OPINIÓN | Por Juan Jofré, profesor en Ciencias de la Educación.
Ayer hablé por teléfono con mi amigo el ¡antiperonista coherente!
Es profe, como yo, y nos queremos y respetamos mucho, porque ninguno miente ni oculta desde qué punto mira el mundo.
El detesta al peronismo/kirchnerismo, pero se hace cargo de defender el tipo de país que quiere.
Por eso, trabaja solo en escuelas y universidades privadas que no reciben subvención del Estado. Manda a sus hijos a un colegio de esos, y paga 20 mil pesos de cuota por cada uno. Dice claramente que la educación pública es un gasto que cada uno debe costear por su cuenta.
Sacó la cuenta de cuánto invirtió el Estado en su educación desde el jardincito hasta la Facultad, y tiene algunas ideas sobre cómo devolverlo en algún momento aunque, actualizada esa cifra, ya ha superado los 5 millones de pesos. Dice que recién entonces va a poder decir orgullosamente: A mí nadie me regaló nada.
Siempre recalca que lo último que haría sería trabajar en una escuela donde sus estudiantes cobren la Asignación Universal o el Progresar. Ni hablar si recibieron la notebook del Conectar Igualdad.
Cada vez que cobra el Aguinaldo, lo dona completamente, generalmente a Cáritas.
No se toma vacaciones pagas, nunca.
No está afiliado a ningún sindicato y dice que si alguna vez recibiera algún aumento que haya conseguido un gremio, lo devolvería como hace con el aguinaldo. Él negocia su sueldo en forma individual.
Me dijo que anda contento, que está feliz de que la fuerza política que lo representa haya decidido al fin avanzar con sus herramientas judiciales y no sólo las mediáticas, para anular a nuestra líder. Mi amigo sabe que los suyos en otros momentos bombardearon la Plaza o usaron a los militares, y sabe muy bien que estos jueces y fiscales son suyos. Por eso nos queremos, porque ninguno se miente.
Él se siente orgulloso de que los suyos ahora no usen las armas, porque lo avergonzaba un poco, al igual que la Campaña del Desierto y la forma en que su gente se hizo dueña del país.
Mi amigo estudió mucho y lo sigue haciendo. Se reconoce parte de un grupo superior, preparados y destinados a manejar el país. No cree en la igualdad, o sí, pero no de todos.
Por eso no se rasga las vestiduras por la pobreza, porque sabe que la necesitan y que es producto (o consecuencia) de las ideas que defiende.
No le reclama al Estado o al Gobierno por la inflación ni por el dólar blue, porque cree que el Estado no debe meterse en la economía, y acepta cuando los actores del mercado actúan según sus intereses. Desde su visión, la cosa debe ser así.
No nos culpa a nosotros por los planes sociales porque sabe que han sido siempre la herramienta de los conservadores para mantener un alto porcentaje de gente sin trabajo, ya que eso tira los salarios hacia abajo. No repite las cosas que los medios suyos publican, porque él está convencido de que lo que dicen es para confundir a la gente y que no venga para nuestro lado. Buscamos juntos hace años el origen de los planes, y reconoce que con Cristina bajaron y con Macri subieron.
Él no habla de bajar el gasto público, como si lo hacen muchos que ni idea tienen de lo que significa. Él sabe que en ese gasto va la platita de la pauta que sus medios necesitan, y los servicios financieros de sus principales actores que son los bancos. Él se hace cargo y pide bajar el gasto social, donde incluye educación, salud, jubilaciones, pensiones y demás, sabiendo que eso trae más pobreza y desocupación, lo que realza a los suyos, los hace aún más importantes, y les permite pagar sueldos de miseria.
No dejó que su mamá se jubilara, la mantiene él, la lleva al médico particular y le compra los remedios sin ningún tipo de descuento.
No usa ni el transporte público ni las obras que hizo el peronismo. No puede evitar usar la luz que surge de las centrales hidroeléctricas hechas por nuestro movimiento, pero saca la cuenta de la parte que puso el Estado para su energía, y también la dona.
Similar le pasa con el gas. Estaba contento con Macri porque llegó casi a pagar lo que realmente vale. Ahora no puede evitar el subsidio por zona fría, pero también lo dona a Cáritas.
Por supuesto que no se inscribió para cobrar los subsidios, ni ha usado jamás el Procrear, ni el Procreauto, ni un crédito subsidiado. No usa ni Aerolíneas, ni YPF, y dice que no consumirá el gas de Vaca Muerta porque fue descubierto por la inversión del Estado.
Le gusta viajar, pero no le convence el Previaje, y le molesta cruzarse en destinos turísticos con planeros clase media, como él les dice.
Cuando le toca pagar sus impuestos lo hace religiosamente, porque sabe que ese dinero va a las Fuerzas Armadas que le protegen su estilo de vida. Cuando tiene que pagar ganancias, no deduce nada, porque es consciente de que es un subsidio de los ricos… Otros planeros, suele repetir con ironía cada vez que hablamos del tema.
Nunca festeja un 25 de mayo, ni un 9 de julio. No le hacen gracia ni Belgrano ni San Martín. Mucho menos Güemes o Juana Azurduy. Sabe que los suyos son Rivadavia, Mitre y Roca. No festeja lo que nosotros llamamos fechas patrias, porque él reconoce que su proyecto de país es de colonia. Desde su visión, todavía no estamos capacitados para gobernarnos, y necesitamos estar bajo la tutela de algún gran país, preferentemente Estados Unidos.
Todavía recuerdo cuando me llamó por teléfono también, muy emocionado, porque Macri le había pedido disculpas al ¡Rey de España!
Se hace cargo, lo dice. Acepta solo la contradicción que le genera el fútbol, donde sí usa la camiseta de Argentina porque le gustaba disfrutar al Diego y ahora a Messi.
Nos despedimos con el afecto de siempre. Él no me quiere ver muerto ni desaparecido, sino solo reducido a un grupo minoritario. Sabe que en estos tiempos, lo de matar o aniquilar no está bien visto, y se conforma con ir ganando el partido.
Obviamente yo le dije que se agarre, que han pasado un límite, que están abusando y que nos han despertado.
Se me cagó de risa. Me dijo que mientras tengan los medios y los jueces, de vez en cuando se van a dejar hacer un gol, pero que el partido, como siempre, lo dominan ellos.
