EL OTRO acompañó la Recorrida Nocturna que un grupo solidario realiza todas las semanas para contener a personas en situación de calle. Ciudadanas y ciudadanos mendocinos que no tienen alimentación garantizada y necesitan, también, de asistencia para vestirse y tener acceso a la salud. El colectivo Cuando el arte ataca realizará, el próximo sábado en el Le Parc, un encuentro cultural para ayudarlos. 

Fotos: Cristian Martínez

Parada uno

El camino comienza en una casa de Godoy Cruz en la que se cocina una olla gigante de la que comerán grandes, chicos y chicas, que conviven en albergues, casas muy precarias o espacios públicos en los que deben esconderse del Estado provincial para que no los echen.

Los tres vehículos que emprenden la “recorrida” dan muchas vueltas hasta que llegan al primero de los destinos que es una plaza. Dos bocinazos bastan para que las personas reconozcan al grupo y comiencen a arrimarse.

Lo que sigue es muy difícil de asumir para cualquier persona ya que encierra múltiples contradicciones. La solidaridad de quienes restan tiempo a su familia y al descanso de final de jornada choca con la imagen terrible de personas que han sido marginadas de la sociedad, haciéndoles faltar el trabajo, el pan, la vivienda y la salud.

No todas las personas que se acercan viven en la calle, pero sí sostienen durísimas realidades que hacen que se apiñen alrededor de la olla de alimento que saciará hambres variadas y profundas. Lentamente, mientras Recorrida Nocturna entrega comida, ropa y algún aliento, este medio comienza a interactuar con quienes están en desventaja.

“Hay una ley nueva que nos va a joder” dice “El Tío” mientras intenta que nadie tire su bandeja ya sin comida a la acequia. “Guarden los vasitos” pide respetuoso. Lucy o Luciana -la llaman distintas personas de formas diferentes- se prueba una zapatilla con brillos y bromea con que “van a ser las de salir”.

Un micro pasa a toda velocidad a escasos centímetros de las personas que terminan su cena en la orilla de la calle. Parecen invisibles para el colectivero, para transeúntes que cruzan el lugar con la mirada en un punto fijo que ignora esto que también es obra de la sociedad que integran. No se termina de ver en sus rostros si es el dolor o la indolencia lo que los aleja con caras duras, casi estoicas.

En medio de todo, Marcela llama y presenta a Paola, compañera de un laburante que lava autos a unas diez cuadras de donde estamos. “Lo llevaron anoche” cuenta con rabia. “¿Y cuál es su delito?, lavar autos en la calle”. La impotencia cubre la mirada de las seis personas que rodeamos en círculo a Paola.

Su compañero no puede trabajar formalmente porque no encuentra empleo y el Estado no le permite lavar ni cuidar autos en las calles para tener qué comer. La noche es cálida pero cada noticia cala los huesos con el dolor de la injusticia y la peor de las violencias, la del Estado.

En uno de los bancos dos integrantes del colectivo Cuando el arte ataca entrevistan a un joven que ha sido violentado en comisarías en muchas oportunidades.

Adolfo y Rafael

Dos personas adultas conversan mientras comen su cena lentamente y se hace difícil interrumpirlos, pero en un intervalo de la charla preguntamos si les interesa contar de qué viven y cuáles son las condiciones que les esperan para dormir en un rato.

Adolfo y Rafael duermen en un albergue en el que, no hace mucho, una guardia entera de trabajadores renunció cansados de tener que reclamar los seis meses de sueldos que les debían. Empleados sin representación sindical, obreros de un refugio de la sociedad civil que mal suple el rol Estado.

Rafael admite que su soberbia le jugó una mala pasada en su separación, porque no solo dejó atrás un amor y una vivienda, sino también las herramientas con las que produce las artesanías que forja para su sustento.

Según este trabajador del arte, la situación económica actual se asemeja a “un caracol durmiendo la siesta” y esto hace que sus productos se vean relegados de las elecciones de compras que empiezan a tornarse cada vez más básicas.

Adolfo vende perfumes desde hace mucho pero, según su contabilidad, “hace 5 años vendía 30 por día y ahora si se llega a 5 hay que hacer una fiesta”. La resignación se mezcla con la bronca. “Lindo cambio votaron. Esto quería la gente y se ve que extrañaban el 2001”.

Son tipos grandes que saben que la calle es dura y lo cuentan. “Yo no me quiero ganar el reino de los cielos, quiero justicia en la tierra”, nos espeta el vendedor de perfumes

Parada dos, Los perseguidos

Segundos después de finalizar la tarea, el grupo de “recorrida” sube a los vehículos y se apresta para seguir el camino que recién comienza y no va a terminar hasta dentro de dos o tres horas cuando hayan pasado por otros lugares públicos que albergan a las personas que el Estado ignora.

Esta vez, el camino es más corto y cuando arribamos a la segunda parada encontramos a viejos conocidos del equipo del diario. Gustavo, “el Negro”, Juan, y otras dos personas pernoctan en un lugar bastante riesgoso. Sus vidas peligran durmiendo allí, pero se tranquilizan pensando que ni la policía ni la municipalidad va a venir a quitarles sus pocas pertenencias.

El espacio en el que pasaban la noche veinte días atrás era mucho menos peligroso pero el Estado, que debiera contenerlos, los echó de ese lugar. Están acostumbrados. Cada vez les duele menos el destrato pero sus miradas siguen mostrando la necesidad de ser tomados como semejantes, personas que necesitan un trabajo, un techo y un pedazo de pan.

El equipo de Cuando el arte ataca también entrevista a algunas personas de este grupo, mientras cronista y fotógrafo de EL OTRO comienzan una difícil retirada, que tiene como último destino casas dignas de trabajadores que aún no son marginados por el sistema económico excluyente que la clase política dominante impulsa en la provincia y el país.

La “recorrida” va a seguir mañana por la noche, y el jueves, y el martes que viene. En verano y cuando venga el otoño, y siempre que quienes detentan la responsabilidad como agentes del Estado sigan dando la espalda a quienes más lo necesitan.

 


 

Cuando El Arte Ataca
Encuentro Solidario
#Recorridanocturna

 

El sábado 27 de octubre, el colectivo Cuando el arte ataca hará una exposición en el espacio Julio Le Parc, desde las 19  hasta las 23. Además, habrá bandas en vivo y venta de comida. Recorrida Nocturna tendrá un espacio destinado a recepcionar la ayuda de quienes deseen colaborar con esta organización.

Las ayudas se pueden coordinar con ellos, a través de su Facebook, aquí.

 

“Necesitamos un albergue laico del Estado”

Sumate a la Comunidad