El libro que enseñaba a mujeres mendocinas a servir al marido, gobernar la familia y criar a los hijos.

Fotos: Coco Yañez

Hurgando en una biblioteca de Mendoza, un cronista de EL OTRO encontró un libro centenario que muestra las raíces profundas de la sociedad patriarcal en Hispanoamérica.

Se trata de La Perfecta Casada, una obra escrita en el siglo XVI por el sacerdote español Fray Luis de León, con la que se pretendió educar a las mujeres mendocinas a fines del siglo XIX y en la primera mitad del XX.

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Compartimos algunos fragmentos e ilustraciones de una edición ilustrada de 1898 que legitimó por años una profunda desigualdad entre hombres y mujeres y promovió la pasividad femenina ante el sometimiento machista.

“…su intento es componernos aquí una casada perfecta, y el ser honesta una mujer no se cuenta ni debe contar entre las partes de que esta perfección se compone, sino antes es como el sujeto sobre el cual todo este edificio se funda, y,  para decirlo enteramente en una palabra, es como el ser y la substancia de la casada; porque, si no tiene esto, no es ya mujer, sino alevosa ramera y vilísimo cieno, y basura lo más hedionda de todas y la más despreciada”.

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“Dios, cuando quiso casar al hombre, dándole mujer, dijo: «Hagámosle un ayudador su semejante» (Gén, 2); de donde se entiende que el oficio natural de la mujer, y el fin para que Dios la crió, es para que sea ayudadora del marido, y no su calamidad y desventura; ayudadora, y no destruidora. Para que la alivie de los trabajos que trae consigo la vida casada, y no para que añadiese nuevas cargas”.

“…si decimos verdad y miramos lo natural, las faltas y necesidades de las mujeres son mucho menores que las de los hombres; porque, lo que toca al comer, es poco lo que les basta, por razón de tener menos calor natural, y así es en ellas muy feo ser golosas o comedoras. Y ni más ni menos, cuando toca el vestir, la naturaleza las hizo por una parte ociosas, para que rompiesen poco, y por otra aseadas, para que lo poco les luciese mucho”.

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“Su andar ha de ser en su casa, y que ha de estar presente siempre en todos los rincones  della, y que, porque ha de estar siempre allí presente, por eso no ha de andar fuera nunca, y que, porque sus pies son para rodear sus rincones, entienda que no los tiene para rodear los campos y las calles”.

“Así como la Naturaleza (…) hizo a las mujeres para que encerradas guardasen la casa, así las obligó a que cerrasen la boca. Y como las desobligó de los negocios y contrataciones de fuera, así las libertó de lo que se consigue a la contratación, que son las muchas pláticas y palabras (…) Su hermosura es el hablar escaso y limitado”.

“Por más áspero y de más fieras condiciones que el marido sea, es necesario que la mujer le soporte y que no consienta por ninguna ocasión que se divida la paz. ¡Oh, que es un verdugo! ¡Pero es tu marido! ¡Es un beodo! Pero el ñudo matrimonial le hizo contigo uno. ¡Un áspero, un desapacible! Pero miembro tuyo ya, y miembro el más principal”.

Fases ilustradas de la vida de La Perfecta Casada

Preeliminares de la vida

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Primeras ilusiones

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Entrada en el mundo

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La boda

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Revelación

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La maternidad

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La ancianidad

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Podés leer una transcripción de la obra completa aquí.