Por Brenda Sánchez*

“Un fanzine es una idea, un chispazo de idea. La creación está marcada por la urgencia y la necesidad de contar ya lo que querés. La inmediatez también es el modo de consumo: son publicaciones que se leen en diez minutos”. Así define Gonzalo Varas al fanzine.

Juan Ardilla

Gonzalo fue el organizador de la Fanzifiera, una muestra de fanzines e ilustraciones que se realizó el 7 de octubre pasado, en El Living. Además de gran cantidad de expositores locales, había revistas de otras provincias y de Chile, México y Alemania. Era llamativa la diversidad estética y temática de las publicaciones. En el espacio pequeño del Living había movimiento, producción, diversidad y diálogo creativo.

La Fanzifiera hizo visible una movida fanzinera local heterogéna, dinámica y convocante de un público tan diverso como los temas de las revistas: desde el feminismo al humor, pasando por la música, los recuerdos de la infancia, la política, los gatos, el cine….

La fanzinera es una subcultura marginal que hace ruido. Pasen, señores, y vean qué se escribe y dibuja en Mendoza, en esas fotocopias tan urgentes como fugaces.

¿Fanqué?

Foto: Vera Jereb

La palabra fanzine es la contracción de la expresión en inglés fan’s magazine (revista de fanáticos). Así como hoy los conocemos, surgen en la primera mitad del siglo XX ligados a la ciencia ficción. Algunos señalan “Amazing Stories” a cargo de Hugo Gernsback (1926) como el primer fanzine. Aun así, su origen es discutido e incierto: algunos los remontan a los grupos literarios norteamericanos del siglo XIX.

Una de las características que definen al fanzine es la autoedición, que acorta la distancia entre el autor y el lector, al eliminar todos los intermediarios que están presentes en el proceso editorial industrial. Esto le otorga una frescura y una libertad que lo convierten en un espacio privilegiado de experimentación en las formas y en los contenidos. La imagen es fundamental en el fanzine, porque en ella se apoya la historia.

Catzine

En Argentina surgen en los sesenta, también relacionados a la ciencia ficción, pero se popularizan en los 80 ligados a la cultura punk. Durante la movida hardcore de los 90, las bandas complementaban sus letras con fanzines que explicitaban su postura sobre distintos temas, sobre todo la música, la política.

La dificultad de mantener proyectos colectivos, las limitaciones económicas de una publicación no comercial, las tiradas cortas y los laberintos de la autodistribución hacen que la vida de los fanzines sea efímera.

El espíritu fanzinero

Foto: Vera Jereb

En los últimos años el movimiento fanzinero en Argentina está en auge. Algunos consideran que responde a los intereses de una generación de jóvenes que no se sienten representados por las revistas masivas y generan espacios independientes de creación y consumo de contenidos.

El fanzine tiene una larga tradición como proceso y producto contestatario de las formas culturales dominantes. En tiempos digitales, se complementan y retroalimentan con especies web (blogs, e-zines, incluso canales de you tube).  Aun así, la insistencia en el formato impreso tiene que ver tanto con el afán coleccionista de muchos fanzineros, como con la materialidad de la revista: como sostiene Varas, “el papel es un fetiche”.

Bazofia

Uno de los proyectos fanzineros de más largo aliento en nuestra provincia fue Bazofia, una revista de historietas en la que participaban Gonzalo Varas, Federico Calandria, Luciano Brasolin, Cristian Vereda y Pili Wankenobi. Con estilos y temáticas diversos, el eje de la revista era el humor. Aparecieron 10 números entre 2013 y 2016 y se ha convertido en un referente de la historieta y de la producción independiente en Mendoza.

“Me gusta lo que genera lo colectivo”, afirma Varas, por eso genera espacios, en los que se entrecruzan la música, la ilustración, la literatura, la historieta. “El fanzine se mueve en circuitos marginales. No está en el espíritu de un fanzinero la masividad. Va por otro lado, por la experimentación y la necesidad de decir algo que quizás le interese a un público más restringido”.

Mendo-zine (lista subjetiva y parcial)

Fauna Intestinal edita a Emma Goldman. En fotocopias abrochadas publican dos artículos de Goldman, referente del anarco-feminismo, porque sus luchas por la emancipación de la mujer están aún vigentes.

Indómita Fanzine, editado por Sangre Combativa, el número 1 dedicado a la Comandante Zapatista Ramona, “una de esas mujeres que paren mundos nuevos”, el número, a Emma Goldman y el 3 (de próxima aparición) a las hermanas Mirabal.

Juan Ardilla: dibujos, collages con elementos de la vida cotidiana (tickets de compras, avisos clasificados). Fanzines intervenidos individualmente con stickers y agregado de radiografías y pequeñas estampas sueltas. Juega con lo extraño, con lo mostruoso.

En la escollera, de Ludovico Zapata, editado por Editorial Itinerante/Mar adentro. Hibridación. Juega con la estética de audiovisual. Tiene como subtítulo “Cortometraje”. Las fotos dialogan con los textos. Distintos “yoes”. Muy buena calidad en la edición, el papel, el diseño de tapas e interior.

El ojito, dibujos, entrevista, ensayo en fotocopias plegadas.

Fibras: ilustraciones humorísticas y ácidas.

Catzine, de Ediciones urgentes. Fotocopias, distinto tipo de papel en el interior y esténcil en la tapa. Propuesta estética interesante: los gatos son la temática común de todas las ilustraciones, pero los abordajes son totalmente distintos, desde lo “cute” hasta lo político, lo futurista, el diálogo con los memes y lo pop.

Pequeño recorrido para un espacio desbordante, creativo, combativo que hace de la resistencia (cultural, política y estética) su bandera.

 

*La autora es especialista en Literatura infantil y juvenil

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Revista Bazofia

 

 


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