Racismo, gordofobia, romantización de la pobreza, debilitamiento de la democracia. A todas estas ideas -y muchas más- les estás regalando tu mente sin siquiera darte cuenta. ¿Qué son los memes y cómo instalan sus premisas en nuestras vidas?

Por Jo Thomatis

Captura de pantalla de la cuenta Eameo

No hay nada como una buena risa, tampoco existe algo que se compare a la satisfacción de sentir que alguien coincide con lo que a vos te pasa. Las buenas referencias a personajes o escenas de la cultura popular siempre nos llaman la atención y la navegación por redes sociales hace el resto del trabajo.  Así es como los memes no solo se han instalado en nuestra vida sino que se presentan ante la sociedad como una forma de vivir la política, lo cultural, las brechas sociales, las incongruencias del sistema y, sobre todo, nuestros sentimientos.

¿Estoy enojada con Bolsonaro? Seguramente Instagram se encargará de llenarme el feed con memes referidos a la última estupidez que dijo ese personaje y la dopamina comenzará a aplacar la bronca. Y sí, todes necesitamos distención en nuestro día a día, ¿pero qué y quienes están detrás del like instantáneo que provocan en nosotros los memes?

¿Qué es un meme?

Ejemplo de un meme gordofóbico / Foto: Captura de pantalla

La Real Academia Española define al meme como un rasgo cultural o de conducta que se transmite por imitación de persona a persona o de generación en generación. Y también como una imagen, video o texto, por lo general distorsionado con fines caricaturescos, que se difunde principalmente a través de Internet.

La lectura obligada para entender qué es y cómo funciona un meme de principio a fin es el libro Memecracia, de la periodista española especializada en tecnología Delia Rodríguez. Ella define a los memes como “ideas que saltan de mente en mente . Independientes de nosotros, las ideas contagiosas pueden venir de cualquier época y lugar y evolucionan sin nuestro permiso. Como los gatos, tienen su propia vida interior y sus intereses, aunque los humanos —que nos creemos sus dueños aunque más bien somos sus huéspedes— mantenemos la ilusión de que dependen de nosotros solo porque los cuidamos a toda costa”.

¿La “belleza” está determinada por nuestro nivel socioeconómico? Es lo que parece fomentar la página Chapanay City / Foto: Captura de pantalla.

El psicólogo norteamericano Abraham Maslow desarrolló la teoría de que los humanos poseen una serie de necesidades organizadas en estratos y en orden, que son: las necesidades fisiológicas, de seguridad, de pertenencia, de reconocimiento, de conocimiento, de trascendencia y de autorrealización. Para sembrar un meme, señala Rodríguez, “hay que apuntar a las necesidades humanas”.

“Pulsar los botones más básicos funciona porque estamos programados para ello, pero también es efectivo apelar a las metas más elevadas de la vida porque está en nuestra naturaleza. ¿Por qué votantes que pasan apuros económicos toman la decisión aparentemente ilógica de votar a partidos que van a subir impuestos? Porque la moral (el bien común) está por encima del interés individual en su escala de valores. Acertar justo en el punto débil, en esa necesidad que una persona o un grupo social no tiene cubierta, es lo mejor que le puede ocurrir a un meme. No hay que apelar solo al egoísmo, también a sus identidades”, desentraña la autora.

Nadie creería que se está riendo de un abuso sexual al pasar desapercibido por este meme /Foto: Captura de pantalla

Los memes surgen  de  individuos anónimos  pero  también  en  las  sedes  de  los  partidos  políticos,  en  las  agencias  de  publicidad  o  en  las  redacciones  de los medios digitales. Es por eso que siempre deberíamos preguntarnos qué nos causa gracia cuando vemos un meme.

¿De qué te reís?

Memes contra la democracia auspiciados por Eameo / Foto: Captura de pantalla.

¿Cuántas veces nos hemos detenido a pensar por qué nos reimos de un meme determinado? Tal vez si aplicáramos este ejercicio de pensar en lo que hay detrás de lo que vemos, no serían tantos los momentos de risa, pero sí entenderíamos un poco mejor qué está pasando a nuestro alrededor y dejarían de sorprendernos las marchas anticuarentena, por la Libertad y la República.

La razón por la que estamos escribiendo este artículo en EL OTRO es porque nos dimos cuenta de que hay cosas que nos provocan risas instantáneas que realmente, más que graciosas, son graves. Basta con observar los memes aquí expuestos para comprender a qué nos referimos cuando hablamos de cuestiones que deberíamos problematizar. En las imágenes que ilustran esta nota nos encontramos con expresiones de racismo, transodio, gordofobia, burlas constantes hacia la condición de pobreza, risa frente al abuso sexual, desvalorización del sistema democrático y podríamos haber compartido muchos más memes que develan lo peor de la inconsciencia humana.

Foto: Captura de pantalla

Llama la atención que los likes a estos memes llegan de todos lados. Muchas personas que se ríen con estas expresiones son las mismas personas que apoyan ideas del progresismo, y ahí es donde queremos poner el foco con nuestro análisis: no nos estamos dando cuenta de a qué ni a quién le regalamos nuestros me gusta.

El mecanismo de los memes es muy sencillo, a medida que navegás tus redes sociales te vas encontrando con publicaciones y tenés botones para mostrar tu reacción frente a ellas. Los memes tienen el don de generar reacciones inmediatas, casi por instinto, y apelan a recursos muy efectivos: mostrarte una escena de Los Simpson que siempre te ha causado mucha gracia pero en la que ves la cara de Alberto Fernández y Rodolfo Suarez, o mostrarte un sentimiento con el que te sentís plenamente identificade para que pienses “ah, ¡este soy yo!” y allí depositás tu súper like.

Qué fácil es reírse de una realidad que no nos toca de cerca /Foto: Captura de pantalla.

¿Por qué cuando los vemos no nos preguntamos de dónde vienen o cuál es su finalidad? Debemos tener en cuenta que cuando le damos like, comentamos o compartimos un meme en el que se romantiza la pobreza, estamos multiplicando y difundiendo esa idea probablemente sin darnos cuenta, solo porque nos pareció chistoso el hecho de ver el sticker de un gato llorando sobre un cartón que usa de cama. “Todos tenemos ideas que hemos adquirido en algún punto del camino y que pueden alejarnos incluso de nuestros objetivos más sinceros”, señala la autora de Memecracia. Allí es donde deberíamos usar el mismo análisis crítico que aplicamos a la hora de leer noticias: sabemos cuáles son las intenciones más profundas de las noticias en las que Clarín habla del niño que cruzó tres ríos descalzo para llegar a la escuela. Lo mismo sucede con los memes.

Qué tan caro sale el humor barato

Normalizar las violaciones solo sigue pasando en el mundo de los memes / Foto: Captura de pantalla.

No hay leyes específicas sobre el uso ni la creación de memes. “El hecho de no tener que rendir cuentas, hace que la gente ofenda sin medir las consecuencias y esa sensación de cero responsabilidad frente a lo que uno publica, hace que la gente sea más agresiva y cruel”, afirma el profesor de Comunicación Digital Ricardo Llano.

Delia Rodríguez enseña en su libro que “la estrategia de supervivencia más eficaz que utilizan los memes consiste en agruparse para evolucionar mejor. Cada complejo de memes coadaptado se llama memeplex . Tomar una decisión sobre cada idea que se nos cruce en el camino sería agotador para nuestro cerebro, y por eso recurrimos a sistemas de creencias como la religión, la izquierda o ‘ser hipster’. Así, cuando aceptamos un meme como ‘hay algo más en la vida’ es más fácil que incorporemos otros entrelazados como ‘iglesia católica’ o ‘casarse antes de tener hijos’. El meme que conecte con un sistema de creencias que ya exista en nuestro cerebro entrará con un puente de plata en nuestras mentes; el que sea totalmente nuevo o contradictorio lo tendrá difícil”.

Ideas sobre la “vida ideal” se transmiten a través de los memes / Foto: Captura de pantalla.

La página de memes Fue sin culpa, tiene más de 4 millones de seguidores, allí se fomentan ideas muy rígidas y tradicionales respecto a las relaciones sexoafectivas y el dinero, combinadas con chistes de cocina, juegos y música. Sin darnos cuenta, las ideas que difundimos compartiendo memes de páginas como esta  son las mismas que podríamos encontrar si vamos a una ceremonia religiosa.

“Que internet, teórico paraíso de los memes en libertad, pueda estar en realidad limitando nuestra visión del mundo preocupa a otros pensadores de la red. Las redes sociales podrían fomentar nuestra tendencia natural a relacionarnos más con aquellos con los que compartimos memes, formando así cámaras de eco habitadas por grupos afines que al retroalimentarse se radicalizan cada vez más. Delegar la labor de informarnos en contactos similiares a nosotros en Twitter, Facebook o comunidades online en las que estamos bien integrados podría tener un lado sombrío”, denuncia Rodríguez en su texto.

Todos los memes parecen inocentes a simple vista / Foto: Captura de pantalla

“Un virus de la mente se nutre de tu creencia de que sus memes son verdaderos. La gente defiende los memes con los que han sido programados como si estuvieran protegiendo sus vidas. Es el paraíso del virus de la mente: ha subordinado tu inteligencia y capacidad de resolución de problemas con el fin de preservarse a sí mismo. La única manera de aprender y crecer es cambiar nuestro sistema de creencias, cambiar nuestra programación memética”.

“Sobrevivir a la memecracia y transformarla en un conjunto de memes mejor  para  todos  es  posible”, afirma  Delia  Rodríguez.   Deberíamos tener en cuenta las palabras de Foucault cada vez que nos crucemos con los memes de Internet: “el discurso no es simplemente aquello que traduce las luchas o los sistemas de dominación, sino aquello por lo que, y por medio  de  lo  cual  se  lucha,  aquel  poder  del  que  quiere  uno  adueñarse”. 

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