Este martes, en la Provincia de San Luis, se presentará el libro “Norma, la adelantada”, una investigación -premiada por la UNESCO- de Ivana Pereyra, María Laura Campo y Oscar Ángel Flores quien, en diálogo con EL OTRO, anticipó una reseña sobre la periodista mendocina Norma Sibilla. La primera mujer profesional contratada por diario Los Andes, militante sindical y presa política de la última dictadura genocida.

ENTREVISTA AUDIOVISUAL DE EL OTRO

Textuales de Oscar Ángel Flores:

Norma es la primera mujer contratada por el diario Los Andes, como periodista profesional, en aquel entonces. Estamos hablando de finales de los sesenta.

En ese momento era muy difícil que una mujer fuera considerada, en su staff, como una periodista que tuviera voz propia, que tuviera la calidad profesional que tenía Norma.

Norma Sibilla Foto: Gentileza Rafael Morán

Norma había estudiado en la Escuela de Periodismo de Mendoza, y había obtenido notas sobresalientes cuando egresa. Consigue un primer trabajo siendo muy jovencita, en un medio conocido de Mendoza pero muy chico, y después Rafael Morán, que era su novio en ese momento, la propone para ir a trabajar a Los Andes. Pero se encuentra con que el Directorio de Los Andes, integrado por las mujeres viudas de los fundadores Calle, le dice que podría llegar a ser considerado su nombre para ingresar al staff, pero la obligaron a comprometerse con su novio, para casarse.

Ella ingresa con coberturas, tengo entendido, gremiales. Hace cobertura gremiales en la calle, y a partir de ahí toma contacto con la dirigencia gremial de los setenta.

Foto: Gentileza Rafael Morán

Ingresa al Sindicato de Prensa de Mendoza como secretaria gremial, y allí va tomando contacto con distintos colegas, distintos medios, por supuesto Los Andes, y propone para Mendoza un Convenio Colectivo de Trabajo, porque había periodistas que realizaban tareas varias y no había un orden, un ordenamiento de incumbencia del periodista respecto del sueldo que cobraba, qué tipo de sueldo, qué tipo de función. Entonces, Norma se convierte en la primera redactora del Convenio.    

En el contexto histórico del libro nosotros explicamos cuál es el escenario político ideológico que lleva a la dictadura cívico militar. En Mendoza hay un movimiento radicalizado cada vez más grande, en las universidades, en los sindicatos, en la sociedad en general, que tenía en foco a aquellas mujeres que se salían del corsé de ama de casa, la que custodiaba la crianza de sus hijos e hijas. Las mujeres que abrazaban, tal vez, un perfeccionamiento de una profesión liberal como el periodismo, se salían del carril que la sociedad le había ordenado a la mujer.

Verdaderamente, Norma era una adelantada, como dice el título, y era una atrevida para ese sistema. Colisionaba con ese sistema.

El 24 de marzo del 76 secuestran a (Antonio) Di Benedetto, secuestran a Rafael Morán, su esposo, y Norma Sibilla pasa a ser clandestina. Rafael alcanza a advertir a su esposa, ya con dos hijos muy pequeñitos, le dice que se vaya a su casa y que no vuelva para el diario, porque están sucediendo cosas graves que ponen en peligro su libertad y su vida.

Rafael Morán y Norma Sibilla Foto: Gentileza Rafael Morán

Norma agarra a sus hijos y se va a vivir con sus padres. El Ejército les allana la casa a Rafael Morán y a Norma y se la destruyen. Norma se salva de milagro porque estaba en otro lugar. Después se va a otra casa, unos abogados amigos de la época le dicen que no consideran que haya peligro para ella. Luego recibe una carta documento del diario intimándola a presentarse a trabajar, si no la consideraban despedida. Norma se presenta y ahí la secuestran.

Es llevada al centro de detención clandestino del Casino de Suboficiales, donde ya estaban detenidas otras mujeres notables de Mendoza. Norma permanece allí varios  meses, detenida clandestinamente, y después es trasladada a la cárcel de mujeres de Mendoza. En la Navidad del 76 se presenta un personaje, que está descrito en el libro, y le dice a Norma que si ella firma su renuncia al diario Los Andes, puede quedar en libertad para pasar la Navidad con su familia. Ante esa extorsión firma, firma la renuncia y firma la libertad. Sale ese día, la Navidad del 76.

Gentileza Rafael Morán

Hay un mensaje subliminal que dejó aquel poder de la dictadura cívico militar eclesiástica, que aún hoy está calando hondo en la sociedad. Esta necesidad de que se desconozca quién fue Norma Sibilla, habla a los gritos de que todavía hay algo que hay que esconder: hay que esconder las voces de rebeldía. Nuestro libro, en cambio, las reivindica.

Norma tenía una frase, que está publicada en el libro: “¡Esto tiene que saberse!”. La repetía en el centro clandestino cada vez que venía una compañera torturada. Por supuesto, sus compañeras la abrazaban y Norma reventaba siempre con una frase: “¡Esto tiene que saberse! ¡Esto va a saberse”. Imaginate que eso la pintaba de cuerpo y alma. Ella siguió laburando como periodista, aun en esas condiciones, sin ningún lápiz, sin ningún papel, sin ninguna cámara, sólo con su memoria. Me parece que eso significa un desafío enorme para nosotros que somos las nuevas generaciones, las que trascendimos después de Norma.

El libro es un poco un homenaje a esa frase: Esto tiene que saberse. Y bueno, lo estamos dando a conocer.

Foto: Coco Yañez

El moisés, que es donde prácticamente se crió en los primeros meses Mariano, el hijo de Vilma Rúpolo, que es otra de las compañeras detenidas junto a Norma Sibilla, es para nosotros un símbolo de la vida triunfando sobre la muerte y la tortura.

La foto de Coco Yañez que, nada más ni nada menos, ustedes la colocan como portada en aquel informe del sitio El Otro, en aquel juicio histórico de Mendoza, para nosotros es un capítulo especial, abre una ventana especial para nuestra obra de investigación que es, nada más ni nada menos, que la historia de Vilma Rúpolo y su hijo Mariano.

No podía estar ausente. Por eso está en un capítulo especial que se llama “El moisés”, donde le hemos dedicado un espacio muy importante.

Foto: Coco Yañez

¿Qué tiene que ver esto con Norma? Gracias a la memoria y al rol periodístico que cumplió ella, aun en la detención, las compañeras lograron reproducir en el juicio, 40 años después, los nombres y las identidades de sus captores. Fue la memoria de Norma la que guardó. Se lo comentaba a sus compañeras para que ellas supieran quiénes eran estos personajes, información que ella había obtenido corriendo un serio riesgo, un serio peligro.

Norma aun en la cárcel clandestina, en el centro de detención, cumplía su rol de periodista, averiguando, averiguando, averiguando… Lo dicen sus excompañeras. Y gracias a eso se pudo llegar al juicio y condenar a los genocidas.

 

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