Gerardo Ruiz Babsia, conocido como Panda, es un caligrafista sanjuanino radicado en Mendoza que despliega su oficio en murales, cafés, papeles, escenarios y redes sociales. EL OTRO se embarcó en una charla con el artista para conocer en profundidad los detalles de un oficio que es rescatado de la historia por los apasionados de los trazos.

Fotos: Coco Yañez

A Gerardo Ruiz Babsia le dicen Panda desde pequeño porque siempre iba cansado a la escuela, tenía la piel muy blanca, ojeras y se quedaba dormido en clase. Si bien es sanjuanino y trae a colación su tierra natal en cualquier conversación, actualmente vive en Mendoza, donde se convirtió en un reconocido calígrafo que brinda talleres, participa de eventos culturales y vive de lo que más lo obsesiona: la perfección de los trazos. En entrevista con EL OTRO el artista contó las intimidades de su trabajo.

¿Cómo conociste y comenzaste a aprender sobre caligrafía?

Caligrafía, métodos de escritura me enseñaba mi abuela: ella me anotaba una palabra o frases y yo me ponía a copiarlas, tratar de imitar su letra. Ella como era maestra tenía linda letra. Y después siempre me gustó dibujar letras, los logos de las bandas que me gustaban y cosas así, bandas como Radiohead o 2’.También en la facultad tuve caligrafía, pero no te enseñaban nada y me quedé con las ganas, así que seguí practicando y dibujando por mi cuenta. Una chica que estudió acá en Mendoza se fue para San Juan y armó un grupo de caligrafía al que comencé a ir. Nos juntábamos religiosamente todos los sábados a comer, tomar mate y practicar.

Y cuando vine acá a Mendoza conseguí hacer algunos talleres y seguí practicando, conseguía todos los libros que podía: me enteraba de gente que tenía libros tirados en sus casas que pertenecían a sus abuelos y yo iba, se los pedía prestados, los fotocopiaba o directamente los robaba.

¿Por qué se convirtió en una pasión en tu vida?

Para mí siempre fue un hobbie. Siempre me gustó  y me relajó bastante hacerlo y así como alguien llega a su casa y prende la tele para relajarse un poquito, yo llegaba a mi casa de estar trabajando como diseñador gráfico o en la carpintería de mi papá  y me ponía a practicar. Veía un alfabeto gótico del 1400 y me ponía a ver si me salía, y eso me relajaba.

¿Cómo se aprende a hacer caligrafía?

Copiando. Al calígrafo hace mucho tiempo se le decía copista y copiaban lo que veían. Muchas veces eran monjes que ni siquiera sabían leer, solo copiaban las formas. Por suerte yo aprendí a través de buenos manuales, porque si hoy por hoy vos ponés caligrafía en internet salen cosas muy feas. Es importante ir a los maestros del comienzo, es la posta de la caligrafía. En internet hay buen material pero hay que saber buscar, porque hubo un tiempo en que se puso muy de moda y aparecieron muchos estilos de caligrafía muy mal hechos, entonces ves un estilo que no está bien proporcionalmente o no respeta ciertas reglas y te ponés a copiar eso. De repente tenés mucho tiempo de práctica de algo que está mal, eso se te hace una costumbre y no podés volver para atrás.

¿Qué lugar ocupa hoy por hoy este arte en la sociedad?

Se usa mucho en universidades y facultades de Diseño como método de enseñanza de lo que es la tipografía, que es el manejo de las letras dentro de un diseño. Te ayuda a entender cómo se forman las letras, cómo aplicarlas. La caligrafía se puede utilizar como una herramienta del diseño gráfico y creo que es donde más se usa hoy en día. Yo le encontré una veta a través de la cartelería, trabajando con pizarras y me sirvió mucho para mi trabajo dentro de un estudio de etiquetas para vino.

Lo que se nota a simple vista de tu oficio como calígrafo es que utilizás este arte que siempre perteneció a esferas sociales de elite y lo popularizás… ¿Es algo intencional?

Crecí en el barrio Chimbas II  de San Juan y crecí estando todo el día en la calle, viendo ciertas cosas, diferenciaciones sociales con amigos del barrio en un pueblo donde todo el mundo se levanta temprano para ir a laburar a una obra. Mi papá es carpintero y fui a trabajar mucho tiempo con él, vi muchas realidades. Entonces si bien trabajo haciendo etiquetas para vinos de alta alcurnia, nunca puedo separarme de las frases de escritores populares. Siempre me gustó hacer esa mezcla de la caligrafía y lo popular.

‘Dale que sos vos’ es una frase ilustrada por Panda y publicada en un libro.

También volcás muchos mensajes ideológicos en lo que escribís, ¿cuál te parece que debe ser la postura del artista frente a lo político?

Siempre se lo trata de apurar al artista con que “sos artista y tenés cosas para decir, entonces esas cosas tienen que ser políticas”. Yo no creo que solamente eso lo tengan que hacer los artistas, creo que la sociedad en general tiene que sacar su lado político y justamente lo que se busca hoy en día es que no opinemos sobre política ni sepamos de política y que vayamos a votar con los ojos vendados. Me cuesta aceptarlo porque no me considero una persona popular, pero sé que hay mucha gente que lee las cosas que hago, las publicaciones que comparto en redes sociales. Para mí hay una parte que como persona tiene que estar, de alguna manera si tenés una llegada tenés que aprovechar y enviar un mensaje que ayude aunque sea a una persona.

“Este cartelito me recuerda que no tengo que aceptar tantos trabajos porque después no tengo una vida”

¿Qué diferencia hay entre lettering y caligrafía?

Hay tres conceptos que la gente suele confundir: la caligrafía, que es cuando uno con una herramienta realiza un trazo sobre un soporte usando la tinta como medio, un trazo único e irrepetible. Por otro lado el lettering es el redibujo de las letras, tomás una palabra que podés bocetear y después vas redibujando los trazos y cada parte de la letra está compuesta por múltiples trazos típicos de la ilustración. Y por último está la tipografía que es la búsqueda de un concepto, de la belleza a través de algo digital, algo pre hecho donde yo puedo agarrar la letra Arial en cuerpo 11 con tal separación, y lo puedo hacer yo y se va a ver bien, y lo podés hacer vos y se va a ver igual, es repetible.

A través de la caligrafía también se busca transmitir conceptos, sensaciones. ¿A qué se hace referencia cuando se habla de esto?

A eso se le llama la conceptualización de las formas: cómo a partir de una estructura que tienen las letras, que siempre es la misma, la forma en que uno la va vistiendo es el significado que le va dando a la letra. Por ejemplo: con una letra muy livianita con curvas suaves podemos escribir la palabra “nube”, en cambio con una letra bien pesada y cuadrada podemos escribir la palabra “bloque”.  La forma ayuda a reforzar el concepto.

 

Comentabas que para aprender caligrafía tuviste que conseguir herramientas y manuales prácticamente olvidados en el tiempo, ¿cómo te llevás con la tecnología, te sirve para tu oficio?

Algo que nunca quise fue sentirme obsoleto en mi oficio. Haciendo caligrafía siempre busqué dónde aplicarla. Y a través de la tecnología (usa un iPad) aprendí cómo hacer para que el gesto que tiene la mano no se pierda: con uso de Photoshop, escaneos, vectorizando los trazos.  Nunca quise quedarme atrás con las tecnologías y no quiero ser un diseñador viejo que no sabe hacer cosas, por eso me actualizo constantemente.

Los oficios y artes configuran también la forma en la que vemos lo que nos rodea, ¿desde la caligrafía cómo ves al mundo?

Al mundo lo veo mal espaciado. Como calígrafo te acostumbras a entender los espacios entre letras y salís a la calle y están todos los carteles mal hechos. A veces también ves cosas lindas: hay lugares a los cuales me gusta ir porque sé que voy a pasar frente a un cartel donde hay una ligadura de una letra que me encanta. En mi cabeza tengo una biblioteca de ligaduras y de formas de letras que me encantaría tener cómo aplicarlas algún día. Aprender a resolver una composición caligráfica o de diseño tiene que ver con la biblioteca que uno tiene en la cabeza y el acostumbrarse a ver cosas que funcionan y que no.

 

“La primera manera de abrirse al otro es descentrarse uno mismo”

Sancho y todo lo demás #34