un ente mediador y nosotros, los inquilinos, hemos quedado totalmente afuera. Venimos de familias que a lo largo de los años no han calificado, bajo ningún tipo de vista, en los planes que propusieron los gobiernos de turno, familias que llevan 15, 25, 30 años alquilando. Esto nos está quitando la vida”, resume Adriana, vocera del Movimiento de Inquilinos Desamparados, un grupo de más de 500 familias vinculadas a través de redes sociales, que se reúnen diariamente en el Parque Central.

El reclamo presencial de los Desamparados, lleva casi un mes. Todos los días las familias ocupan el espacio elegido para manifestarse, a pesar del persistente asedio de los municipales. “La Constitución Nacional es clara y contundente, en el artículo 14 bis dice que todo argentino tiene derecho a una vivienda digna y propia, y la Constitución Provincial también lo cita. Bueno, estamos exigiendo una vivienda, no a través de cooperativas, porque muchos han sido engañados, no a través del IPV, porque plantea circunstancias irreales e inviables. No somos ricos, ni pobres, no usurpamos de un lado ni del otro, estamos en el medio abandonados e ignorados”,  agrega Adriana, formada necesariamente en el reclamo de derechos básicos.

De este conjunto de familias surgieron otros grupos y por diferencias en la forma de visibilizar el reclamo, hoy se expresan desde distintos espacios. Es el caso del Movimiento Quiero mi casa que en el último fin de semana llevó su protesta al microcentro de la Ciudad de Mendoza.

“Por segunda vez hemos colapsado de integrantes un grupo de Facebook, estamos pensando en armar el tercero”, cuenta Elizabeth creadora de esa agrupación que hoy reporta 700 familias. “Comenzamos a reunirnos por los inconvenientes a la hora de alquilar, pero se sumó tanta gente que estamos elaborando un proyecto para llevar a la Legislatura. Se trata de una propuesta amplia, porque hay problemas de viviendas en todos los grupos sociales. Estamos pensando en una ley que garantice efectivamente el acceso a la vivienda”, agrega la mujer, quien a lo largo de sus 15 años de inquilina no calificó para ningún plan oficial.

“Llevaremos el proyecto a la Nación, a donde tengamos que ir. Necesitamos ser escuchados. Hemos estado quietos mucho tiempo pero ahora creo que estamos en movimiento. La gente tiene desilusión, no creen que vayan a poder tener su casa, nosotros estamos en positivo, los invitamos a que se sumen. Es el momento de movilizarnos para que nos den soluciones. No queremos que esto quede en el tiempo”, se esperanza Elizabeth en el cierre de la charla que mantuvo con EL OTRO.

El poco virtuoso IPV

Foto de archivo: Coco Yañez

Los problemas habitacionales tienen larga data en Argentina y, para agravarlo, en los últimos años lo único que creció fue la especulación inmobiliaria y los negocios financieros que ahogan a infinidad de familias e impiden a tantas otras el acceso al crédito a tasas razonables.

EL OTRO entrevistó a Mario Vadillo, diputado del bloque Ciudadanos por Mendoza, quien en las últimas semanas mantuvo reuniones con ambos grupos de inquilinos e inquilinas. Para el legislador, el principal problema es un Instituto Provincial de la Vivienda desfinanciado y mal administrado. “Estas familias podrían tener acceso a la vivienda si el IPV funcionara bien, pero hoy no se gestionan los recursos en forma responsable, no se cobran las cuotas, hay 30 mil morosos, no se genera un círculo virtuoso, no se paga y no se puede seguir construyendo”. Según Vadillo, el déficit en Mendoza es cercano a las 100 mil residencias”.

Mario Vadillo Foto de archivo: Coco Yañez

Con ese preocupante contexto, el diputado de la oposición contó que en el proyecto que están elaborando con las familias inquilinas se pide, además de acceso a viviendas y lotes, la transparencia en la gestión del IPV, la construcción de casas en orden cronológico y revisión de los fondos que maneja el organismo.

“En la Provincia se están destinando miles de millones a empresas petroleras, subsidios a empresas de transporte, condonación de deuda a Edemsa. Hay dinero para la vivienda pero se prioriza el capitalismo de amigo”, completó el legislador.

No se cumple

El vaso de los inquilinos movilizados se llenó con la gota de desregulación de los precios de alquileres y de las condiciones para establecer los contratos que se desataron en el último tiempo.

“Hoy te están pidiendo dos garantes con sueldos estables cuyo monto sea tres veces superior al costo del alquiler. No nos dejan tener mascotas. No contemplan personas que tengan discapacidad”, detalla Elizabeth.

“No nos olvidemos que las leyes son una cosa de interpretación y cada uno parece leerla como quiere. Con la nueva y con la vieja ley, los inquilinos estamos desprotegidos. “En la nueva ley los requisitos son interminables y ahora están con la nueva de que más de cuatro personas no es ‘uso familiar’, que chicos no, no mascotas. Están apuntando a romper el núcleo familiar”, explica a este diario Jorge, miembro del Movimiento de Inquilinos.

La realidad es que las pocas virtudes de la nueva Ley de Alquileres no se aplican en Mendoza. Desprotección es la palabra adecuada para describir la posición de las y los locatarios frente a una inmobiliaria. “Si sos trabajador tenés sindicatos, y si sos consumidor tenés Defensa del Consumidor. En cambio, si sos inquilino no tenés a nadie. Para colmo, cuando hay problemas entre las partes, Defensa del Consumidor envía el conflicto a la Cámara Inmobiliaria”.

Mientras esperan sumar adherentes y avanzar con la entrega de reclamos a las máximas autoridades, los grupos seguirán su agenda. Los Inquilinos Desamparados, en su lucha sin protestas callejeras, mantendrán la guardia y sus acciones. El Movimiento Quiero Mi Casa, por su parte, anticipó que el próximo 17 de febrero se presentará en la Legislatura para dialogar con los diputados y senadores que quieran salir de sus recintos y oficinas.

Aunque parece naturalizarse lo contrario, el acceso a la vivienda es un derecho humano, no un bien de privilegio.

 

¿IPV o cueva financiera?