La reconocida abogada especialista en Derechos Humanos, Marisa Graham, visitó la Facultad de Ciencias Políticas de la UNCuyo y habló sobre la intención constante que se sostiene en nuestro país de bajar la edad de punibilidad. Se refirió al tema en el contexto de la conmemoración de los 30 años de la Convención Internacional de los Derechos del Niño y EL OTRO estuvo presente para conocer la postura de la especialista.

Por Jo Thomatis / Fotos: Coco Yañez

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Marisa Graham es abogada de la Universidad de Buenos Aires (UBA), designada por la Comisión Bicameral del Congreso nacional como Defensora de los Derechos de Niñas Niños y Adolescentes. En su visita a Mendoza hizo referencia a la intención de bajar la edad de punibilidad. “La República Argentina es el único país de la región que hace 30 años que viene resistiendo a las presiones para bajar la edad de punibilidad. Todos los países de la región han bajado la edad a 14 años y en algunos casos a 12 años”, explicó la especialista.

“Podemos decir que por suerte los argentinos y argentinas no nos equivocamos, porque si vemos las experiencias de lo que sucedió en Chile de las muertes de niños en instituciones de privación de libertad, hicimos muy bien en ser muy tozudos, en defender nuestro posicionamiento como país en no bajar la edad de punibilidad. Cada vez que aparece un niño que comete un delito más o menos mediático, aparecen los Feinmann de este mundo a pedir que bajen la edad y siempre hay algún legislador que se siente tentado y dice ‘por acá voy a ver si gano algo’ y la verdad es que terminan siempre perdiendo”.

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Graham tiene una amplia trayectoria en el campo de los Derechos Humanos y estuvo al frente de la Secretaría Nacional de la Niñez Adolescencia y Familia hasta el 2015. “Creo que el tema de la seguridad efectivamente es un tema que hay que abordar, es un gran problema de los países de la región y el mundo. Hay que resolverlo y encararlo, pero siempre se empieza por cortar la cadena por el eslabón más débil, pensando además que hay un ejército de niños de 12 o 14 años haciendo desmanes por  Argentina, lo cual está demostrado que no es cierto”.

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“La primera cosa que hay que decir en relación a la baja de la edad de punibilidad es que no es cierto que los niños por debajo de los 16 años cometan más delitos que los adultos. Es una relación de 1 a 30. Por otro lado ni hablar de delitos graves contra las personas, como homicidio o violación, son mínimos los casos de niños que los llevan adelante. Pero además de eso, lo cierto es que en los países en los que se bajó la edad no ha bajado la criminalidad. Entonces cuando aparecen los Feinmann de este mundo y algún legislador con su proyecto de ley para bajar la edad a los 14 o 12 años, en realidad yo lo he llamado un ‘caza bobos’ a eso, porque también hay una presunción de que se ganan votos, y tampoco es cierto eso, basta ver las últimas elecciones”.

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La abogada desempeñó distintos cargos ejecutivos que le permiten conocer el funcionamiento de las instituciones públicas y el rol de las organizaciones sociales dedicadas a la niñez y adolescencia de todo el país. “Cada vez que se habla de bajar la edad de punibilidad claramente se están vulnerando, aunque sea en forma simbólica, los derechos de los niños, niñas y adolescentes.  Se les adjudica algo con lo que tienen bastante poco que ver. Hay un impacto absolutamente selectivo que tiene el Poder Judicial, el poder punitivo sobre las distintas clases sociales. No hay ningún niño o joven en los penales que no sea pobre. No hay ningún niño preso que no sea pobre. La justicia siempre profundiza la desigualdad, que es el gran pecado de nuestro continente, un pecado más grande que el de la pobreza, y esta desigualdad es la que engendra a la violencia”.

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“La respuesta frente a la situación de los jóvenes es la oferta del Estado, qué hace el estado para disminuir desigualdades. Los pibes están ávidos de oferta, al Estado le falta oferta creativa y la escuela secundaria debiera revisarse un poco a sí misma porque no está siendo la mejor oferta para contener a los pibes.  Cuando el estado ofrece alguna iniciativa los jóvenes la agarran, esperan que el mundo adulto les tienda una mano y los convoque a algo que no sea solamente por una necesidad sino una convocatoria por interés. Alguien debería preguntarles a los jóvenes ‘¿vos qué querés hacer?’”.

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