La comunidad educativa del Jardín Evita realizó este miércoles una protesta en Casa de Gobierno para exigir que José Thomas dé marcha atrás con el cierre de ese Servicio Educativo de Origen Social. En diálogo con EL OTRO, el abogado Marcelo Venier, representante legal de 33 madres que recurrieron a la Justicia para que se restituyan derechos cercenados, manifestó que esperan que el Poder Judicial exija al Ejecutivo que asuma su responsabilidad de garante de la educación, tal como establece la legislación nacional y los tratados internacionales de derechos humanos con rango constitucional. “Sé que los jueces Salvini, Dantiacq Sánchez y Civit tienen la suficiente amplitud de criterio e independencia para frenar a la DGE. Eso esperamos de la Justicia”, señaló Venier a propósito de los magistrados que en las próximas horas deben resolver medidas urgentes de protección, con perspectiva de género y atención al interés superior de las y los niños.

Por Negro Nasif | Fotos: Coco Yañez

No me cierren el Jardín, No lucren con la educación de mi hijo, Tengo derecho a aprender, Devuelvan nuestras sonrisas, son algunos de los mensajes en las pancartas colgadas en las vallas amarillas, que separan al palacio de los representantes de la calle de sus representados.

Los cochecitos de las y los pequeños contrastan con las rejas y la fila de policías que, ante la gravísima amenaza de mamás con bebés en brazos, refuerzan la seguridad de las oficinas donde encierran su cobardía y desvergüenza los funcionarios que esta semana concretaron el décimo segundo cierre de jardines maternales.

Son madres, niños y niñas del Jardín Evita. Sobre los cochecitos de los hijos están las pruebas que lo acreditan: carpetas de Nivel Inicial con sus nombres y el de sus maestras, que ayer les devolvieron las autoridades de la Fundación Cachypum que administraba ese Servicio Educativo de Origen Social, clausurado por la gestión Cambia Mendoza.

Son madres en su mayoría, niños, niñas, también dirigentas del Sindicato de Docentes Privados, algunos periodistas. Y un abogado, Marcelo Venier, quien “se ofreció a ayudarnos solidariamente”, según reconocen las mujeres de Capital que ahora esperan que los guardianes del orden -injusto- les abran las vallas, para subir y decirle al director general de Escuelas que les devuelvan las salitas maternales a los 48 mendocinos y mendocinas de apenas meses; uno, dos o tres años de edad.

Los tiempos se acaban, los hilos se cortan. O mejor dicho, ¡los corta! esa tijera oficial que solo tiene filo para las partes débiles de la sociedad mendocina, cada vez más empobrecida, cada día más carente de derechos básicos, como la educación, la salud, la seguridad, el trabajo, la vivienda.

Una Mendoza que hasta ayer batía el parche orgulloso del separatismo y hoy sigue cerrando espacios de contención y educación para infancias pobres, pospone cirugías en los hospitales porque no hay médicos anestesiólogos que puedan vivir dignamente con la mitad del sueldo que, por ejemplo, pagan las vecinas San Juan y San Luis. Tierra de mendocinidad donde los asesinatos y robos –por arriba y por abajo- se han vuelto costumbre, la falta de empleo récord y el costo de alquiler de una vivienda, pesadilla.

“Las madres, niñas y niños están totalmente desprotegidos por el Estado”, señala Marcelo Venier, de este lado de las vallas y, en su rol de abogado de las víctimas, explica el evidente conflicto jurídico, sin necesidad de apelar a jurisprudencias, doctrinas, ni disquisiciones leguleyas: “El Estado provincial está incumpliendo sus obligaciones de garante de la educación”. Es así de simple y es por eso que la semana pasada interpuso sendas acciones de amparo que ya están en los despachos de la jueza Beatriz Salvini y sus pares Alfredo Dantiacq Sánchez y Juan Pablo Civit.

Los magistrados deben resolver de manera urgente si obligan al Gobierno a reabrir el Jardín Evita o si, por el contrario, convalidan la tijera de Thomas que corta los hilos –insistimos- por las partecitas más flacas. ¿O no es así de simple el neoliberalismo?

Marcelo Venier

No obstante, Venier todavía conserva esperanza. “Tienen la suficiente amplitud de criterio e independencia para frenar a la DGE”, dice a propósito de los jueces. En rigor, no hay información pública que conduzca a prejuzgar que los magistrados sean parte de la familia judicial ensamblada con los intereses de Cambia Mendoza. En principio, solo se trata de la simpleza de interpretar los hechos a la luz del derecho, con un enfoque de género y protección de las infancias.

“El Estado es garante de la educación, no puede deslindar sus obligaciones en personas jurídicas intermedias, ni tampoco puede derivarla a las municipalidades como también está haciendo”, apunta el letrado, y subraya que no es el Jardín Evita solamente, sino más de una decena que ya no existen por decisión de la cartera a cargo de Thomas.

En el mismo sentido, Venier explica de manera muy didáctica, y sin necesidad de citar artículos ni números de leyes, que la DGE no debe suplantar el rol de la Dirección de Personas Jurídicas en la pesquisa de irregularidades de carácter administrativo, sino que tiene la función de garantizar aquel derecho que le da nombre a ese organismo educativo. En consecuencia, la coartada comunicacional que pretende instalar que el gobierno escolar cierra jardines por “irregularidades” de organizaciones civiles no encuentra fundamento en la Ley Nacional de Educación, y solo tergiversa las consecuencias de los hechos como intento de evasión de una de las obligaciones básicas, que no es del mercado ni de las ONGs, sino del Estado.

Como abogado, “quiero seguir pensando que hay una Justicia independiente que puede proteger los derechos de la gente vulnerable, porque para eso está la Justicia, para atender a los desprotegidos. El reclamo de las madres es casi un pedido de clemencia al Estado. Piden que no sean desalmados con la gente, con los niños, con las trabajadoras que hacen un esfuerzo titánico, día a día, para llevar a estas criaturas al único lugar donde pueden dejarlas con la tranquilidad de que las van a cuidar”.

Las vallas del palacio no se abren con las promesas policiales de que alguna autoridad se hará cargo de escuchar a quienes republicanamente peticionan. Apoyados sobre los hierros, en silencio, una espera de cochecitos en fila ya dice lo que esta crónica aún no puede contar.

Basta con la observación sensible de la escena para comprender el significado profundo de lo más simple.

 

Jardín Evita: tiempo de descuento para la Justicia

Contra los más débiles: Suarez avanza con el cierre de jardines maternales

Por fin, la Escuela Hogar Eva Perón tiene calefacción