EL OTRO entrevistó a Salvador Maltese, administrador del servicio de emergencias SERCA, para conocer la realidad de las personas que sufren el contexto del covid-19 en una provincia cuyos gobernantes no quieren asumir el riesgo al que exponen a sus gobernados.

Por Luciano Viard | Fotos: Cristian Martínez

La empresa que Salvador comanda es parte de un grupo ligado a la salud y, además de nuclear a 60 trabajadoras y trabajadores, atiende a miles de personas que están asociadas de manera directa o indirecta.

La trayectoria de la empresa (fue vendida a los actuales titulares por parte de la Cooperativa Eléctrica de Godoy Cruz en 2005) hace intuir que tanto Salvador como sus compañeras y compañeros conocen el ritmo de la calle en lo que hace a las emergencias.

Maltese, cordial como pocos, atiende al cronista en su oficina y comienza a demostrar una franqueza que se confirmará con el correr de la entrevista.

Entre otras cosas, comenta que “la atención telefónica se ha incrementado, y hemos armado un triage telefónico para evaluar lo que está viviendo la persona que nos llama”, ya que “el impacto social que tiene este virus es terrible, lo vemos en las personas que atendemos, lo vemos en los compañeros y, ni hablar, en las familias”.

Consultado por sus sensaciones y las de su equipo, el administrador comenta que “pasas por la impotencia y el enojo, la frustración de ver que en muchas oportunidades se te va la situación de las manos”, y “a partir de esto es que implementamos la herramienta del triage telefónico para atender al paciente o a su entorno. En el día de hoy tuvimos 14 llamados y, en ninguno hizo falta ir porque pudimos resolverlo a distancia para cuidarnos todos”.

Sin embargo, desde el servicio también trasladan a pacientes que dan positivo al covid-19 y, más allá de lo difícil de la situación en sí misma la complejidad que relevan desde el servicio es la de no tener a dónde llevar al paciente que los llama.

“Muchas veces nos ha pasado que nos cierran la puerta en la cara, y pasa una hora, dos horas… Y tenés pacientes con síntomas leves de covid pero no sabés en qué momento pasa a ser moderado y necesitás más oxígeno, incluso hemos tenido que llevar oxígeno a un móvil que estaba esperando”.

Casi un 25% de los trabajadores y trabajadoras de SERCA han cursado el covid-19 sin fatalidades o grandes sobresaltos. A pesar de esto, también afirman que “esta enfermedad es impredecible. Tenés jóvenes que están bien y de repente están mal, con oxígeno…”

“La semana pasada a una persona de 62 años que la estaban viniendo a buscar sus hijas porque la medicación había hecho efecto en su neumonía bilateral por el covid, le dio un paro cardiorespiratorio”.

Salvador reconoce que “la situación nos ha sobrepasado, no solamente porque haya o no una cama, porque es la situación en sí lo que frustra”.

Sobre la necesidad de bajar la circulación de personas para disminuir la transmisión del virus, Maltese afirma que “no hay consciencia y hasta que no te toca de cerca, no dejás de desafiar con ese pensamiento de que alguien te coarta la libertad. Están equivocados porque estamos ante un virus que se torna cada vez más agresivo”.

“Yo creo que faltan algunas restricciones porque sí. Es verdad que los chicos pueden no contagiarse en la escuela pero ¿y los padres que los llevan? Acá a la vuelta hay un colegio y todas las mañanas vemos a 50 o 60 padres que están amontonados en la puerta”, concluye Maltese.

Desde el volante de una ambulancia se observa y se siente más claro que nadie está a salvo y que solo la precaución y la solidaridad pueden servir para enfrentar a un virus despiadado, en un contexto político provincial que evita reflexionar sobre el valor de la vida.

 

“La obsecuencia es otro virus que nos quita la vida”