Romina Carvajal denunció en la Justicia que fue agredida brutalmente en el boliche The Bar de Guaymallén. De acuerdo con el relato de la víctima, las agresiones fueron ejecutadas por tres patovicas del lugar, el pasado 1 de noviembre, durante el festejo de Noche de Brujas. “Me agarraron de los pelos, me pegaron piñas, sentí una patada en la cabeza, incluso me ha quedado una costra detrás de la oreja, y ahí lo más agresivo fue cuando sentí que me tocaron la zona vaginal, me la estrujaron y encima me pegaron piñas”, manifestó la comerciante de 24 años en diálogo con EL OTRO. Romina asegura que en la calle, tras despertarse del estado de inconsciencia en que la dejaron, pidió ayuda a un policía, pero este se negó argumentando que “no podía hacer nada, ya que la casa se reservaba el derecho de admisión”. ¿Quiénes controlan a los que deben cuidar a les jóvenes?

Por Milagritos Contreras | Fotos: Coco Yañez

El pasado 14 de octubre nuestro diario publicaba un hecho de similares características. La víctima fue Valentín Suárez, un joven de 19 años, quien había concurrido al boliche Praga, ubicado en Mitre y Godoy Cruz de Ciudad. En esa ocasión Valentín sufrió una brutal golpiza de matones, responsables de la “seguridad” del lugar, hasta el punto de dejarlo totalmente inconsciente, tirado en la vereda y sin asistencia médica.

Lamentablemente, testimonios y publicaciones en redes sociales, dan cuenta de la impunidad con que se desarrollan este tipo de prácticas de violencia impune contra adolescentes y jóvenes mendocinos/as, por parte de personal privado de empresas dedicadas al negocio de la diversión nocturna.

Romina Carvajal. Foto: Coco Yañez

El 1 de noviembre, alrededor de la 1.30 de la madrugada, Romina Carvajal junto a su hermana y una amiga se dirigieron a The Bar, ubicado en la calle 25 de Mayo al 318 de San José, para el tradicional festejo de Noche de Brujas. Lo que no imaginó nunca es que esa noche violenta cambiaría su vida. “Era aproximadamente la una cuando nos encontrábamos en casa con mi hermana, yo me estaba disfrazando de Joker pero me faltaba pintura blanca, por lo que decidimos ir a lo de una amiga que también nos acompañaría a esta fiesta. De allí habremos salido a la una y media y nos dirigimos a The Bar, a donde llegamos tipo dos”, relató detalladamente la joven de 24 años en entrevista con EL OTRO.

“Llegamos –prosigue Carvajal- y había mucha gente, en eso mi hermana me dice ‘esperá, voy a preguntar en la entrada a ver qué onda’. Vuelve y nos comenta, ‘dicen que si pagamos ya 500 pesos cada una nos dejan pasar’. Entonces estacioné el auto, pagamos las entradas e ingresamos. Luego fuimos al baño, cuando salimos nos desencontramos, en un momento no las vi más. Entonces, subí las escaleras para poder visualizarlas desde la altura”.

Foto: Coco Yañez

Romina recuerda que, desde que ingresaron al local bailable hasta que subió a las escaleras, habrán pasado unos quince minutos: “Esas escaleras conducen al segundo piso, entonces pensé que si no las veía desde ahí, debía seguir subiendo porque entonces estarían en la parte de arriba. En eso que estoy por empezar a mirar, se acerca una patovica y, de muy mala manera, me dice ‘mirá flaca no podés estar acá’. Ahí fue cuando le dije ‘pasa que estoy buscando a mi hermana y a mi amiga, porque abajo no las puedo ver’. En eso siento que me pega con su mismo cuerpo, me da como un panzazo, luego me empuja, y es ahí cuando intento sostenerme de su ropa pero fue inútil, y termino cayendo”.

“En ese momento –continúa Romina- ella llama a otras compañeras y me pegan, me hacen una tipo llave para asfixiarme. Posteriormente me arrastran unos cuatro o cinco metros hasta llegar al baño, fue ahí cuando se encendieron mis alarmas y empecé a resistirme porque no entendía por qué me habían llevado hacia ese lugar. Sin embargo, el resistirme fue peor, porque se pusieron más violentas estas personas. Me agarraron de los pelos, me pegaron piñas, sentí una patada en la cabeza, incluso me ha quedado una costra detrás de la oreja, y ahí lo más agresivo fue cuando sentí que me tocaron la zona vaginal, me la estrujaron y encima me pegaron piñas”.

“La casa se reserva el derecho de admisión”

Foto: Coco Yañez

La denuncia fue radicada en la Oficina Fiscal N° 8 donde se encuentra la Comisaría 25 del distrito de San José, en Guaymallén. “Hay partes en que la violencia que ejercieron sobre mí fue tan terrible que llegué a perder la consciencia. En un determinado momento pierdo por completo la consciencia y cuando despierto me encuentro tirada en la vereda del boliche. Lo que me despertó fue el frío que hacía esa noche. En eso que logro ponerme de pie, veo a un policía, le cuento lo que me había pasado pero me dijo: ‘no puedo hacer nada porque la casa se reserva el derecho de admisión’. Ahí es cuando me enojo y le digo: ‘¿Pero cómo puede ser, adentro me pueden violar, sacar los órganos, me puede pasar cualquier cosa, pero como hay una cartel que dice que se reserva el derecho de admisión, no tengo derechos? Y el policía se quedó callado”.

Carvajal denunció a Elizabeth Lourdes Páez, “que es quien aparece en el video que me pega la piña”. Aunque no pudo identificar a las otras dos personas que la violentaron. La joven, quien actualmente asiste al preuniversitario de la Facultad de Derecho en la UNCuyo, sostiene: “De acuerdo a lo que he visto por videos, porque hay partes que no recuerdo, me acerco a mi agresora y le empiezo a reclamar por lo que me habían hecho. La verdad no recuerdo bien la secuencia de los hechos, hay un video donde aparentemente yo le quiero pegar a ella, pero hay otro donde ella viene a pegarme. Hay cosas que realmente no las tengo bien claras porque la agresión fue tan brutal que me dejaron inconsciente durante varios minutos”.

Foto: Coco Yañez

En su relato afirma que, a raíz de los problemas de salud que le produjo este hecho violento, no sólo tuvo que dejar de trabajar en su emprendimiento sino que además las secuelas que persisten son bastante considerables: “Al girar la mirada me duele uno de los ojos, me da como una punzada, la cervical también me duele. En la noche tengo pesadillas, eso lo hablé con la psicóloga, me dijo que esperemos, me recomendó unos ejercicios para hacer antes de dormir y poder conciliar mejor el sueño”.

Al momento la joven asegura no haber recibido ningún tipo de comunicación por parte de autoridades provinciales. Quién sí la contactó a través de las redes sociales fue el encargado del boliche, quien después la llamó por teléfono. “Me manifestó que ‘no estaba de acuerdo con lo que había pasado, que a la mujer de seguridad la habían despedido’. Sin embargo no hizo más que justificar su accionar diciéndome que ‘las personas podían tener un mal día, entonces por eso te ha pegado, no es que sea mala’. Nunca me pidió disculpas ni tampoco intentó ofrecerme ayuda, siempre intentó justificar a la agresora y, después, desde el boliche han estado escrachándome, diciendo que se comunicaron con mi familia y los hemos amenazado, cuando son puras difamaciones”, completó Carvajal.

Publicación de The Bar en sus redes sociales. Captura de pantalla.

 

Esa noche para Romina fue no sólo vivir en carne propia la crueldad, la violencia que ejercen personas que se hacen llamar “seguridad” dentro de un local bailable, sino también ante sus ojos se develó el desamparo policial y el nulo accionar de la (in)Justicia mendocina de la que es víctima a diario nuestra sociedad.

 

 

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